Inspirado por el sincretismo cultural del pueblo que lo vionacer, Rubén González López encontró en el dibujo primero y enla escultura después, la herramienta para dar vida a su propiavisión del mundo, un mundo que es al mismo tiempo simbólico yrealista, que es directo pero poético, alegórico pero concreto; yque dota de elementos recurrentes que lo unifican: manos oferentes,cuerpos sedentes, seres orantes. Con ello, Rubén González festejao critica, analiza y advierte, retrata e interpreta desde hechoshistóricos hasta individuos anónimos.
Y es con la escultura, oficio que explora desde hace quinceaños, que ha ampliado los alcances de su obra enriqueciéndola conmayor detalle, complejidad y poesía: el mascarero que coloca sobresus rodillas su creación como si fuera un bebé; un Miguel Hidalgotomando las riendas del destino espiritual y terrenal del pueblo;penitentes en procesión que cargan su cruz y caminan sobre tumbassin nombre.
Diversos son los temas que ocupan la mente y creatividad deRubén y que le hacen transitar del lienzo a la escultura según sunecesidad creadora.
De toda su obra escultórica, el Museo de Arte Sacro haseleccionado un conjunto de piezas relacionadas con la devoción yreligiosidad y las ha agrupado en tres grandes temas -personajes,alegorías y tradición-, a fin de dar cuenta de cómo el artistaoriundo del Pueblito, ha logrado el dominio de la maderapalocuchara para dar forma a postales tridimensionalesexcepcionales.
Personajes
Caer en el lienzo de Rubén, cuyo trabajo como cartonista levalió el Premio Nacional de Periodismo, puede ser una suerte o unadesgracia. Pero es en la escultura donde nuestro artista se permiterendir homenaje a personajes destacados de la historia, lapolítica, las artes o la cultura de todo el mundo. La selecciónde piezas para esta exposición lo confirma: sacerdotes queretanos,héroes de la patria, papas y los Premios Nobel de la Paz Teresa deCalcuta y Mahatma Ghandi.
Y de manera especial, el mascarero, ese artesano que conserva latradición de su pueblo a través de un oficio que a veces pasadesapercibido ante lo fastuoso de la fiesta.
Tradiciones
La devoción del pueblo se comprueba en sus fiestas patronalesen las cuales participa toda la comunidad. Por eso, Rubén no dejaa nadie fuera: los flachicos, la muerte, los músicos, elsahumador, las flores, los penitentes y, por supuesto, su patronala Virgen del Pueblito y el buey, ofrenda viva y pagana; y en estesentido, Rubén incluye al basamento piramidal de El Cerrito que dacuenta de ese sincretismo en el que el artista siempre insiste.
El sincretismo también está representado por los rasgosindígenas de los rostros anónimos que pueblan toda la obraplástica de Rubén y que en esta exposición, tiene su máximorepresentante en la pieza del Santuario, donde una mujer indígenaofrece los humos de su sahumerio a la virgen que corona el templo,mientras la música del ángel que le acompaña hace que laspalomas revuelvan su vuelo.
Alegorías
La pobreza es un tema que preocupa a Rubén y lo representa conla mujer que descalza y oculta bajo el rebozo, lo mismo se hincapara llorar a su hombre crucificado en la guerra que para protegerel fuego de una vela. La pobreza está también en el pueblo que seasoma por la ventana de la carreta guiada por Hidalgo, comoqueriendo ver a esa nueva vida que el cura les ofrecía con lasublevación.
Ya sea con honores o crítica, con festejo o recriminación,Rubén utiliza su arte para invitar a la reflexión, para que quienobserva no olvide que en el festejo también hay sacrificio, que enla fe también hay tristeza. Es a través de estas alegorías ypersonajes que la creatividad de Rubén González se desdobla yencuentra nuevos caminos para mostrar ese pueblo que le impresionapor su devoción y fiesta, pero también por su pobreza ydesconsuelo.