El humorista gráfico argentino Guillermo Mordillo, quien murió a los 86 años de edad, dejó un legado de más de dos mil dibujos que reflejan su sesgo lúdico y reflexivo, con el que abarcó temas que van desde la soledad o el amor hasta su fascinación por los deportes y los animales.
El ilustrador falleció la noche del 30 de junio tras sentirse indispuesto mientras cenaba con su familia en un restaurante de la localidad turística de Palmanova en la ciudad de Mallorca, España, de acuerdo con la agencia informativa Télam.
Guillermo Mordillo se trasformó en un ícono del género por su trazo elocuente que le permitió prescindir de las palabras. Está considerado como el humorista argentino más universal: lo logró gracias sus temáticas despojadas de una pertenencia territorial o temporal, pero también a partir del descubrimiento de un estilo moldeado por la intuición y el azar.
"A los 34 años, mientras vivía en París me quedé sin trabajo. Entonces, me puse a hacer dibujos para ganarme la vida. Como no sabía el idioma muy correctamente, entonces los hice sin palabras. Esta fue una decisión que tomé por necesidad y por instinto", definió alguna vez Mordillo del origen de sus viñetas silenciosas.
El artista comenzó a dedicarse de manera profesional al cómic a los 34 años, precisamente cuando se instaló en París y, tras permanecer varios meses desempleado, empezó a realizar dibujos para ganarse la vida.
Sin embargo, no era ningún improvisado en el rubro: se había formado en la Escuela de Dibujantes (llamada hoy Escuela del Cómic) luego de una infancia en Villa Pueyrredón marcada por su afición al dibujo y al futbol, dos temáticas que luego aparecerían entrelazadas en su carrera profesional.
El humorista gráfico vivió en Perú durante cinco años y después radicó en Nueva York, donde obtuvo trabajo en los estudios Paramount como dibujante de los films centrados en el célebre marino Popeye.
La publicación de un dibujo en la revista Paris Match, en 1966, selló el lanzamiento internacional de Mordillo. Esas viñetas fueron luego reproducidas por la revista alemana Stern y de allí a publicaciones de cuatro continentes.
En su obra aparecen con frecuencia temáticas como la soledad, el amor, el futbol y los animales, diseminadas en secuencias gráficas donde se recortan sus arquetípicos personajes blancos sobre fondos de colores vibrantes.
"Los dibujos míos también son atemporales. Por eso un tema que aparece mucho es la soledad, que es ancestral, actual y futura. ¿Es que acaso no estamos en soledad permanente? No todos lo sienten, pero estamos solos. Empezando por el planeta, que es un puntito en una galaxia y no sabemos si hay más. En la inmensidad del planeta, de la especie humana, no sabemos si estamos solos o no", sostuvo hace algunos años Mordillo en una entrevista.
La producción del ilustrador, que llegó a más de dos mil dibujos con un promedio de 60 anuales, destaca por su potencia visual que se cuela en los detalles técnicos que deparan al lector una contemplación minuciosa en la que los aspectos minúsculos terminan siendo reveladores de una trama reflexiva de alcances universales.
Su humor atravesado por la ironía se desplazó en los últimos años hacia una serie de viñetas que se internaban de lleno en la muerte. Así surgió por ejemplo una escena gráfica en la que se ve una casa y a la muerte golpeando la puerta, mientras un pequeño hombre de nariz pomposa entreabre y señala a un perrito que mordisquea un hueso a un costado de la casa, ajeno a la traición de su amo.