Alegre, apasionada, irónica, activa, maestra siempre, pocos días antes de fallecer, afirmaba en su última entrevista “Aunque el tiempo se me agota, estoy en huelga de muerte”.
Emma Godoy, filósofa, escritora, poeta y humanista, fue de las mujeres que eludió siempre los arquetipos tradicionales, y supo alargar su trascendencia en espacios de luz, coloreados de entusiasmo, alegría, sentido del humor y profundidad, sin poses ni capillas de elogios mutuos.
Supe de ella, adolescente aún, cuando en el viejo Molino de San Antonio, los escolásticos maristas representaron su obra de teatro “Caín, el Hombre, misterio trágico”, obra de enorme profundidad y reflexión que acunaba en sus escenas la compleja historia trágica del hombre que es capaz de matar porque ha dado la espalda al amor y a la humildad que éste siempre encierra.
El maestro José Miguel Naranjo Ramírez resume aquella obra teatral: “la tragedia original de Caín fue ser desterrado de la presencia del Señor; a partir de este castigo Caín quien representa al hombre, a la cultura, ha buscado la ciencia para encontrar consuelo, sentido y explicación a su vida, sin embargo, la historia del hombre nos ha enseñado que si bien necesitamos de la ciencia, de la razón, ésta no ha sido suficiente para llenar el alma, por lo tanto, el justo medio que propone Emma Godoy consiste en que sin abandonar la ciencia: “vuelva Caín su rostro hacia el rostro del Señor.”
En otra parte, Emma Godoy sostenía: “Existimos para camineros de nuestra profundidad. Para el silencio –música callada-. Para la soledad –soledad sonora-. Iniciamos el viaje por la sabiduría hasta que logra callar el hombre para dejar oír la voz de Dios”.
La enorme maestra, fumadora empedernida por cierto, también participó en cientos de programas radiofónicos donde con claridad y concisión abordó multitud de temas diversos temas, dirigidos especialmente a la juventud.
Emma Godoy tuvo además entre sus principales preocupaciones y ocupaciones dignificar la vejez, así como la vida, llena de historias, experiencia y sabiduría, de quienes la sociedad marginaba cada vez más, siguiendo inercias de una “civilización” pragmática y frecuentemente des almada.
En ese tenor creó en 1977 la institución DIVE (Dignificación de la Vejez) que en 1979 llevó al gobierno mexicano a crear el INSEN que después se convirtió en el INPLAN.
Con el filósofo alemán Walter Benjamin, Emma Godoy, lamentaba que desde el siglo XIX las sociedades burguesas habían llegado a facilitar a la gente, por supuestas razones médicas y de higiene, evitar ver a los moribundos, mediante la creación de asilos: la muerte, cada vez más lejos, del mundo perceptivo de los vivos.
“Y en el siglo XX los ancianos enviados con mayor frecuencia –por sus hijos, nietos, sobrinos o herederos– a asilos y hospitales. Pero precisamente es en la figura del moribundo, del anciano que se está despidiendo, que su experiencia y sabiduría sobre este mundo toman una forma transmisible. Ése es el material del que nacen los relatos a través de los cuales se cede a la generación siguiente la historia que les tocó vivir, de la cual formaron parte”.
La filosofía, para Emma Godoy, es la “ciencia de saber vivir y saber morir… “ y añadía: “sin la mística no se cumple la filosofía”.
Nacida en Guanajuato el 25 de marzo de 1918, Emma Godoy fue la más pequeña de quince hijos guiados por sus padres Abigail Lobato y Enrique Godoy.
A los ocho años su familia se trasladó a la Ciudad de México donde fue estudiante incansable y permanente, se recibió como maestra en Lengua y Literatura Españolas. Estudió psicología, pedagogía y filosofía en la UNAM. Asistió a cursos de filosofía en La Sorbona y de historia del arte en L’Ecole du Louvre, ambas en París. Durante más de tres décadas se dedicó a transmitir los conocimientos adquiridos en la Escuela Normal Superior y en el Claustro de Sor Juana.
Desde 1949 inició su carrera literaria colaborando en la revista cultural Ábside, Señal y en muchas otras publicaciones. Fue asesora de la Sociedad Mexicana de Filosofía, presidenta honoraria del Ateneo Filosófico y miembro de la Academia Internacional de Filosofía del Arte.
Emma Godoy fue galardonada en 1962 con el Premio Ibero American Novel Award otorgado por la fundación William Faullkner, de la Universidad de Virgina, EU; en 1979 recibió el Premio Internacional Sophia, otorgado por el Ateneo Mexicano de Filosofía, y con el Premio Ocho Columnas de la Universidad Autónoma de Guadalajara, entre otras muchas distinciones.
La doctora, filósofa, poeta y escritora Emma Godoy falleció el 30 de julio de 1989. Sus restos estuvieron primero en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México y en 2006 fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres.
Vale por último anotar que en Querétaro, la Legislatura del Estado otorga anualmente la Medalla de Honor “Emma Godoy Lobato” a personas que por sus acciones y trayectorias impulsan a diario una cultura de respeto hacia las personas adultas mayores y contribuyen a la promoción de la defensa de los Derechos Humanos.