La cultura, a menudo considerada un pilar fundamental en el desarrollo de cualquier sociedad, enfrenta desafíos significativos en Querétaro, donde es vista como un asunto secundario. Esta percepción se ha reflejado en el Cuestionario para evaluar la política pública en Querétaro para la cultura que revela las preocupaciones y críticas de actores culturales respecto a la gestión cultural en el estado. A través del análisis de las respuesta de 50 agentes del sector cultural, se hace evidente la necesidad urgente de repensar y redefinir las políticas culturales para que puedan responder a las necesidades de una comunidad que busca un acceso más equitativo, diverso e inclusivo a la cultura.
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1. El carácter secundario de la cultura
Uno de los hallazgos más reveladores de la encuesta es la percepción generalizada de que la cultura ocupa un lugar secundario en la agenda pública de Querétaro. La mayoría de los encuestados está de acuerdo en que, para poder atender lo cultural, primero deben satisfacerse otros asuntos considerados “vitales”. Esta perspectiva refleja una jerarquía de prioridades en la que la cultura se encuentra relegada, considerada como un lujo al que solo se puede acceder una vez que se han solucionado otros problemas más apremiantes.
Esta visión tiene un impacto directo en el desarrollo cultural del estado. Si la cultura es vista como secundaria, es menos probable que reciba la inversión y el apoyo necesarios para prosperar. Además, esta postura puede limitar la capacidad del sector cultural para contribuir al bienestar social, ya que subestima el papel de la cultura en el desarrollo integral de la sociedad. Es crucial reconocer que la cultura no es un complemento, sino un componente esencial que debe ser integrado en la estrategia de desarrollo del estado.
2. El rol del estado en la cultura: producción vs facilitación
Otro punto crítico revelado por la encuesta es la percepción del rol del Estado en la gestión cultural. Existe un consenso significativo en que el Estado se percibe más como productor y programador de eventos culturales, en lugar de un facilitador que provea condiciones para que los particulares generen y lideren sus propias actividades culturales. Este enfoque centralizado y posiblemente restrictivo limita la capacidad de los ciudadanos para participar activamente en la creación cultural y fomenta una dependencia del Estado que podría sofocar la diversidad y la innovación.
Esta percepción sugiere un modelo de gestión que no empodera a los individuos ni a las comunidades para que desarrollen su propio capital cultural. En cambio, concentra el poder en manos del Estado, a través de un uso autocrático y discrecional del presupuesto, lo que puede llevar a una homogenización de la oferta cultural y a la exclusión de expresiones culturales que no se alinean con la visión oficial. Para contrarrestar esto, es necesario un cambio hacia un modelo más abierto y participativo, donde el Estado actúe como un facilitador que apoya y fomenta la diversidad cultural.
3. La relación con las Bellas Artes: un enfoque excluyente
La encuesta también revela una preocupación respecto a la forma en que el Estado equipara la cultura exclusivamente con las Bellas Artes. Muchos participantes coinciden en que este enfoque limita la definición de cultura a un conjunto restringido de disciplinas, excluyendo otras formas de expresión cultural que son igualmente valiosas.
Este enfoque excluyente puede limitar la diversidad cultural y la inclusión de formas más contemporáneas o populares de arte y cultura en las políticas públicas. Al priorizar las Bellas Artes, se corre el riesgo de marginar otras expresiones culturales que no encajan en esta categoría, lo que podría alienar a sectores significativos de la población y perpetuar una visión elitista de la cultura. Es necesario ampliar la definición de cultura en las políticas públicas para incluir una gama más amplia de expresiones y prácticas culturales, asegurando que todos los ciudadanos se vean representados.
4. Dependencia de otras secretarías: un rol secundario
La mayoría de los encuestados también está de acuerdo en que las secretarías de cultura están supeditadas a otras oficinas con agendas de “mayor relevancia”. Esta subordinación refuerza la percepción de que la cultura no es una prioridad dentro del gobierno, lo que podría afectar la efectividad de las políticas culturales.
Esta situación debilita la posición de la cultura dentro del aparato gubernamental y puede resultar en una asignación insuficiente de recursos y en una falta de autonomía para desarrollar e implementar políticas culturales efectivas. Para cambiar esta dinámica, es fundamental fortalecer la posición de las secretarías de cultura, dándoles la relevancia y autonomía necesarias para liderar una agenda cultural robusta e independiente.
5. La percepción del folclore: connotaciones negativas y necesidad de cambio
Un hallazgo preocupante es la percepción de que el folclore aún se concibe bajo connotaciones colonialistas, racistas y extractivistas. Esto sugiere que la promoción y protección del folclore en Querétaro se hace desde una perspectiva desactualizada y poco inclusiva.
Para superar estas connotaciones negativas, es esencial redefinir cómo se promueve y protege el folclore. Esto implica adoptar un enfoque más inclusivo y respetuoso, que reconozca y celebre la diversidad cultural sin caer en estereotipos ni perpetuar visiones jerárquicas de la cultura. Es necesario un esfuerzo consciente para descolonizar las políticas culturales y asegurar que el folclore sea tratado con el respeto y la dignidad que merece.
6. Participación ciudadana: un elemento ausente
Uno de los puntos más críticos señalados por los encuestados es la falta de participación ciudadana en el diseño y la implementación de los planes de desarrollo cultural. La percepción de que estos planes se diseñan sin la intervención de la ciudadanía, sin mecanismos adecuados de gobernanza cultural, es una preocupación significativa.
Para mejorar la percepción y efectividad de la gestión cultural, es necesario incluir más procesos participativos y transparentes. La participación ciudadana no sólo enriquece las políticas culturales, sino que también asegura que estas reflejen las necesidades y deseos de la comunidad. Implementar mecanismos de consulta y participación activa puede fortalecer la legitimidad de las políticas culturales y fomentar un mayor sentido de pertenencia y responsabilidad entre los ciudadanos.
7. Percepción de la cultura como derecho: discrepancias y acciones necesarias
Las respuestas están divididas respecto a si la cultura es vista como un derecho en Querétaro. Mientras algunos participantes sugieren que no se garantiza el acceso equitativo a la cultura, otros creen que se ha avanzado en este aspecto.
Para asegurar que la cultura sea verdaderamente un derecho accesible para todos, es crucial adoptar un enfoque más inclusivo y equitativo en las políticas culturales. Esto incluye garantizar que todos los ciudadanos, independientemente de su origen, género, orientación sexual o nivel socioeconómico, tengan acceso a la cultura. Además, es necesario implementar acciones afirmativas que aborden las desigualdades históricas y aseguren que las poblaciones vulnerables puedan participar plenamente en la vida cultural.
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Hacia una gestión cultural inclusiva y participativa
El análisis de esta encuesta revela una percepción generalizada de que la cultura en Querétaro es vista como secundaria y que las políticas actuales son centralizadas, excluyentes y poco participativas. Para cambiar esta realidad, es fundamental adoptar un enfoque más inclusivo y participativo en la gestión cultural, donde se priorice la diversidad y se fomente la participación ciudadana. Solo así se podrá garantizar que la cultura sea verdaderamente un derecho accesible para todos y que contribuya de manera significativa al desarrollo integral de la sociedad queretana.
Este diagnóstico es un llamado a la acción para que las autoridades, los actores culturales y la sociedad en general trabajemos juntos para construir un entorno cultural más vibrante, inclusivo y equitativo. La cultura no debe ser vista como un lujo, sino como una necesidad fundamental que enriquece nuestras vidas y fortalece nuestra comunidad.