La fotografía tiene el poder de inmortalizar un momento en específico y mantener vivo el recuerdo, y este aspecto interesa al Centro Queretano de la Imagen (CQI), que a propósito del Día de Muertos ha preparado una programación de cursos y talleres alusivos en los que se explora la relación entre la fotografía, la muerte, el duelo, y la memoria.
Por iniciativa de Analí Nuñez, coordinadora de este espacio, se ofrecen dos cursos virtuales de cupo limitado: La concepción de la muerte desde la imagen fotográfica que se impartirá en formato virtual los sábados 4, 11 y 18 de noviembre ,en un horario de las 17:00 a 19:00 horas; e Imágenes de ausencia: la fotografía entre el dolor y el duelo, que se realizará los días 6, 13 y 20 de noviembre de las 19:00 a 21:00 horas. El costo de cada curso es de 700 pesos. Informes e inscripciones se pueden realizar a través del correo electrónico: talleres.cqi@gmail.com.
Además, el 8 de noviembre, a las 18:00 horas, se realizará la charla con café llamada La fotografía y el más allá, en la que se conversará sobre el papel que tiene la fotografía dentro de la preservación de la memoria. La entrada será totalmente gratuita.
De acuerdo con César Holm, docente y coordinador de los cursos virtuales, la muerte es una temática natural de la fotografía y en todas las regiones del mundo existen fotógrafos que trabajan con esta línea conceptual; sin embargo, eventos como la conquista española, la Independencia y la Revolución Mexicana son los que han suscitado la creación de este imaginario de la muerte en el país.
“En México hemos atravesado por situaciones en donde la muerte ha estado con nosotros lado a lado. Las enfermedades, las crisis, los conflictos, los mexicanos tenemos una relación cruda y violenta con la muerte. Por décadas se ha pensado que somos una sociedad que se burla de la muerte, pero si nos detenemos a revisar la historia nos daremos cuenta que le tenemos un profundo miedo y respeto”, expresó el también fotógrafo.
El docente asegura que la muerte representa una duda colectiva de la que la sociedad ha pasado gran parte de su existencia intentando tener respuestas. Así que, considerando el respeto y temor que se le tiene a la muerte en la sociedad mexicana, la fotografía se ha convertido en uno de los medios por el cual se busca tener una relación menos tensa con ella y en una estrategia para poder procesar la pérdida.
“La fotografía post-mortem tiene que ver con los procesos de duelo, con la forma en que las personas se aferran hasta el último momento a sus seres queridos, por eso se realizan también los velorios de cuerpo presente, en donde se rinde un homenaje y se da el último adiós, el último vistazo y se avienta el puño de tierra. Si nos detenemos a analizar todo el ritual fúnebre, tenemos frente a nosotros los procesos de desprendimiento, de soltar, pero no queremos desprendernos de las personas, no sin antes quedarnos con un último recuerdo, aquí es donde entra la fotografía”, señaló el docente.
La fotografía post-mortem se divide en todo tipo de categorías, entre ellas resalta la fotografía de los angelitos, niños y bebés que lamentablemente fallecieron. Y de acuerdo con Holm, a los angelitos se les fotografía en brazos, simulando estar dormidos o con sus juguetes, esto con la finalidad de “ficcionalizar su vida”; es decir, evadir su muerte por unos segundos para tener presente su recuerdo.
“Las fotografías se realizan bajo la encomienda que alguien las va a preservar, hay familias que guardan los retratos y álbumes de fotos por generaciones y los tienen muy presentes en su día a día. Luego llegan fechas como el Día de Muertos y la gente saca esas fotografías para que los integrantes más pequeños de las familias conozcan a sus parientes, porque esa es la finalidad por la que fotografiamos a los muertos, para no olvidarlos”, externó.
Desde su definición propia, Holm señala que las personas que se dedican a la foto son personas “nostálgicas” y que se retrata para no olvidar el presente.
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“Los que hacemos fotografía siempre estamos pensando en el futuro. Siempre lo he comentado en mis talleres, la fotografía es más un tema de tiempo que de luz, es una cuestión más nostálgica y una preocupación de lo que se pierde, que lo que se captura en imagen. La imagen se vuelve frívola cuando se enfrenta al tiempo, así que cuando alguien te toma una fotografía, en realidad se está preocupando por tí, de cuando hagas falta. Decía Roland Barthes que la fotografía es un anunciamiento de la muerte, porque implícitamente estamos diciendo: ‘sé que en algún momento no vas a estar, así que te inmortalizo’. Todas las fotos grupales se realizan bajo esta preocupación de que mañana no vamos a estar todos, así que necesitamos documentar y guardar testimonio del ahora, del momento”.