Francisco de Goya, Ludwig Van Beethoven, Judith Scott, Brian Johnson, Lou Ferrigno. Músicos, pintores, cantantes y actores que, pese a haber nacido sordos o perdido la audición a causa de una enfermedad, pasaron a la historia por su trabajo. Sin embargo, ¿qué tanto se menciona en sus biografías sobre la sordera? ¿Fue complicado para los artistas abrirse paso en una sociedad que tiende a invisibilizar o silenciar las discapacidades? ¿Cuántos artistas sordos más son estudiados por la historiografía oficial?
La realidad es que los sujetos que se alejan de las características dominantes relacionadas con género, clase social, lugar de origen, entre otras, poco interesan a la historia.
En su conferencia “El peligro de contar una historia única”, la escritora nigeriana, Chimamanda Adichie, advierte que si solo se cuenta una versión sobre una persona, una comunidad, sector o país, se corre el riesgo a caer en una incomprensión grave; en una invisibilidad.
Hay que recordar que la pluralidad de historias no solo abona al sentido de pertenencia dentro de una colectividad, también posibilita la deconstrucción de argumentos que acentúan las diferencias y las condiciones desiguales entre sus miembros. Como aquella sobre el “genio artístico”, idea que solo adquiere densidad cuando al sujeto en cuestión se le despoja de su contexto sociohistórico, como si su talento fuera inmanente a él, o resultado de una voluntad metafísica. Como si solo unos cuantos pudieran ser verdaderos artistas en la historia.
No obstante, gracias a diferentes investigaciones sabemos que el desarrollo de las habilidades y aptitudes de las personas se encuentran íntimamente ligados con su contexto social, y a las oportunidades educativas y económicas que poseen para desenvolverse en este espacio.
En este sentido, para la comunidad de sordos en México ha sido complicado y hasta imposible, abrirse paso en el campo de la cultura y las artes; no solo como autores, sino también como público, pues la mayor parte de la oferta cultural no les incluye, ni a ellos ni a otros grupos denominados “minorías”.
Sin embargo, desde hace unos años han surgido en el país iniciativas y proyectos culturales enfocados en incluir a esta población desde su propia perspectiva sociocultural y lengua, ya que más que asimilarse dentro del sector de la discapacidad, la comunidad sorda se asume como una minoría lingüística.
En México desde el 2003 se considera a la Lengua de Señas Mexicana (LSM) dentro de las lenguas nacionales, junto al español y las 68 agrupaciones lingüísticas reconocidas por el Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (INALI).
Constituida por signos gestuales articulados con el movimiento de manos, mirada intencional y gestos faciales, la LSM es compleja en gramática y vocabulario como cualquier otra lengua oral, y en tanto un sistema de símbolos, en su estructura se entreverá la perspectiva cultural e histórica de sus señantes.
Desde sus propias palabras y cultura, es que las y los artistas sordos actualmente buscan generar propuestas estéticas para su comunidad, pero también, para generar conciencia entre los oyentes sobre la situación de esta población en la sociedad, a través de diversas plataformas y expresiones artísticas como la pintura y la animación digital.
Discriminación en las aulas
Brenda Ortiz Torres tiene 25 años. Es ingeniera en animación y efectos visuales. No hace mucho se graduó de la Universidad Politécnica de Santa Rosa Jáuregui, la primera institución pública bilingüe en el estado de Querétaro, donde sordos de diferentes estados del país han podido acceder a la educación superior.
Y es que es la única universidad en la entidad, y la segunda en todo el país, donde los sordos toman clases junto a oyentes y son apoyados por intérpretes para la compresión del contenido de las diferentes asignaturas.
De esta forma es que Brenda, también conocida en el medio como “Peika” pudo terminar una carrera, y profesionalizarse en lo que más le apasiona en la vida: el arte.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid), realizada por INEGI en el 2018, del total de la población en el país, 6.34% (7 mil 877 805) viven con alguna discapacidad. De esta cifra, el 18.4% tiene problemas para escuchar.
En cuanto al acceso a la educación, la Enadid del 2014 muestra que del total de la población con discapacidad, el 46.5% asiste a la escuela, y sólo el 6.7% logra estudiar una carrera universitaria.
Aunque Peika forma parte de esta estadística, confiesa que no fue fácil llegar hasta ese punto. Al igual que otros sordos, desde pequeña ha tenido que sortear diversas dificultades, siendo una de ellas la discriminación ejercida en las aulas a través de los programas educativos.
“Cuando era niña era muy difícil comunicarme, pero mi mamá siempre me llevó a terapia. Ahí me acercaron a la escritura y al lenguaje oral; tenía que tocarme la garganta para aprender a hablar (…) Realmente batallé mucho para conectar con el habla en español (…) y me daba mucha pena. En el jardín de niños yo era la única sorda, todos eran oyentes: ¿cómo me comunicaba? Todos los niños hablaban y hablaban y yo siempre estaba callada, en silencio, tenía que hacer mímica para comunicarme”, dice la artista, articulando sus palabras a través de movimientos de manos y gestos.
