/ sábado 19 de mayo de 2018

Comalcalco apuesta a la arqueología para el desarrollo

Villahermosa, Tabasco.- La zona arqueológica de Comalcalco en la que se asentaron los mayas, cuyo auge tuvo lugar entre el 200 a. C. y el 900 d. C y cuyas construcciones destacan por ser de ladrillos cocidos y estuco, continúa con sus trabajos de restauración para que el turista conozca más de la etnia chontal de Tabasco.

“Joy Chan” (Ciello enrollado), nombre original del lugar que en náhuatl significa “Casa del comal” (Comalcalco), se localiza a 60 kilómetros de Villahermosa. Para llegar a él se utiliza la carretera federal 187.

De acuerdo con Sergio López, coordinador de turismo del estado, dicho lugar se convirtió en uno de los sitios más importantes debido a las rutas comerciales en el sur de Mesoamérica, ya que estaba a 900 metros al este del río Mazapa (hoy Río Seco), lo que les permitió contar con buenas vías de comunicación.

Prueba de ello es que las exploraciones arqueológicas descubrieron la presencia de materiales foráneos procedentes de Veracruz, Guatemala y Puebla.

El lugar permaneció abandonado por varios siglos, hasta 1880, cuando el explorador francés Désiré Charnay descubrió unas ruinas debajo de la vegetación. Desde entonces se ha trabajado en su exploración.

Comalcalco supone una edificación hecha de ladrillos cocidos y estuco, toda vez que no tenían piedra de río ni otros materiales para su construcción. Para generar el estuco, sus habitantes, conocidos como chontales, utilizaban la concha de ostión, la cual era pulverizada y quemada para poder generar así su “repellado”.

Antes de internarse en las edificaciones, dan la bienvenida árboles de jícara y, conforme el visitante se adentra por el bosque, es rodeado por árboles altos, mulatos, cuyas hojas y ramas yacen tiradas por todos lados.

“Los mayas que vivieron aquí decidieron escoger las mejores tierras de la región para hacer el cultivo del cacao, la moneda por excelencia en Mesoamérica. Aprovecharon tierras a lo largo del borde del río para convertirlas en tierras agrícolas y cultivarlo”, explica a Notimex el arqueólogo Ricardo Almijo.

“El cacao les sirvió para comprar instrumentos de obsidiana y pedernal que no había aquí porque es una zona carente de piedra. Actualmente, en algunas comunidades, apartadas de la civilización, se sigue haciendo trueque con cacao”, señaló el especialista.

Al día de hoy, de Comalcalco se conoce solamente el Conjunto Plaza Norte, con uno de los templos más bellos del lugar; la Gran Acropolis, conjunto de templos y patios modulares; y La Tumba de los Nueve Señores de la Noche.

Esto supone solamente el cuatro por ciento de la ciudad. “El próximo año trabajaremos en Templo 13 y 14, y pensamos liberar además los juegos de pelota”.

“Se sigue investigando, descubriendo, trabajando y restaurando. Debemos aprender a excavar y restaurar, imitar el mismo sistema constructivo para no echarlo a perder, como se ha hecho con algunos edificios en el pasado”, indicó.

Por otra parte, Almijo Torres explicó que los gobernantes y la gente poderosa hacían un ritual de canibalismo, además de comerse a las personas, principalmente mujeres, se alimentaban de monos saraguatos, tortugas y cocodrilos; los huesos eran después utilizados como armas.

La zona se distinguió también por sus vasijas de pastas finas y figurillas que se intercambiaban a larga distancia, así como las urnas gigantes de barro que creaban para depositar y resguardar a sus muertos.

Algunos ejemplares de sus vasijas y urnas pueden observarse ya que están resguardadas en el Museo de Sitio, colocado en el lado izquierdo del acceso.

Villahermosa, Tabasco.- La zona arqueológica de Comalcalco en la que se asentaron los mayas, cuyo auge tuvo lugar entre el 200 a. C. y el 900 d. C y cuyas construcciones destacan por ser de ladrillos cocidos y estuco, continúa con sus trabajos de restauración para que el turista conozca más de la etnia chontal de Tabasco.

“Joy Chan” (Ciello enrollado), nombre original del lugar que en náhuatl significa “Casa del comal” (Comalcalco), se localiza a 60 kilómetros de Villahermosa. Para llegar a él se utiliza la carretera federal 187.

De acuerdo con Sergio López, coordinador de turismo del estado, dicho lugar se convirtió en uno de los sitios más importantes debido a las rutas comerciales en el sur de Mesoamérica, ya que estaba a 900 metros al este del río Mazapa (hoy Río Seco), lo que les permitió contar con buenas vías de comunicación.

Prueba de ello es que las exploraciones arqueológicas descubrieron la presencia de materiales foráneos procedentes de Veracruz, Guatemala y Puebla.

El lugar permaneció abandonado por varios siglos, hasta 1880, cuando el explorador francés Désiré Charnay descubrió unas ruinas debajo de la vegetación. Desde entonces se ha trabajado en su exploración.

Comalcalco supone una edificación hecha de ladrillos cocidos y estuco, toda vez que no tenían piedra de río ni otros materiales para su construcción. Para generar el estuco, sus habitantes, conocidos como chontales, utilizaban la concha de ostión, la cual era pulverizada y quemada para poder generar así su “repellado”.

Antes de internarse en las edificaciones, dan la bienvenida árboles de jícara y, conforme el visitante se adentra por el bosque, es rodeado por árboles altos, mulatos, cuyas hojas y ramas yacen tiradas por todos lados.

“Los mayas que vivieron aquí decidieron escoger las mejores tierras de la región para hacer el cultivo del cacao, la moneda por excelencia en Mesoamérica. Aprovecharon tierras a lo largo del borde del río para convertirlas en tierras agrícolas y cultivarlo”, explica a Notimex el arqueólogo Ricardo Almijo.

“El cacao les sirvió para comprar instrumentos de obsidiana y pedernal que no había aquí porque es una zona carente de piedra. Actualmente, en algunas comunidades, apartadas de la civilización, se sigue haciendo trueque con cacao”, señaló el especialista.

Al día de hoy, de Comalcalco se conoce solamente el Conjunto Plaza Norte, con uno de los templos más bellos del lugar; la Gran Acropolis, conjunto de templos y patios modulares; y La Tumba de los Nueve Señores de la Noche.

Esto supone solamente el cuatro por ciento de la ciudad. “El próximo año trabajaremos en Templo 13 y 14, y pensamos liberar además los juegos de pelota”.

“Se sigue investigando, descubriendo, trabajando y restaurando. Debemos aprender a excavar y restaurar, imitar el mismo sistema constructivo para no echarlo a perder, como se ha hecho con algunos edificios en el pasado”, indicó.

Por otra parte, Almijo Torres explicó que los gobernantes y la gente poderosa hacían un ritual de canibalismo, además de comerse a las personas, principalmente mujeres, se alimentaban de monos saraguatos, tortugas y cocodrilos; los huesos eran después utilizados como armas.

La zona se distinguió también por sus vasijas de pastas finas y figurillas que se intercambiaban a larga distancia, así como las urnas gigantes de barro que creaban para depositar y resguardar a sus muertos.

Algunos ejemplares de sus vasijas y urnas pueden observarse ya que están resguardadas en el Museo de Sitio, colocado en el lado izquierdo del acceso.

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