Este año la asistencia a las celebraciones por el Día Mundial del Teatro presentó un incremento del 9.2 por ciento de acuerdo con los datos proporcionados por la Secretaría de Cultura del Estado de Querétaro; ya que a diferencia del 2018, cuyo aforo fue de 2 mil 903 espectadores, la noche del miércoles se contabilizaron 3 mil 200 asistentes en total.
Y es que pese a que en 11 de las 21 obras se cobró una cuota de 20 pesos para ingresar, el público no escatimó en gastos y desde el lunes acudió al Museo de la Ciudad para comprar sus entradas.
“¿Esta es la fila para los boletos”, preguntaban algunas personas al exterior de recintos teatrales como el Mesón de Cómicos de la Legua, donde pese a haber agotado las localidades, algunos, con un poco de esperanza, aguardaban en el umbral preguntando a quien lo cruzaba si tenía un boleto extra para entrar.
“Es que solo tengo un boleto y vengo con él”, repetía un señor con gran insistencia a pocos minutos de que arrancara la obra Ni hablara mujer, traes puñal. Por fin una familia, sin uno de sus miembros, intercambió al ignoto una entrada por los módicos 20 pesos correspondientes.
Desde las 17:00 hasta las 21:00 horas el público pudo disfrutar de una gran diversidad de proyectos teatrales escenificados en museos, centros culturales, teatros y plazas públicas de Querétaro y Amealco como Plaza de Armas, el Centro de las Artes de Querétaro (CEART), Jardín del Arte, Museo de la Ciudad, Cinetreatro Ar zá, Corral de Comedias y Mesón Cómicos de la Legua, donde al término de la función y en compañía de representantes de la Secretaría de Cultura, la directora Patricia Corral hizo lectura del manifiesto que, el cubano Carlos Celdrán en representación del Instituto Internacional de Teatro escribió a propósito del Día Mundial del Teatro 2019.
“Habían construido sus casas y sus poéticas sobre los restos de sus propias vidas. Muchos de ellos no son conocidos o apenas se les recuerda: trabajaron desde el silencio, desde la humildad de sus salones de ensayo y de sus salas llenas de espectadores y, lentamente, tras años de trabajo y logros extraordinarios, fueron dejando su sitio y desparecieron. Cuando entendí que mi oficio y mi destino personal sería seguir sus pasos, entendí también que heredaba de ellos esa tradición desgarradora y única de vivir el presente sin otra expectativa que alcanzar la transparencia de un momento irrepetible. Un momento de encuentro con el otro en la oscuridad de un teatro, sin más protección que la verdad de un gesto, de una palabra reveladora”, leyó Corral seguida por los aplausos y aclamaciones de un gran público conformado por mujeres y hombres de todas las edades.
