En el Palacio Municipal de Querétaro, los fotógrafos Demian Chávez y David Steck, en compañía de la coreógrafa bailarina y docente, Claudia Herrera se reunieron en una nueva edición de Encuentros Queretanos, para discurrir acerca de la fotografía de la danza y su relevancia dentro de las artes.
Recordando a la socióloga y fotógrafa francesa, Gisèle Freund, Chávez destacó la dimensión documental de la imagen, toda vez que ofrece al espectador información sobre el momento que enmarca y la posibilidad de generar todo tipo de análisis. En el caso concreto de la danza, la fotografía facilita el estudio de esta expresión artística y permite tanto a coreógrafos como bailarines, observar a detalle cada secuencia y movimiento, con miras de mejorar su técnica dancística.
“La fotografía no solo es un objeto que tenemos en casa, que decora o que nos ayuda a hacer memoria; es decir, no es un objeto que solamente nos evoca lo que ya no tenemos de manera inmediata. La fotografía nos sirve como documento histórico, y en el caso de la danza, funciona también como herramienta para visualizar cómo es que se construyó la pieza y tener una evidencia de algo que sucede un instante. Sirve también a los artistas como un repaso para ver en donde están las equivocaciones”, explicó el fotoperiodista queretano, quien durante la charla proyectó varias fotografías que forman parte de “9.58. La última danza”; proyecto fotoperiodístico ganador del Apoyarte 2007, que ilustra los últimos días del Ballet Nacional de México.
Además explicar la dimensión estética y sociohistórica de la documentación de diferentes coreografías del Colegio Nacional de Danza, Ciudad Interior Contemporánea, Centro de Formación Profesional Contemporánea, Danza Capital, Aletheia, Ballet Nacional de México, los fotógrafos incluyeron una selección de imágenes que develan la otra cara la danza; aquella que se descubre en la intimidad de los camerinos, durante los ensayos o al caer el telón. Y es que “la danza también es dolor”, asegura Herrera, quien luego de hablar de las lesiones y del trabajo que precede a cada temporada, rememoró la última presentación del Ballet Nacional de México en el Palacio de Bellas Artes que, tras 57 años de funcionar bajo la batuta de su impulsora, la coréografa y bailarina veracruzana, Guillermina Bravo, se despidió de los escenarios.
“La función fue sumamente emotiva puesto que los bailarines ya sabíamos de dicha disolución y que esta iba a ser la última función de la compañía; desde el montaje y los ensayos fue una puesta muy pesada. Todo se desbordó en esta función”, detalla la artista, quien además de la dimensión estética e histórica de la fotografía, asevera que a través de ella también se puede profundizar en la emocionalidad de los instantes.
Finalmente Steck destacó que la clave para este género fotográfico, es mimetizarse con el escenario, conocer a los artistas y sus proyectos, para que llegado el momento, el fotógrafo pueda anticipar y retratar los instantes más íntimos y significativos de este arte en movimiento.
“La fotografía nos sirve como documento histórico, y en el caso de la danza, funciona también como herramienta para visualizar cómo es que se construyó la pieza”, Demian Chávez.