/ miércoles 23 de noviembre de 2022

Días de guardar. Carlos Monsiváis III y final

Vitral


Esas dos preocupaciones fundamentales de Carlos Monsiváis las lleva al terreno de lo cultural, a sabiendas de que éste no es un estamento aislado, sino que forma parte del complejo entramado económico, político y social que existe en permanente relación dialéctica. Un enfoque de lucha de clases, entre la cultura de la élite y la cultura para la raza, la broza, esa masa desclasada que quiere acceder a la cultura de la burguesía, aunque sea tantito.

Cuando se publicó Días de guardar todavía no se daba la caída del muro de Berlín, aún imperaba la dictadura comunista en la Unión Soviética, y la dictadura cubana no era todavía tan cuestionada, aunque Octavio Paz ya había criticado severamente ambos modelos autoritarios y represivos. Monsiváis en los años 70 no se cansa de señalar el tremendo abismo entre pobres y ricos, una masa que quiere ser burguesa, y burgueses que satisfacen su conciencia explotadora por medio de la filantropía.

La lectura de Días de guardar deja la sensación de que el gatopardismo sigue vigente en México en pleno 2022, que todo cambie para que todo siga igual. Asimismo, sigue vigente el concepto del eterno retorno, parece como si los eventos regresaran cíclicamente aunque con otros nombres. Vemos un nuevo pri pintado de guinda; un nuevo intento de control y manipulación de los procesos electorales así como de las masas; banalización de la realidad por medio de TikTokers e influencers; fake news, posverdad; enviciamiento de la gente con las redes sociales utilizadas en un vacío cultural; interpretación de la realidad y conocimiento del mundo a partir de memes. El mundo mexicano cuestionado por Monsiváis en Días de guardar pareciera repetirse en la actualidad de alguna manera. Comparen ustedes, por ejemplo, lo que señala en el capítulo tres de su texto, en donde narra matanzas, control social, manipulación de los medios, y un largo etcétera. Han cambiado los contextos y las circunstancias, pero en el fondo casi todo sigue pasando igual. Se ha avanzado un poco, pero de ninguna forma lo suficiente.

Y entonces, ¿cuál es la solución o posible salida? Sin duda, empezar por una toma de conciencia individual, pero que impacte en lo público. No rendirse nunca, negarse a normalizar la violencia y la corrupción cultural, política y social. Entender, sin caer en maniqueísmos, que la lucha entre los arquetipos del bien y el mal sigue y seguirá mientras existan humanos en el planeta tierra, y que la justicia social, el diálogo y la solidaridad son salidas posibles. Dependerá de cada quien, de su herencia, sus circunstancias, del desarrollo de su conciencia, de qué lado decida pararse y actuar en consecuencia.

Los conceptos y argumentos que nos presenta Monsiváis en sus textos nos muestran que era una gran lector, un maestro de la lectura. Para el que lee lo primero es disfrutar; después, aprender de ello; leer con mucho detenimiento y atención; y, ser capaz de aplicar a la interpretación y transformación de la realidad lo aprendido. Habría que agregar la capacidad de memorizar, organizar y relacionar lo leído. Sin duda, Monsiváis debió contar con todo tipo de ficheros, habrá sido un gran organizador de información. La lectura como un gozo. A partir de ahí, al hacer extensiva esa experiencia, te encuentras con la vida misma, este aprendizaje es un auténtico viaje de transformación personal y del entorno. Y, además, está el plus de poder repasar la lectura posteriormente, parte fundamental del placer de leer.

Todo llamaba la atención de Carlos Monsiváis, los temas que aborda en Días de guardar son muy variados, relacionados con fechas importantes en la cultura mexicana, de ahí el título del libro. El cantante Raphael, el día del amor y la amistad, un mitin político del candidato del pri a la presidencia de la República y todas las fuerzas vivas, José Luis Cuevas, lo camp en el cine del “Indio” Fernández, la Zona Rosa, un eclipse total de sol en Oaxaca, los hipitecas, el 2 de octubre del 68, día de muertos, la Revolución Mexicana, los acarreados del PRI, la Virgen de Guadalupe y muchos más.

Como lo señala John Kraniauskas en su artículo Carlos Monsiváis :proximidad crítica: “La experiencia que le interesa particularmente a Monsiváis es el impacto que ejercen las industrias de la cultura y el aparato gubernamental sobre la vida cotidiana, al proporcionar diversas pedagogías de (y para) la modernidad y el nacionalismo en el contexto de una rápida urbanización.”

