/ miércoles 30 de octubre de 2024

Devociones y patronazgos contra enfermedades y epidemias

Cartografía del tiempo y la memoria

Las continuidades y las transformaciones: En Querétaro las migraciones, las nuevas composiciones del territorio, entre otros factores conformaron una población multicultural, multiétnica y multilingüe. Las congregas fueron el origen de los barrios con sus santos patrones venerados en templos y capillas. En parte debido a "las calamidades" y la manera de afrontarlas. Las pandemias, epidemias y desastres que asolaron la ciudad de Querétaro al paso de los siglos fueron de diversa índole: El cocoliztli, ("gran enfermedad"), sarampión, viruela, tabardillo, además de lluvias torrenciales, heladas, sequías y el chahuistle en el maíz y trigo.

Expresiones populares: En Querétaro se establecieron cambios, se adoptaron actitudes diversas que todavía persisten en algunos grupos. Santos, advocaciones, devociones que se materializaron en capillas, templos, asociaciones gremiales, cofradías y congregaciones indígenas. Todas dejaron su huella en nuestra ciudad. Son una herencia cultural las manifestaciones religiosas en la plaza, el atrio, el templo; ceremonias y ritos configurados en procesiones, fiestas y otras expresiones populares. Tradiciones y costumbres fueron los vínculos para construir imaginarios colectivos, donde se basaron el reconocimiento de propios y extraños y con ello un sentido de pertenencia. El espacio urbano se configuró entre los vaivenes de salud y enfermedad, propiciada por plagas de piojos, liendres y otros bichos; los gérmenes que se creaban en los muladares y basureros; desechos orgánicos en la vía pública, en el río y las acequias. Aguas negras e inmundicias en el arroyo de las calles. Aunado a las condiciones insalubres de mesones, establos y mercados. Entierros en templos y atrios provocaban enfermedades y pestes. Además de pútridos olores.

Entre lo místico y lo mundano: Estampas, imágenes, medallas y publicaciones de vidas ejemplares tuvieron gran difusión. En este escenario de claroscuros desde luego había charlatanes que lucraban con la creencia en milagros y hechos fantásticos. Así tenemos apariciones y manifestaciones. Entre novenas y decenarios las noticias de beatas y religiosas, de frailes y clérigos que llevaban una vida de penitencia, fueron ejemplo de mortificación, misticismo y ascetismo. En la ciudad de Querétaro los franciscanos organizaban diversas exteriorizaciones religiosas; autos sacramentales, procesiones y misiones. Era frecuente ver por las calles y plazas procesiones "de sangre". En ocasiones haciendo rogativas por el buen temporal; otras para terminar con las epidemias, además de invocar el perdón divino.

Reliquias, talismanes y amuletos: Algunas prácticas como la bendición de candelas, medallas, rosarios y escapularios; el uso de agua bendita, fueron motivo de desconfianza de los religiosos porque ocasionalmente oscilaba entre la práctica piadosa hasta el fanatismo, la superstición la hechicería y "la vana observancia". En el espacio urbano de la ciudad de Querétaro quedan también testimonios de los signos para protección contra enfermedades y males que acechaban. Hornacinas, nichos con imágenes de santos o vírgenes; cruces como remate de la casa. En las puertas llamadores en forma de mascarón o la "Mano de Fátima". En algunos balcones figuras zoomorfas. Existieron nombres de calles que se referían a la Estampa de alguna advocación religiosa. -Estampa de Santo Domingo, Estampa de Cinco Señores y otras-. El complejo conventual de San Francisco daba cobijo a varios templos y capillas donde se aglutinaban diversas congregaciones y cofradías. Cada cual con el santo protector del gremio. Se veneraban reliquias de santas y santos en los templos -dedos, huesos, pedazos de hábitos, cráneos y otros objetos que pertenecieron al santo o santa-. En Querétaro hemos tenido en la últimas décadas varias ceremonias relativas a la recepción de las reliquias de San Antonio, Santa Clara, Santa Teresita de Jesús, Juan Pablo II y otros... Se tenían dentro de la ortodoxia como amuletos protectores. En ocasiones servían para ahuyentar "malos espíritus", para mitigar epidemias y todo tipo de plagas. Por supuesto que hubo un tráfico de reliquias, la mayoría falsas.

