Concheros y habitantes de San Francisquito abrieron las puertas de la “Casa del gran corazón” (“Ngu Därimui” en otomí); un espacio ubicado en las entrañas de este barrio tradicional, que busca fortalecer los lazos comunitarios de la zona y difundir sus expresiones culturales.
Ubicado en Ciprés número 9, el recinto fue habilitado por la Confederación Indígena del Barrio de San Francisquito – en un espacio dispuesto por el danzante y artista escénico local, Desiderio Däxuni–, para la impartición de diferentes talleres a la comunidad del mismo barrio; los cuales incluyen grabado y fotografía, así como danza y música conchera.
Además, la vocera de esta confederación, Camila Vera, informó que como organización también persiguen establecer un tianguis cultural local permanente, a través del cual puedan mantener la operatividad de este espacio de manera autogestiva y promover la economía solidaria.
Con danzas concheras, slam poético, venta de productos locales y una exposición fotográfica efímera con rostros de sus habitantes, el fin de semana pasado arrancaron las actividades de esta nueva casa cultural.
Cultura para la defensa del territorio
De acuerdo con Vera, esta iniciativa es una respuesta a la gentrificación que ha vivido la zona; entendiendo este fenómeno como un proceso de transformación urbana que se desprende de intereses económicos ajenos a sus habitantes, ocasionando el aumento de los alquileres o del coste de estos espacios y el subsecuente abandono del barrio por parte de sus residentes tradicionales.
“El principal objetivo de esta organización es la defensa del territorio, porque sentimos que el barrio está en peligro por la gentrificación, esto amenaza no solo el lugar donde viven las personas, sino también, las tradiciones. Además, nosotros entendemos la cultura como algo más amplio, no nada más como algo artístico, sino como algo que tiene que ver con los conocimientos de la gente, con nuestras tradiciones y cultura. Y este espacio intenta promover eso, no la alta cultura o el arte moderno, sino dar a conocer lo que es propio del barrio: la cultura popular y las tradiciones (…) Creemos que a través de la cultura hacemos comunidad y nos podemos organizar mejor”, afirmó la también conchera.
Hace dos años se inauguró en `San Pancho´ – como los habitantes también llaman a este barrio– el centro cultural BEMA; un espacio abocado al arte contemporáneo, la arquitectura y la urbanidad, que no fue muy bien recibido por la población al ser considerado un proyecto “externo a sus intereses y cultura”.
“Creemos que la gentrificación también se legitima a través de cierto tipo de ideas sobre la cultura. Estamos rodeados de casas culturales, museos y galerías como casa BEMA, el Museo de Arte Contemporáneo, y ahora, el Centro de Arte Emergente, que creemos que promueven una cultura que no es la propia del barrio y que muchas veces no recupera la realidad de las personas de aquí (…) No nos sentimos invitados a participar en sus propuestas (…) y casa BEMA, que está aquí dentro del barrio, no se articula con la comunidad. Vemos muy clara esa separación. Cuando tienen eventos viene gente de afuera, no es para gente del barrio (…) A la gente de casa BEMA no los ves caminando por el barrio, no los ves conviviendo con la gente (…) Ellos mismos marcan esa separación”, aseveró.
Además de hacer frente al despojo del territorio, otro de los objetivos de “Casa del gran corazón”, mencionó, es hacer resolver las problemáticas que aquejan a sus habitantes, como lo son la violencia, la inseguridad, el narcomenudeo y el trabajo sexual.
“No separamos la cultura de la lucha política, al contrario, creemos que es hermana”, expresó la Confederación Indígena del Barrio de San Francisquito en su manifiesto de apertura.
San Francisquito es un barrio tradicional ubicado en las inmediaciones del Centro Histórico de Querétaro, que se caracteriza por su cultura y tradición conchera.