En numerosas ocasiones los integrantes de las compañías artísticas, para lograr sus objetivos, han de asumir el manejo de recursos financieros, organizativos y humanos. Esto es, contar con determinados conocimientos administrativos, sobre el mercado, políticas culturales, tendencias de la sociedad, la cultura y las artes, comunicación y relaciones públicas. Tienen que proponer y realizar acciones y toma de decisiones dependiendo de las características de las personas con las que trabajan, la estructura de la organización artística, el medio social en el que están inmersos y el grado de aceptación y demanda de los productos artísticos que generan. Todo ello con un gran aporte de creatividad, con una actitud de permanencia y relación con el medio profesional, informándose, comparando, compartiendo experiencias, formándose, analizando su función y sus resultados continuamente. Entonces se vuelve imprescindible contar con una figura prácticamente desconocida y poco asumida en la dimensión de aportación creativa y de orquestación de todos los elementos que integran la producción de un espectáculo. Hablo del productor ejecutivo, quien necesariamente ha de contar con la capacidad para hacer concordar los aspectos artísticos con los administrativos y de mercad0otecnia. Bajo esta premisa, es esta persona quien ayudará a la compañía artística a desarrollarse profesionalmente, incorporando metodologías prácticas y accesibles de investigación, planificación, realización y evaluación de los proyectos emprendidos por la organización.
Si observamos el desarrollo registrado en los últimos años en nuestro estado, respecto a la conformación de más y nuevas compañías dedicadas a las artes escénicas, nos daremos cuenta de que no basta con tener un objetivo artístico determinado o, dicho de otra manera, un propósito en común; para posibilitar la permanencia de éstas bajo un esquema de autogestión o autofinanciamiento, se vuelve necesario tener una visión, una orientación sobre el rumbo de la organización, claridad en la distribución del trabajo e implementar un sistema de colaboración y coordinación. Estos aspectos brindarán seguridad en la permanencia y la realización en el campo profesional.
Siendo las escuelas de artes escénicas de nivel superior quienes proveen del recurso humano que conforma estas cofradías, es imprescindible que se implementen dentro de los programas, temas relacionados con la gestión de las organizaciones artísticas y sus proyectos, porque el hecho de que no sean abordados desde la preparación profesional, ha dificultado el conocimiento de herramientas y técnicas útiles, que mediante su aplicación hagan posible el desarrollo positivo de los procesos y resultados de productividad que cualquier proyecto escénico ha de contemplar -bien sean objetivos económicos, sociales, organizacionales, artísticos o de otro tipo- provocando con ello el trabajo aislado y sin rumbo con el consecuente desperdicio de recursos, el desaliento en la continuidad de los proyectos y el desánimo para permanecer creando dentro de la figura de una organización, aun cuando se trate de una compañía con una postura artística definida.
Porque el actual sistema permite cada vez con menos frecuencia una estructura de trabajo basada en el formato de prueba y error, producto del empirismo, es inminente la preparación de artistas con un perfil específico, con las capacidades necesarias para adoptar una determinada forma de enfoque y actuación sobre los aspectos relativos a la gestión de la producción escénica, minimizando el rechazo que, comúnmente, en el medio artístico ha existido hacia estos temas.
No importa cuán pequeña sea la organización o compañía, no importa si ha adoptado una constitución legal, lo importante es que aun tratándose de un grupo de tres personas, se debe tomar en cuenta que alguno de ellos tendrá que contar con una preparación adicional a su formación artística como ejecutante o creador para ser capaz de administrar los recursos, aplicar los conocimientos y realizar las acciones que conforman la gestión y administración de proyectos, así como también de conocer la conformación y el entorno operativo de la organización y generar espacios de reflexión sobre el posicionamiento de la organización artística para estructurar posteriormente, desde este análisis, las consecuentes y adecuadas acciones estratégicas que permitan el logro de sus propósitos en las mejores condiciones.
El productor ejecutivo realiza el trabajo vital de mantener vivo un proyecto artístico, desde el anonimato, pues será éste quien no recibirá un reconocimiento expreso y sí será objeto de demandas en cuanto a que los sueños y aspiraciones de los participantes sean cumplidos, como ya lo he mencionado, en las mejores condiciones en lo individual y en el colectivo. Por tanto debe, en la medida en que se cuente con los mínimos requerimientos humanos, técnicos y financieros, basar la efectividad de su trabajo en la aplicación de una metodología concreta para la selección, planificación y realización del proyecto escénico emprendido dentro de la organización.
Hablando solamente de la etapa de planificación, un aspecto importante que no podemos dejar de lado es la vida del proyecto, es decir, su principio y fin, porque de esta proyección dependen las acciones que se emprenderán en el campo de la mercadotecnia, la cual contempla desde la ubicación del público objetivo para determinar las estrategias de promoción y difusión, hasta los posibles patrocinadores o coproductores interesados en financiar con aportaciones en especie o en efectivo la realización del proyecto.
Como puede leerse, el tema de producción es amplio e inabarcable en este breve espacio; no obstante, es innegable que sin este conocimiento y la adopción de estructuras organizacionales especializadas, la proyección de las compañías dedicadas al arte escénico se reducirá a la mínima exigencia de un teatro local, si no es que se condenará a la vida efímera ya no solamente del producto escénico, sino de las compañías mismas.
Finalmente, lo que no debemos perder de vista es que el principal recurso con el que una compañía cuenta es el recurso humano; por tanto considero tres aspectos fundamentales que de facto deben observarse en todos los integrantes: la actitud, la aptitud, la formación, el potencial y la motivación, de esta manera, cada uno en su lugar, aunado a un sentido ético y de lealtad con los objetivos personales y grupales, estaremos asegurando la ejecución de proyectos de largo aliento y la consolidación en ascenso de una compañía.
“Este artículo se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa México en Escena 2016”.