Cuando un jovencito hizo su aparición a fines de los años 50 del siglo pasado, para acompañar al piano los ensayos y presentaciones del coro marista del maestro Federico Pardo la sorpresa fue grande pues el nuevo maestro no llegaba a los 20 años… y parecía más joven; era además puntual y talentoso; había llegado a suplir a otro joven, Felipe Ramírez, quien se había hecho merecedor de una beca para estudiar música en Alemania.
Se trataba de Aurelio Olvera Montaño quien con el paso del tiempo se convertiría en uno de los personajes más apreciados de Querétaro por su intenso aliento a la cultura, por su trabajo disciplinado y constante, por su sencillez y por su enorme calidad humana.
Más de 60 años después, en el umbral de su 80 aniversario –nació el 25 de septiembre de 1939- el maestro Aurelio ha sido merecedor de cálidos homenajes, como el que recientemente le dedicaron la Universidad Autónoma de Querétaro y la Asociación de Antiguos tunos de América, o el que no hace mucho se le rindió en Juriquilla como director de la Banda de Música del Estado, o como tantos otros que hablan bien de él y también de su tierra, pues la gratitud es la memoria del alma de los pueblos.
Su vocación musical, confió más de alguna vez, la debe a su ingreso en la escuela de Música Sacra del padre Cirilo Conejo Roldán que después se convirtió en el Conservatorio de Música J. Guadalupe Velázquez, en honor a quien fue su fundador y primer director hace más 127 años.
Ahí, contaba el maestro Olvera, cursó la educación primaria, tiempo en el que además de aprender solfeo, canto, piano y órgano, se incorporó al coro y al grupo de monaguillos de Catedral.
Desde entonces nació su pasión por la música a la que definió como “una forma de ser feliz en la vida” según confió en entrevista.
Entre sus aportes a Querétaro está el haber sido por decenios, junto con su hermano Luis, maestro de música en diversos planteles oficiales y privados como La Normal, la Secundaria Federal 1, El 5 de Mayo, el Instituto Queretano; también cuenta entre sus haberes la fundación y dirección de la Estudiantina de la UAQ nacida en octubre de 1963 –bajo la idea de estudiantes de Derecho alentados por el rector Fernando Díaz Ramírez-, grupo universitario que lo llamó para ser su director y que logró gran proyección no sólo en Querétaro, sino a nivel nacional e internacional habiendo salido en giras diversas a Estados Unidos, Canadá, Centroamérica, Albania y España –en Santiago de Compostela la institución fue reconocida por su musicalidad y talento, entre las cinco mejores de 64 que participaron en 1979 en el Festival Internacional de Estudiantinas-.
Pero también entre sus grandes pasiones está el teatro: formó parte durante 15 años del grupo teatral Cómicos de la Legua donde participó en entremeses cervantinos, en pasos de Lope de Vega y en obras como “La Verdad Sospechosa” de Juan Ruiz de Alarcón; recibió laudatorias críticas especialmente por sus actuaciones en “Guillermo Tell tiene los Ojos Tristes” de Alfonso Sastre, donde hizo el papel del “Che” Guevara; y en Malcom contra los Eunucos, de David Halliwell.
Aurelio Olvera ha sido un feliz queretano enamorado de su tierra y su ciudad, cuyo gran bagaje se encuentra arropado de sencillez y de humildad.
Alguna vez, inquirido sobre sus posibilidades de estudiar música en otros países, contó que tuvo oportunidades, entre ellas la de ir a estudiar a la Academia de Santa Cecilia en Roma, pero prefirió seguir en Querétaro porque ha vivido ese proceso “de estar cada día más encantado por Querétaro y sus cosas”.
Y definía: “Querétaro es una ciudad privilegiada, con gran historia, grandes tradiciones, arquitectura imponente y también un gran auge. Todas esas cosas juntas, después de haber recorrido prácticamente toda la república y realizado viajes a Europa, Estados Unidos y Centroamérica y Sudamérica, se dan en muy pocos lugares. “Querétaro tiene todo y cada vez me siento más arraigado y quiero contribuir para salvaguardar sus tradiciones y su cultura, y también contribuir en su auge. Parece contradictorio pero no, debemos salvaguardar muchas cosas, pero también estar del lado del desarrollo: ser realistas, cuidar lo que tenemos y avanzar lo que debamos…”
Director de la Banda de Música del Estado durante casi 50 años, responsabilidad que compartió su hermano Luis (q.e.p.d.), obtuvo para la institución, aunque no lo pregona, el reconocimiento permanente del finiquitado Estado Mayor Presidencial que en giras presidenciales a estados del centro del país demandó en muchas ocasiones la presencia y actuación de la banda queretana por su calidad y oficio; con la banda convivió además durante muchos años con escolares mediante audiciones didácticas instándolos a cantar, a expresarse corporalmente, a conocer y tocar los instrumentos y a escuchar la música.
Más que hablar de sus logros y cualidades, prefiere hablar por ejemplo de que “tenía un problema… soy bien distraído. Una vez que fui a armonizar una Misa empecé a tocar la Marcha Nupcial y desde abajo me gritaron que era una Primera Comunión… Otra vez en el kiosco del Jardín con la Banda de Música se oyó un tronadero de tablas, el piso ya era muy viejo, y no reaccioné hasta que me caí hasta abajo…”
Cuenta con gusto que con la Estudiantina de la UAQ tocaron ante varios expresidentes que la escucharon muy contentos, López Mateos les pidió en su despedida tocar “Adiós Mariquita Linda”; el gobierno de Echeverría les obsequió un camión; el de López Portillo les financió el viaje a Festival Internacional de Estudiantinas en España…
Asimismo, fueron llamados a actuar ante dignatarios de otros países entre los que recuerda con especial gusto la actuación ante la Reina Isabel de Inglaterra -1975- en donde, contra todo protocolo, gracias a que ella no tuvo empacho, la prensa internacional les tomó fotos con ella. “No tuvimos ninguna, lamenta, pues sólo era prensa internacional”.
Consciente del tiempo, de su tiempo, Aurelio no ceja en su amor por Querétaro y continúa teniendo la onza de quien sabe y vive que “la música es una forma de ser feliz en la vida”.