Despiden a Don Paco Rabell

Luto en el teatro queretano

Donna Oliveros|Diario de Querétaro

  · domingo 6 de diciembre de 2020

Aún con las mascarillas cubriendo la mitad de sus rostros, la tristeza y desconsuelo podía adivinarse en las miradas de sus nietos, hijos y esposa, Anita Flores / Fernando Reyes|Diario de Querétaro

Esta vez no fue la tercera llamada la que congregó al público entre las butacas, fueron las campanadas del Templo de la Cruz las que anunciaron la presencia y partida de Don Paco Rabell, primer actor y fundador del Corral de Comedias, que a los 86 años dejó este gran escenario que es el mundo, para pasar a la historia como uno de los decanos del teatro en Querétaro.

Vestidos de negro y portando cubrebocas, antes del amanecer, poco a poco se fueron reuniendo en este recinto los familiares y amigos del también director teatral, cuyo féretro fue colocado frente al altar, acompañado de arreglos flores y de uno de sus retratos.

Aún con las mascarillas cubriendo la mitad de sus rostros, la tristeza y desconsuelo podía adivinarse en las miradas de sus nietos, hijos y esposa, Anita Flores, quien al término de la ceremonia se abrazó a su fotografía, encabezando la marcha fúnebre hasta el umbral de la iglesia.

Antes de que el ataúd pudiera ser trasladado, la familia detuvo a los porteadores de la funeraria en el atrio del templo, para abrir la tapa y despedirse por última vez del decano del teatro.

Foto: Archivo | Diario de Querétaro

Al ver su semblante apacible y la suave sonrisa entre sus labios, una de sus nietas no pudo más que abalanzarse entre lágrimas hacia el ataúd, abrazándolo, y pasando su mano sobre el cristal a la altura de su rostro, mientras que sus nietos, Jerónimo y Diego, ayudaban a su abuela a incorporarse de la silla de ruedas, para que también pudiera decirle adiós al que además de ser su compañero de vida, fue su compañero de escenarios.

Tras su partida en la carroza, la familia se abrazó desconsolada, mientras los asistentes rompieron el silencio con aplausos.

Foto: Miriam Martínez | Diario de Querétaro

“Fue el fin de la mejor obra de teatro en el mundo”, dijo su nieto Jerónimo, asegurando entre lágrimas, que además de ser su abuelo, Don Paco Rabell, fue su maestro.

“Absolutamente todo lo que quiero y me gusta en esta vida se lo debo a él (…) Dejó un legado que es más importante que cualquier administración que haya pasado por este estado (…) Dejó 60 años de trabajo incansable por el teatro, por la cultura, por darle felicidad a la gente, a toda la sociedad. Él realmente hacía las cosas por amor, él no lucró, el arte era su método de vida. Él dejó algo invaluable, bello y real, algo que se quedará siempre en la gente”, compartió.

Además de ser fundador de una de las compañías más antiguas en el estado, Jerónimo recordó que Rabell acompañó en su formación a diversas generaciones de actrices y actores de Querétaro, muchos de los cuales hoy, a través de sus propias compañías, continúan con el legado del director.

“Fue un gran semillero… mi abuelo les inyectó [a las generaciones de actores que le siguieron] esa energía y ese impulso para perseguir sus sueños, porque es lo que él siempre hizo, hasta el último momento continuaba haciendo planes”, dijo.

A un par de semanas de que el Corral de Comedias celebre su 40 aniversario, Jerónimo aseveró que la reapertura de este espacio – que ha permanecido cerrado a lo largo de nueve meses por la pandemia de Covid-19 y por los trabajos de restauración ejecutados en ese mismo lapso– será no solo un homenaje a la figura de su abuelo, también simbolizará un homenaje de Don Paco Rabell a su público.

“¿Te acuerdas que fuiste a ver el teatro para conocer cómo se estaba transformando? –recuerda Jerónimo que le preguntaron a su abuelo la misma madrugada que partió– y él dijo: sí, es muy hermoso lo que están haciendo. Entonces le dijimos que se sintiera seguro de que no íbamos a abandonar el espacio, y nos dijo que confiaba en nosotros. No recuerdo bien cómo estuvo la broma, pero luego de que le aseguramos que íbamos a empujar muchos proyectos, contestó: ¡no digan que me quedo! Y se rió mucho. Fue cuestión de minutos cuando se desconectó, yéndose feliz, con una sonrisa”.