El amor fluye de la certera visión de la realidad tal cual es, y es también el amor lo que nos hace sentirnos responsables -individual y colectivamente- de todas las cosas, buenas o malas, que ocurren en nuestra comunidad humana.
Como integrante de la comunidad queretana, específicamente del centro de la ciudad, también pertenezco a otro pequeño grupo, una comunidad dentro de otra. Me refiero a la teatral, una minoría que cada vez crece más y se expande en sintonía con la mancha urbana. Dentro de estas agrupaciones sociales se encuentran otros grupos, compañías o colectivos que comparten los mismos intereses y la pasión por el arte de la escenificación. Es la oportunidad de dejar fluir el lado artístico para crear algo, el riesgo de mostrarse a sí mismo a través de la ficción, la adrenalina de salir a la escena, al límite de los nervios y los sentidos y, por el otro lado, lo maravilloso que es poder asistir como público y disfrutar, haciendo a un lado el ojo crítico de una buena obra de teatro.
Los pertenecientes a este grupo también comparten las mismas preocupaciones, todos hemos conocido los sinsabores de la falta de público, lo que normalmente trae consigo más dificultades. Pero un obstáculo a la solución de estos problemas se da cuando se presentan las disputas y desacuerdos dentro de la misma comunidad artística, que muchas veces tienen su origen en la falta de apoyo y recursos para la realización de eventos culturales y artísticos, los de verdad, los que hace la comunidad teatral queretana, los que pintan de teatro la ciudad día con día, temporada tras temporada.
Todo eso y más puede ser el teatro, sin embargo, cada individuo tiene su idea de creación y sus propias necesidades de expresión. Cada quien aborda el trabajo y la escena a su entender pero, de cualquier manera, existe un código implícito sobre lo que se requiere para llevar a cabo un proceso teatral.
Desde mi experiencia y en coincidencia con algunos compañeros con quienes he tenido la oportunidad de hablar al respecto, he encontrado 5 puntos que enseguida expongo, acompañados de algunos ejemplos, que considero esenciales para lograr no solo una convivencia laboral más sana sino también un mejor aprovechamiento durante el proceso teatral y las funciones.
1. El RESPETO es fundamental. Desde pequeños nos enseñan a no ser groseros, a no insultar, a pedir las cosas por favor y a agradecer siempre, pero ¿dónde queda el respeto al trabajo de mi compañero, a sus ideas y forma de ser; al tiempo y al espacio de trabajo, a los acuerdos y las decisiones tomadas por el colectivo? Cuando se trabaja sobre la escena, sobre todo durante jornadas largas, llega un momento en que el cerebro parece sobrecalentarse, provocando olvidos de trazo y texto. Cuando esto sucede se tiende a ofrecer disculpas en forma excesiva. El perdón continuo viene cargado de tensiones, nervios, miedos y más bloqueos que fugan la energía y la concentración y, por lo tanto, obstaculizan la relación con el otro.
2. Cuando la COMUNICACIÓN adquiere un sentido honesto y directo se pueden lograr grandes hazañas a nivel artístico y de organización; hay un mejor entendimiento y un mayor crecimiento. Si nuestra herramienta es el cuerpo y las emociones, es de suma importancia comunicar nuestro estado de salud física y mental; todo funciona mejor cuando se está bien con uno mismo. Abrir el diálogo a cualquier molestia, inquietud, mal entendido, sugerencia a nivel personal o sobre la escena, deberá ser bienvenido desde la razón y la empatía. Trabajamos con la sensibilidad y cuando nuestra intuición nos comunica algo, hay que saber escucharla y compartirla, puede traer múltiples beneficios y ayudar a localizar los puntos ciegos.
3. La elaboración de la agenda trabajo suele ser un dolor de cabeza al tratar de hacer coincidir los HORARIOS. Es de vital importancia ser humildes y realistas con el tiempo que se le dedica al teatro. ¿Cuál es el beneficio de llegar tarde y corriendo de un lugar a otro, sin darse la oportunidad de despejar la mente antes de someterla a la escena y encima sin haber trabajado en casa? ¿Para qué establecer horarios que no se respetan, provocando que se arranque tarde la jornada o extendiéndola al final? En contraste, los descansos son sagrados y muchas veces sobrevalorados, ya que no es una pausa vacía. Desde la reflexión consciente y la asimilación inconsciente, el cuerpo y la mente ayudan a esclarecer la escena para el siguiente ensayo. Los tiempos de ocio al interior del grupo son importantes para fortalecer los lazos; así que programar unas cheves también debería estar en la agenda de trabajo. Pretender que el calentamiento y el tiempo previo no determina el desarrollo de la función es entorpecer y no valorar el trabajo del otro.
4. La EMPATÍA es una herramienta que los actores deben desarrollar para su trabajo en la escena y para el acercamiento al personaje. Esta capacidad que se ejercita desde la formación, se necesita para saber escuchar a los demás y fortalecer los lazos de la realidad con la teatralidad y viceversa. De igual manera es importante la auto percepción, la auto empatía, el espejo que nos ayuda a comprender el “yo” desde el exterior. La empatía se trabaja y se debe encontrar en estado de balance, ya que en exceso puede convertirse en un problema al borrar los límites de las relaciones, creándose un ambiente propenso a la manipulación y al auto sacrificio, un nublo para la reflexión.
5. Lo mejor es ser claros desde un principio sobre las condiciones con las que se pretende trabajar y hasta dónde se plantean los alcances del proyecto y establecer el COMPROMISO. A lo largo del proceso las condiciones se irán moldeando conforme las condiciones externas e internas se vayan dando, sin embargo, aplicando el tan importante punto número 2, siempre se puede llegar a nuevos acuerdos sin poner en juego el compromiso de las partes. Es completamente válido y aceptable abandonar o pedir que alguien se retire de un proyecto cuando ocurren hechos desafortunados e irremediables dentro del grupo. Según sean las circunstancias, es válido aceptar los errores y retirarse, dependiendo de qué lado se haya cometido la injusticia.
Cada quien es responsable de sí mismo y nos corresponde crear ambientes sanos de trabajo en cada grupo, compañía o colectivo, desde donde pueda emanar sentido de seguridad, de no estar solo, porque es un encuentro íntimo con el otro que da fuerza y resistencia.
Debido a que los obstáculos siempre van a estar ahí, ya sea por factores externos o internos, es importante ser conscientes de ellos. Esta es la única forma de llegar a ese punto de ajuste, a ese punto desde donde se pueden mejorar las circunstancias. Cuando un miembro de un equipo de trabajo lo aprende y lo ejercita, esto permea a otras compañías a través del intercambio de intregrantes o colaboradores de los equipos. Lo importante aquí es la reflexión y el trabajo en conjunto, una cosecha lenta, consciente pero segura que mantenga la balanza equilibrada.