Milagrería: Para dar testimonio público de un beneficio se cantaban misas o se podía también acudir a expresar el beneficio obtenido con un "retablito" o exvoto. Donde se reseñaba la intercesión divina para encontrar un objeto perdido, recuperar la salud, quedar a salvo de una pandemia o de la guerra. Esas laminillas, connotadas como arte popular expresan dramatismo, piedad, fervor. Es la descripción simbólica de un acto milagroso. Las escenas están acordes a una escenografía folclórica; devoción y muestra de gratitud implícitas. Actualmente se colocan "milagritos" -de diversos metales- en las prendas de vestir del santo, en la urna o a sus pies; manos, piernas, ojos, corazones de varios metales. Algunos representaban animales como caballos, bueyes o perros. También es común ver fotografías y billetes. Es una declaración de la presencia cotidiana de fenómenos sobrenaturales desde el virreinato hasta nuestros días.

Culto a la imagen: La casi imperceptible línea entre la idolatría y la devoción y culto a las imágenes sagradas se pretendió definir con claridad en el Concilio de Trento al mediar el siglo XVI. En la sesión de cierre -diciembre de 1563-, se confrontó el abuso de las imágenes que tenían originalmente una función didáctica, para dar ejemplo de vidas virtuosas de los santos. En 1585 en el Tercer Concilio Provincial Mexicano se dispuso en el Título XVIII del Libro Tercero sobre las características de las imágenes.

Santos patronos y festividades: En La Flor de los Santos - al igual que en otras lecturas piadosas- se puede apreciar el patrocinio de los santos y la posibilidad de interceder para atenuar el flagelo de las enfermedades, las penas del purgatorio y del infierno. Había pues, que reverenciar al santo patrón con misas, fiestas, manifestaciones devocionales, rogativas, sufragar capellanías, otorgar limosnas y diezmos, costear la erección de un templo o capilla, pagar a un maestro ensamblador para donar un retablo. Pagar de por vida misas de sufragio. Eran algunas maneras de obtener la protección celestial. En la sociedad novohispana el culto a las imágenes fue exaltado desde los gremios, cofradías y archicofradías. La difusión y culto a los santos patronos se extendió más allá de las corporaciones piadosas. Toda vez que cada agrupación contaba con uno -o más- santos titulares. Se efectuaban costosas celebraciones que regularmente consistían en misas y sermones especiales, corridas de toros, certámenes literarios, veladas musicales, banquetes y por supuesto los fuegos artificiales. El pópulo se regocijaba con estas manifestaciones; entre las que destacan: las bendiciones de San Felipe de Jesús el 5 de febrero, San Isidro Labrador el 15 de mayo; El Corpus; la aparición de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre.

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Patrocinio de los Santos: La potestad y supremacía de las imágenes para interceder por un caso especial generó un culto y veneración popular. De igual manera los prodigios y falacias aprovechados por embaucadores. Para las aguas infectadas: San Juan Nepomuceno y San Donato; Moribundos: San José, San Miguel Arcángel, San Camilo, Santa Bárbara, San Cristóbal. Pestes y males contagiosos: San Sebastián, San Roque, Santa Rosalía, San Nicolás de Tolentino, San Narciso, San Carlos Borromeo, San Cristóbal, San Francisco Javier. También Santa Ana y San Joaquín extinguían epidemias. Los Patronos protectores de médicos y cirujanos: San Cosme, San Damián, San Lucas y San Roque, Santa Lucía para los males de la vista; Santa Eulalia para combatir la disentería. Las devociones actuales, tienen si hilo conductor en esas construcciones sociales y culturales.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. MMXXIV.

