¿Crees posible que un simple post de Facebook pueda terminar inspirando un proyecto cinematográfico? Así fue como la cineasta chilena Tana Gilbert dio con el tema de su más reciente documental llamado Malqueridas. La publicación mostraba a una mujer cargando a su bebé recién nacido dentro de una prisión, y esa reveladora imagen generó en la realizadora un gran interés por dialogar con un sector de la población que ha sido marginado socialmente: las madres privadas de su libertad.
En este proyecto, la chilena voltea a ver a estas mujeres y les concede un lugar detrás de la cámara para que ellas sean las directoras y muestren, a través de su propio lente, el mundo en el que viven.Malqueridas reconstruye sus historias a través de imágenes que ellas mismas capturaron con sus celulares durante el encierro, recuperando así la memoria colectiva de una comunidad olvidada.
El documental fue estrenado en septiembre del año pasado en la 80ª edición del Festival de Cine de Venecia y llegará a Querétaro gracias a la 19ª edición de Ambulante Gira de Documentales que se realizará del 15 al 26 de mayo en la ciudad.
En entrevista con DIARIO DE QUERÉTARO, Tana Gilbert conversó sobre su interés por abordar la temática de las familias, la importancia de hablar sobre las condiciones en las que viven las personas privadas de su libertad y en el por qué considera que es un tema que resuena con todos los países latinoamericanos.
- Como cineasta, ¿Por qué te interesa abordar el tema de las familias desde el cine?
Fíjate que desde el primer cortometraje que realicé, comencé a trabajar en lo que significaba “el cuidado” y “la cárcel”, y en realidad la maternidad fue un tema que comenzó a surgir a raíz de estos, y por cosas de la vida me terminé enfocando en él y fue así como terminé haciendo Malqueridas.
En lo personal, lo que más me interesa es reflexionar sobre los roles de higiene y familiares dentro del contexto latinoamericano, al igual que pensar cómo estas estructuras permiten que las mujeres no puedan acompañar a sus hijos durante la etapa de la crianza.
El trasfondo del documental tiene que ver con plantear la posibilidades que existen de maternar cuando se está en prisión, por ejemplo en el caso de Chile, las mujeres pueden estar con su hijo hasta los 2 años, y eso cuando hay espacio en la cárcel específica donde les tocó pasar la condena. Así que los niños pueden pasar dos años con su madre y después se tienen que ir con un familiar o a ser cuidados por el Estado, y pues ya sabemos cómo son estas instancias respecto a los cuidados de las infancias. Así que todos estos elementos vuelven esta situación un contexto muy hostil para la crianza de los niños.
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- ¿Cómo sensibilizar a las audiencias sobre las personas privadas de la libertad?
Yo creo que lo que la película permite es reflexionar sobre las razones que les lleva a delinquir, o sea, por ejemplo, en Chile, más del 50 por ciento de las mujeres privadas de su libertad están ahí debido a delitos asociados con las drogas. Esto se debe a que en el 2005 se aprobó en el país una ley, la número 20 mil, que define los delitos y las penas vinculadas al tráfico ilícito de estupefacientes; es decir, penaliza el microtráfico. A raíz de esta instauración, se triplicó la población penal femenina en las cárceles.
¿Qué significa esto? Las mujeres que se encuentran en situaciones de pobreza, muchas de ellas deciden trabajar en el tráfico de drogas porque es algo que les permite trabajar desde la casa y poder criar a su familia, además de que se ven en un contexto en donde el jefe del hogar pues no lleva el sustento de la familia, así que ellas tienen que trabajar de alguna manera.
Lamentablemente, en el caso chileno la mayoría de las personas privadas de su libertad viven una situación de pobreza, lo que como sociedad nos pone a reflexionar sobre las condiciones de vida que tenemos actualmente. Lo que nos permite determinar que no es al azar el que termina delinquiendo, sino que es un modo de sobrevivencia.
- ¿Qué te ha permitido reflexionar este proyecto?
Para las mujeres que son madres y que se encuentran privadas de la libertad, al menos en Chile, sufren de una triple condena: se les aplica la condena penitenciaria, que es el tiempo que tienen que cumplir al interior del reclusorio; luego la condena social, porque son tremendamente juzgadas dentro de los Tribunales de Familia debido el tema de los cuidados de sus hijos, y finalmente, la condena personal que ellas se imponen, porque en el fondo esa madre tiene ganas de estar con su hijo, pero se le es negado. Definitivamente es una situación en la que hay mucho sufrimiento, y lo que busca la película es permitir al público reflexionar sobre los daños colaterales.
- ¿Cómo fue la colaboración con las mujeres? ¿Cómo recuperaste el material?
Este proyecto nació hace siete años, y partió justamente de una imagen que encontré en Facebook, la cual es la portada de la película. La foto es una mujer de 18 años que está dentro de la sección Materno Infantil con su hijo recién nacido, lo está abrazando y dándole un beso. Era una foto muy hermosa a pesar de estar contextualizada en la cárcel.
Una vez que encontré esa imagen, mi primera reacción fue decir, okay, tengo que guardarla en mi archivo. La descargué y posteriormente dio comienzo la investigación de la película, lo que nos llevó a relacionarnos con una Organización No Gubernamental que trabajaba dentro de diferentes cárceles, y en ese momento estaba realizando un taller de derecho penitenciario en la cárcel de San Joaquín, que es la cárcel más grande para mujeres condenadas de Santiago de Chile. Ahí fue donde tuve el primer encuentro con algunas de las compañeras con las que trabajamos, sobre todo con Karina Sánchez, quien fue el rostro de este documental. Para realizarlo nos inscribimos como familiares de cada una de las mujeres con las que colaboramos, para así ir conociendo sus historias de vida.
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- ¿Qué fue lo que te dejó el haber convivido con estas mujeres?
Creo que la importancia de dar a conocer este tema que se encuentra sumamente invisibilizado, porque la sociedad por lo regular comienza a pensar en las razones por las que las personas delinquen y las juzgan por ello, pero cuando se comienza a buscar un trasfondo, luego se nos acusa de querer justificar a las personas y eso no va por ahí, la realidad es que si identificamos el problema, la raíz del porqué una persona realiza un crimen, podemos atacar la situación desde el fondo y poder dar soluciones reales para estas familias.
- ¿Consideras que la película dialoga con el público independientemente de su país?
Definitivamente, siento que su diálogo directo son los países latinoamericanos, porque hay una cuestión, sobre todo con México, el definir a las mujeres y el ser madre, el cómo se cuida, y el cómo se configura una familia en Latinoamérica. Y es que las madres en nuestro países, pues no solo viven con la carga del rol que tienen que ejercer, sino también con la carga mental de cómo organizar una familia en su totalidad, del cómo buscar una armonía en esferas sociales, educativas y demás.