Julien Elie tiene una enorme pasión por el formato documental que para él es prioridad el visibilizar, poner temas sobre la mesa y mostrar al mundo otras realidades que son poco difundidas. Hoy, dialoga sobre su más reciente proyecto fílmico: La guardia blanca, el cual explora la lucha de activistas ambientales frente al despojo de su territorio y las represalias que conlleva su postura.
El tema llegó al cineasta canadiense mientras trabajaba en otro documental en nuestro país. “Hace cinco años hice una película llamada Soles Negros que habla sobre los feminicidios en México y de la violencia de género. A lo largo de la grabación nos encontramos con una situación de devastación del territorio y la violencia que se encuentra estrechamente relacionada con el despojo de tierra y de los recursos. Lo que me sorprendió a mí fue que había grandes empresas involucradas en estas situaciones y que son ellos quienes establecen el miedo dentro de zonas de guerra en lugares como Guerrero o Zacatecas”, expresó Elie en una entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO.
De acuerdo con el testimonio del director, su intención era mostrar los hechos, más que buscar dar respuesta a la problemática. “Yo no veo en mi trabajo como cineasta el ser el más indicado para dar respuestas, mi labor es más de enseñar lo que está ocurriendo y ya una vez con esa información alguien más pueda proporcionar las respuestas que se están buscando y que son tan necesarias”, externó.
En su texto, figuras como Carlos Slim hacen eco dentro de las empresas responsables de estas desafortunadas situaciones en el país; sin embargo, el director enfatizó en que no es su intención adjudicarle toda la responsabilidad a un solo personaje. “Yo no quiero que el enfoque sea el nombre de las empresas o los empresarios que están detrás de esto, siento que muchos trabajos han buscado enfocar una lucha particular, algo así como la de David contra Goliat, o el pueblo contra una minera, y al final todas dicen lo mismo, no cambia nada porque solo se busca enfrentar personajes y no hablar del problema. Claro, si el empresario se muere el día de mañana, otro va a venir y tomará su lugar, estamos hablando de una situación mucho más grande que el señalar a un villano”, detalló.
La cinta sigue el rastro de los grupos criminales llamados guardias blancas, mismos que son financiados por empresas transnacionales y mexicanas para desarticular las movilizaciones sociales en pro del medio ambiente y los recursos naturales. Entre las historias que son presentadas, se retoman las de activistas como Roberto de la Rosa, un campesino que lleva años luchando contra la mina de Salaverna, Mazapic en Zacatecas, y Julián Carrillo Martínez, quien fue asesinado en el 2018 tras oponerse al desplazamiento de la comunidad tarahumara de las Coronadas de la Virgen, en Chihuahua.
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“A mí lo único que me importa es que se recuerden las voces de esos campesinos y periodistas que aparecen en la cinta, porque todos ellos toman muchos riesgos para denunciar lo que está pasando. Así que en parte lo que yo quiero es que se guarde una memoria de esas voces, de esas caras y que se hable de la problemática en sí, más que quieran mediatizarlo”, reiteró.
Finalmente, director considera que la situación del cine documental independiente es sumamente triste, porque hoy en día quienes acaparan la atención son los que se proyectan en Netflix; que en muchos de los casos no tienen “nada que ver” con la labor que Julien y sus colegas realizan en diferentes partes del mundo, pero como las audiencias se acostumbran a consumir esas propuestas, difícilmente voltean a ver las de ellos.