Las continuidades y las transformaciones: En Querétaro las migraciones, las nuevas composiciones del territorio, entre otros factores conformaron una población multicultural, multiétnica y multilingüe. Las congregas fueron el origen de los barrios con sus santos patrones venerados en templos y capillas. En parte debido a "las calamidades" y la manera de afrontarlas. Las pandemias, epidemias y desastres que asolaron la ciudad de Querétaro al paso de los siglos fueron de diversa índole: El cocoliztli, ("gran enfermedad"), sarampión, viruela, tabardillo, además de lluvias torrenciales, heladas, sequías y el chahuistle en el maíz y trigo.

Expresiones populares: En Querétaro se establecieron cambios, se adoptaron actitudes diversas que todavía persisten en algunos grupos. Santos, advocaciones, devociones que se materializaron en capillas, templos, asociaciones gremiales, cofradías y congregaciones indígenas. Todas dejaron su huella en nuestra ciudad. Son una herencia cultural las manifestaciones religiosas en la plaza, el atrio, el templo; ceremonias y ritos configurados en procesiones, fiestas y otras expresiones populares. Tradiciones y costumbres fueron los vínculos para construir imaginarios colectivos, donde se basaron el reconocimiento de propios y extraños y con ello un sentido de pertenencia. El espacio urbano se configuró entre los vaivenes de salud y enfermedad, propiciada por plagas de piojos, liendres y otros bichos; los gérmenes que se creaban en los muladares y basureros; desechos orgánicos en la vía pública, en el río y las acequias. Aguas negras e inmundicias en el arroyo de las calles. Aunado a las condiciones insalubres de mesones, establos y mercados. Entierros en templos y atrios provocaban enfermedades y pestes. Además de pútridos olores.

Entre lo místico y lo mundano: Estampas, imágenes, medallas y publicaciones de vidas ejemplares tuvieron gran difusión. En este escenario de claroscuros desde luego había charlatanes que lucraban con la creencia en milagros y hechos fantásticos. Así tenemos apariciones y manifestaciones. Entre novenas y decenarios las noticias de beatas y religiosas, de frailes y clérigos que llevaban una vida de penitencia, fueron ejemplo de mortificación, misticismo y ascetismo. En la ciudad de Querétaro los franciscanos organizaban diversas exteriorizaciones religiosas; autos sacramentales, procesiones y misiones. Era frecuente ver por las calles y plazas procesiones "de sangre". En ocasiones haciendo rogativas por el buen temporal; otras para terminar con las epidemias, además de invocar el perdón divino.

Reliquias, talismanes y amuletos: Algunas prácticas como la bendición de candelas, medallas, rosarios y escapularios; el uso de agua bendita, fueron motivo de desconfianza de los religiosos porque ocasionalmente oscilaba entre la práctica piadosa hasta el fanatismo, la superstición la hechicería y "la vana observancia". En el espacio urbano de la ciudad de Querétaro quedan también testimonios de los signos para protección contra enfermedades y males que acechaban. Hornacinas, nichos con imágenes de santos o vírgenes; cruces como remate de la casa. En las puertas llamadores en forma de mascarón o la "Mano de Fátima". En algunos balcones figuras zoomorfas. Existieron nombres de calles que se referían a la Estampa de alguna advocación religiosa. -Estampa de Santo Domingo, Estampa de Cinco Señores y otras-. El complejo conventual de San Francisco daba cobijo a varios templos y capillas donde se aglutinaban diversas congregaciones y cofradías. Cada cual con el santo protector del gremio. Se veneraban reliquias de santas y santos en los templos -dedos, huesos, pedazos de hábitos, cráneos y otros objetos que pertenecieron al santo o santa-. En Querétaro hemos tenido en la últimas décadas varias ceremonias relativas a la recepción de las reliquias de San Antonio, Santa Clara, Santa Teresita de Jesús, Juan Pablo II y otros... Se tenían dentro de la ortodoxia como amuletos protectores. En ocasiones servían para ahuyentar "malos espíritus", para mitigar epidemias y todo tipo de plagas. Por supuesto que hubo un tráfico de reliquias, la mayoría falsas.