Durante su proceso formativo, muchos sordos son obligados a hablar a través de terapias orales, cuyo proceso algunos describen lacerante y equiparable al proceso de mestización de otras culturas.
Ante la imposibilidad de acceder a espacios formativos diseñados desde sus propias condiciones de aprendizaje, el presidente de la asociación Latido Sordo, Enrique Díaz, señala que incluso muchos sordos viven incomunicados los primeros años de su vida, al tener poco o nulo dominio del español y al desconocer la LSM.
“Es importante que los sordos tengan acceso a la lengua de señas, pues una vez que adquieren una primera lengua es mucho más fácil que aprendan una segunda, en este caso la escrita, el español. De lo contrario su periodo de aprendizaje o de desarrollo lingüístico –el cual ocurre de manera importante en los cinco primeros años de vida–, se ve obstaculizada (…) El resultado es un retraso neurolingüístico, cognitivo, social, emocional….”, lamenta.
En concordancia con Díaz, Peika comparte que fue hasta los 18 años que aprendió la LSM en el Cobaq 3 del municipio de Corregidora, lo cual fue importante para su desarrollo profesional y desenvolvimiento social más adelante.
Hasta entonces, no había convivido con otros sordos, y hacerlo le permitió ampliar su panorama sobre el arte, y la comunidad a la que ahora pertenece.
Comunidad sorda desde el arte digital
Guiada por su visión artística, desde hace unos años Peika ha comenzado a abrirse paso en el medio cultural. El año pasado fue acreedora a una beca para hacer una estancia en la Universidad Lakehead de Canadá, y ha colaborado con la Secretaría de la Juventud de Querétaro a través de la realización de material focalizado en su comunidad.
Además de impartir clases de pintura a otros sordos, la artista fue contratada por Emporio Studio, donde su labor consistía en la creación de videos y demos para empresas; sin embargo, como muchas otras iniciativas del sector privado, tras la pandemia la compañía tuvo que cerrar sus puertas definitivamente.
Tras lo ocurrido, la pintora decidió impulsar de manera independiente su carrera, y actualmente se encuentra trabajando en un proyecto de animación en 3D, a través del cual busca visibilizar los retos a los que se tienen que enfrentar las personas sordas en su día a día.
Para sostener esta iniciativa, Peika ofrece a los internautas la posibilidad de carticaturizar sus rasgos y los momentos más entrañables de sus vidas. A través de su página oficial de Facebook e Instagram (@peika95), el público podrá conocer su propuesta de ilustraciones realistas en 3D, en la que además de incluir algunos de sus primeros trabajos, comparte varios proyectos en proceso.
Nosotras las personas con discapacidad sufrimos de mucho bullying a lo largo de nuestras vidas ya que la gente llega a ser muy ignorante dado que piensan que nuestras discapacidades son contagiosas o que somos raros. Todo lo contrario, somos personas únicas y felices de lo que somos y de todo lo que logramos, porque aunque nos cueste un poco más que a ustedes, lo logramos (…) Todos somos bellos a nuestra manera, somos asombrosos y únicos… Hay que amarnos tal y cual somos
Brenda Ortiz Torres, artista digital
Entre sus ilustraciones, Peika ha incluido los retratos animados de activistas por los derechos educativos, culturales y sociales de la comunidad sorda de Querétaro, así como el rostro de deportistas sordas nacionales y de personas que han impactado positivamente en la sociedad.
“El ser una persona sorda no impide desarrollar habilidades extraordinarias. El ser una medallista con esta condición habla mucho de las personas sordas. Somos igual a todos pero con una gran habilidad subdesarrollada”, expresa en otra publicación, donde se observa la figura caricaturizada de Ari Sosa; miembro de la Selección Mexicana de Voleibol Femenil para Sordos, quien el año pasado junto a su equipo fue acreedora a la medalla de bronce en el torneo internacional clasificatorio Región América, de Brasil.
Recordando sus inicios en el arte, Peika comparte que su sueño es trabajar algún día en una empresa como Pixar, para contribuir con la visibilización de los sordos en el arte, e incluir en las propuestas digitales otras realidades.
“Uno de mis objetivos es demostrar que uno como sordo puede hacer dibujos como esos (…) Me interesa también compartir mis habilidades con otras personas sordas a través de un canal de youtube, así como conferencias y capacitaciones para que otros sordos puedan hacerlo también”.
Quien desee adquirir su propia ilustración, y apoyar la iniciativa de la autora, podrá hacerlo desde 200 pesos. Para más información puede escribirse al correo ortiztorres6@gmail.com o a las redes oficiales de Peika.