La música ha sido sustento del desarrollo de Querétaro desde los tiempos prehispánicos en los que pames y chichimecos urdían cantos y danzas rituales que con el tiempo fueron poco a poco entrelazados y sustituidos por los “alabados” y la música que trajeron los frailes franciscanos, agustinos y dominicos en ánimo de evangelización, en un proceso de sincretismo regional que aún hoy perdura a través de diversas formas musicales que hablan de tradición, creación y cultura.
Una de las grandes manifestaciones culturales la constituye hoy en día el bolero, expresión que nació a mediados del siglo XIX en Cuba y que se difundió posteriormente a todo el Caribe y entró a México a principios del Siglo XX por la península de Yucatán.
Dicho género se distingue elementos rítmicos que pasaron del compás ternario de 3/4 a 4/4 y 2/4 y formas de composición ralentada, melancólica y nostálgica.
Se considera que el primer bolero fue Tristezas del escritor cubano José Pepe Sánchez, en 1883.
El bolero transitó de las cantinas a las calles en forma de serenatas con una temática romántica que fue aceptada por todas las clases sociales.
En México el bolero tuvo su desarrollo inicial a partir de los “tríos” de guitarra, abarcando después a orquestas tropicales y a orquestaciones sinfónicas.
En este proceso fueron de gran importancia los programas radiofónicos, la televisión, el cine y la industria del disco.
Se considera “Morenita mía” de Armando Villarreal Lozano como el primer bolero mexicano compuesto en 1921.
Después en el auge del género, destacan entre otros Manuel M. Ponce, Tata Nacho, Ricardo Palmerín, “Guty” Cárdenas, el queretano Juan Arvizu, Agustín Lara, Néstor Mesta, María Grever, Ricardo Palmerín, Lorenzo Barcelata, Alfonso Esparza Oteo, Eva Garza, Gonzalo Curiel Consuelito Velázquez, Los Panchos, Los Tres Caballeros, Los Tres Ases.
Después, e 1940 a 1970 en México emerge el bolero ranchero que mezcla la vieja canción melódica con el sonoro vigor del mariachi, con las voces de Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solís, Pedro Vargas y Javier Solís.
Hoy el bolero ha retomado nuevos aires y entre los boleristas mexicanos contemporáneos destacan entre otros Armando Manzanero, Marco Antonio Muñiz, Luis Miguel, Guadalupe Pineda, Susana Zavaleta, Alejandro Fernández, Cristian Castro, Carlos Cuevas, Natalia Lafourcade y Edith Márquez.
Cabe mencionar que José José y Rocío Dúrcal fueron otros dos muy destacados intérpretes del bolero.
“Noche de Boleros”
El pasado miércoles en el Teatro de la Ciudad la Secretaría de Cultura del Municipio presentó “Noche de Boleros” con las voces del barítono Carlos Sánchez, la soprano Aída García y la mezzo Elba Flores quienes fueron acompañados al piano por Carmen Eloísa Sánchez.
Fue una gran noche de bohemia en donde los protagonistas hicieron un brillante recorrido de grandes boleros que fueron desde Usted, de Gabriel Ruiz Galindo y Bésame en la Boca, de Joaquín Pardavé, hasta Sabor a mí, de Álvaro Carrillo y Bésame mucho de Consuelito Velázquez, pasando por composiciones de Armando Manzanero, César Portillo de la Luz, Pedro Junco Osvaldo Farrés, Frank Domínguez, en una fraternal velada ante numeroso público.
Evento que concluyó con nutridos aplausos y la promesa de nuevas noches bohemias en los siguientes meses.
La buena música siempre une, es como decía el profesor Loarca Castillo “alimento espiritual y generadora de alegría y paz en la comunidad”.
“Chamín” Correa
A propósito de boleros, el pasado 14 de enero falleció Benjamín “Chamín” Correa, músico non y bolerista sensacional, a los 90 años de edad.
Reconocido como el más pulcro y creativo requinto romántico, fue él quien en 1951 fundó el trío musical "Los Tres Caballeros" junto con Roberto Cantoral y Leonel Gálvez, lanzando a la fama temas de la inspiración de Cantoral como “Reloj” y La Barca”.
Fue acompañante y arreglista de numerosos éxitos en producciones de José José, Luis Miguel, Julio Iglesias, Gloria Estefan, Enrique Guzmán, Tania Libertad, Flor Silvestre y Óscar Chávez.
En alguna ocasión lo fui a ver en “Las Sillas” del Hotel Fiesta Americana en la Ciudad de México.
Se me quedó desde entonces muy gravada su enorme calidad y virtuosismo con la guitarra, cuando de pronto, dialogaba y era muy cercano al público, me preguntó qué canción quieres y cómo quieres que la toque.
Recuerdo que le pedí que tocara como si la hubiera hecho Mozart, una canción romántica que cantaba Julio Jaramillo.
Su virtuosismo, armonía y conocimiento musical sorprendieron a todo el público.
Ya después, en plática posterior, me comentó que escuchaba música de toda, pero que especialmente se nutría de las obras de Mozart, Wagner, Hayden, Shuman, Haendel, Verdi y Gounod.
Nunca olvidé aquella formidable y sorprendente velada.