Milagrería: Para dar testimonio público de un beneficio se cantaban misas o se podía también acudir a expresar el beneficio obtenido con un "retablito" o exvoto. Donde se reseñaba la intercesión divina para encontrar un objeto perdido, recuperar la salud, quedar a salvo de una pandemia o de la guerra. Esas laminillas, connotadas como arte popular expresan dramatismo, piedad, fervor. Es la descripción simbólica de un acto milagroso. Las escenas están acordes a una escenografía folclórica; devoción y muestra de gratitud implícitas. Actualmente se colocan "milagritos" -de diversos metales- en las prendas de vestir del santo, en la urna o a sus pies; manos, piernas, ojos, corazones de varios metales. Algunos representaban animales como caballos, bueyes o perros. También es común ver fotografías y billetes. Es una declaración de la presencia cotidiana de fenómenos sobrenaturales desde el virreinato hasta nuestros días.

Culto a la imagen: La casi imperceptible línea entre la idolatría y la devoción y culto a las imágenes sagradas se pretendió definir con claridad en el Concilio de Trento al mediar el siglo XVI. En la sesión de cierre -diciembre de 1563-, se confrontó el abuso de las imágenes que tenían originalmente una función didáctica, para dar ejemplo de vidas virtuosas de los santos. En 1585 en el Tercer Concilio Provincial Mexicano se dispuso en el Título XVIII del Libro Tercero sobre las características de las imágenes.

Santos patronos y festividades: En La Flor de los Santos - al igual que en otras lecturas piadosas- se puede apreciar el patrocinio de los santos y la posibilidad de interceder para atenuar el flagelo de las enfermedades, las penas del purgatorio y del infierno. Había pues, que reverenciar al santo patrón con misas, fiestas, manifestaciones devocionales, rogativas, sufragar capellanías, otorgar limosnas y diezmos, costear la erección de un templo o capilla, pagar a un maestro ensamblador para donar un retablo. Pagar de por vida misas de sufragio. Eran algunas maneras de obtener la protección celestial. En la sociedad novohispana el culto a las imágenes fue exaltado desde los gremios, cofradías y archicofradías. La difusión y culto a los santos patronos se extendió más allá de las corporaciones piadosas. Toda vez que cada agrupación contaba con uno -o más- santos titulares. Se efectuaban costosas celebraciones que regularmente consistían en misas y sermones especiales, corridas de toros, certámenes literarios, veladas musicales, banquetes y por supuesto los fuegos artificiales. El pópulo se regocijaba con estas manifestaciones; entre las que destacan: las bendiciones de San Felipe de Jesús el 5 de febrero, San Isidro Labrador el 15 de mayo; El Corpus; la aparición de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre.

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Patrocinio de los Santos: La potestad y supremacía de las imágenes para interceder por un caso especial generó un culto y veneración popular. De igual manera los prodigios y falacias aprovechados por embaucadores. Para las aguas infectadas: San Juan Nepomuceno y San Donato; Moribundos: San José, San Miguel Arcángel, San Camilo, Santa Bárbara, San Cristóbal. Pestes y males contagiosos: San Sebastián, San Roque, Santa Rosalía, San Nicolás de Tolentino, San Narciso, San Carlos Borromeo, San Cristóbal, San Francisco Javier. También Santa Ana y San Joaquín extinguían epidemias. Los Patronos protectores de médicos y cirujanos: San Cosme, San Damián, San Lucas y San Roque, Santa Lucía para los males de la vista; Santa Eulalia para combatir la disentería. Las devociones actuales, tienen si hilo conductor en esas construcciones sociales y culturales.


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