El problema es el ruido por todos lados. No podemos decir ni escuchar. Todo está contaminado por el ruido. Guarda silencio
Esperanza Carpenter
Esperanza Carpenter es el pseudónimo del autor de ID descalzos, obra con la que, en complicidad con la directora tamaulipeca Sandra Muñoz, el equipo de actores de Atabal Creación Artística AC está creando un discurso escénico que habla de las raíces rotas por la invasión de tanto ruido, acto que nos aleja de la tierra y nos impide escuchar incluso el latir de nuestro propio corazón.
Pero en esta obra o coso escénico, como lo llamó en un principio nuestra directora, ¿cuál es el significado de ruido? En esta ya casi puesta en escena: no pensar, es ruido; no escuchar, es ruido; no hablar, no comunicarnos, no mirarnos a los ojos, no detenernos, no disfrutar las sonrisas, no sonreír, no sorprendernos de las pequeñas grandes cosas, no extrañarnos, olvidar, querer olvidar, hacer olvidar, privilegiar lo urgente, perder la noción de lo importante, relativizar la vida, minimizar el acto vital de respirar, correr, no poder parar, estar en esta tierra sin estar, ahogar el llanto, ocultar el llanto… son ruido que no nos permite ser plenamente felices.
“Yo soy diferente; estoy envuelto de aparatos analógicos: tuve dos pianos de 400 kilos y durante tres años he cultivado un jardín secreto que me ha dado contacto con la realidad: colores, olores, sensaciones... Me ha permitido percatarme de la alteridad de la tierra: la tierra tenía peso, todo lo hacía con las manos; lo digital no pesa, no huele, no opone resistencia, pasas un dedo y ya está... Es la abolición de la realidad; mi próximo libro será ese: Elogio de la tierra. El jardín secreto. La tierra es más que dígitos y números.” Byung-Chul Han.
Éste es un fragmento de la entrevista titulada “Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”, realizada a este filósofo y ensayista surcoreano, tomado de El País (7 de Febrero de 2018).
Esta cita es, en resumen, la tesis del trabajo que pronto compartiremos y que esperamos se convierta en una posibilidad apenas, en una esperanza quizá de que todavía podemos revertir la vorágine tecnológica y banal que nos aleja de lo humano, lo sensible y lo poderosamente vital que es nuestra esencia.
Haciendo un poco de historia, partiendo de que el artista se caracteriza por su generosidad, es que comparto con usted, estimado lector, una pequeña parte del proceso por el que hemos atravesado en los últimos meses para llegar a lo que pronto cobrará vida en una ficción completa:
Primera parte: el laboratorio. Donde nos reencontramos con nuestro cuerpo y con nuestros anhelos, con nuestros sentidos sutiles de percepción y comunicación. Ahí nos reconocimos en nuestras diferencias y coincidencias; ahí nos congraciamos con el recuerdo más terrible y con el más feliz de nuestras vidas; ahí nos expresamos y nos conmovimos, nos comprometimos con el otro, nos ayudamos, nos escuchamos, empezamos a ser comunidad. Tenemos qué decir, qué hacer. Tenemos un texto.
Segunda parte: el montaje. Nos confrontamos con nuestras limitaciones para armar el rompecabezas: discurso, cuerpo, voz, sentimiento, mente abierta y dispuesta, concentración, el decir con verdad y extra-cotidianamente; la exactitud en la forma, la precisión en el contenido, la escucha, la alerta para proponer y hacer crecer el germen al que dimos nacimiento y nuevamente: nos ayudamos, nos exigimos, nos comprometemos más a fondo, nuestra comunidad se fortalece.
Y aquí estamos. Id descalzos, es la historia de un grupo de gente que un día decidió quitarse los zapatos, alejarse del ruido, irse a un paraje desierto para renacer incluso con otro nombre; porque en palabras del autor: “la vida somos nosotros”, y donde estemos tenemos la facultad y el privilegio de sembrar vida. Estos seres van descalzos; no les importa que los señalen por ser diferentes. Ellos no olvidan, es su virtud y su privilegio, por eso comparten sus historias que se entrelazan con un mismo ritmo vital que les da el haber vuelto a hacer contacto con lo natural: la lluvia, el canto, los sonidos internos, aquéllos que ya dejamos de escuchar y que están ahí, en nuestra naturaleza.
Al final, estamos participando en la construcción de una gran metáfora; estamos hablando de un grupo de personas diferentes, señaladas por caminar distinto y en direcciones opuestas a las que impone una sociedad que va de prisa. Estamos hablando de una comunidad que se detiene cada vez que lo desea, piensa a dónde va, persigue utopías, apuesta la vida y es feliz. Cualquier parecido con la realidad de una verdadera compañía de teatro no es coincidencia, es realidad. Al final estamos hablando de cómo nos gustaría ir por la vida, contagiando a todo aquél que quiera, como nosotros, caminar ligeros, sin ataduras, sin opresiones, caminar descalzos.
Yo también llegué cargando mi olvido, mi vida y sus laberintos y encontré que la respuesta, estaba oculta esperando que tuviera el valor de romper aquello que la rodeaba para llegar al corazón. Así lo hice. Y desde entonces voy descalzo. Extendiendo mis raíces para encontrar de nuevo el sol
Esperanza Carpenter
“Este artículo se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa México en Escena 2018”.