El compromiso político de Monsiváis lo sostuvo hasta sus últimos días. Fue solidario con todas las mejores causas, como lo narra Elena Poniatowska: “Recuerdo que uno de los últimos actos de su vida fue acompañar en Coyoacán a una madre cuya hija había desaparecido. Pálido, demacrado, visiblemente enfermo, Carlos, quien arrastraba de mala gana su tanque de oxígeno (que odiaba), no dudó en hacerse presente en la plaza pública para defender a la víctima con grandes dificultades respiratorias. Todas las víctimas recibieron su abrazo.”

Ese compromiso está asentado firmemente en su formación, muy temprana, dentro del cristianismo, que fue su guía de manera confesada o silenciosa en todos los actos de su vida. “Entre nosotros, –dice Monsiváis– la Biblia no solo era el fundamento religioso, sino el lazo de unidad, de la razón de ser de la familia. Su papel era muy preciso, la fuente del conocimiento y del comportamiento. Para mi madre, la Biblia era el objeto del cual nunca se desprendía. Era feliz cuando daba clases de Escuela Dominical. Era bibliocéntrica, y con frecuencia en una discusión respondía con versículos [bíblicos]”.

La mejor conclusión e invitación que podemos expresar es: hay que seguir leyendo a Carlos Monsiváis, disfrutar de su sarcasmo, sabiduría, ideas, talento, imaginación, alegría e inteligencia. Recorrer con él todas las vías y rutas que nos llevan a profundizar en el conocimiento y comprensión de este país llamado México. Sus crónicas y ensayos están más vivos que nunca.


https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com



Esas dos preocupaciones fundamentales de Carlos Monsiváis las lleva al terreno de lo cultural, a sabiendas de que éste no es un estamento aislado, sino que forma parte del complejo entramado económico, político y social que existe en permanente relación dialéctica. Un enfoque de lucha de clases, entre la cultura de la élite y la cultura para la raza, la broza, esa masa desclasada que quiere acceder a la cultura de la burguesía, aunque sea tantito.

Cuando se publicó Días de guardar todavía no se daba la caída del muro de Berlín, aún imperaba la dictadura comunista en la Unión Soviética, y la dictadura cubana no era todavía tan cuestionada, aunque Octavio Paz ya había criticado severamente ambos modelos autoritarios y represivos. Monsiváis en los años 70 no se cansa de señalar el tremendo abismo entre pobres y ricos, una masa que quiere ser burguesa, y burgueses que satisfacen su conciencia explotadora por medio de la filantropía.

La lectura de Días de guardar deja la sensación de que el gatopardismo sigue vigente en México en pleno 2022, que todo cambie para que todo siga igual. Asimismo, sigue vigente el concepto del eterno retorno, parece como si los eventos regresaran cíclicamente aunque con otros nombres. Vemos un nuevo pri pintado de guinda; un nuevo intento de control y manipulación de los procesos electorales así como de las masas; banalización de la realidad por medio de TikTokers e influencers; fake news, posverdad; enviciamiento de la gente con las redes sociales utilizadas en un vacío cultural; interpretación de la realidad y conocimiento del mundo a partir de memes. El mundo mexicano cuestionado por Monsiváis en Días de guardar pareciera repetirse en la actualidad de alguna manera. Comparen ustedes, por ejemplo, lo que señala en el capítulo tres de su texto, en donde narra matanzas, control social, manipulación de los medios, y un largo etcétera. Han cambiado los contextos y las circunstancias, pero en el fondo casi todo sigue pasando igual. Se ha avanzado un poco, pero de ninguna forma lo suficiente.

Y entonces, ¿cuál es la solución o posible salida? Sin duda, empezar por una toma de conciencia individual, pero que impacte en lo público. No rendirse nunca, negarse a normalizar la violencia y la corrupción cultural, política y social. Entender, sin caer en maniqueísmos, que la lucha entre los arquetipos del bien y el mal sigue y seguirá mientras existan humanos en el planeta tierra, y que la justicia social, el diálogo y la solidaridad son salidas posibles. Dependerá de cada quien, de su herencia, sus circunstancias, del desarrollo de su conciencia, de qué lado decida pararse y actuar en consecuencia.

Los conceptos y argumentos que nos presenta Monsiváis en sus textos nos muestran que era una gran lector, un maestro de la lectura. Para el que lee lo primero es disfrutar; después, aprender de ello; leer con mucho detenimiento y atención; y, ser capaz de aplicar a la interpretación y transformación de la realidad lo aprendido. Habría que agregar la capacidad de memorizar, organizar y relacionar lo leído. Sin duda, Monsiváis debió contar con todo tipo de ficheros, habrá sido un gran organizador de información. La lectura como un gozo. A partir de ahí, al hacer extensiva esa experiencia, te encuentras con la vida misma, este aprendizaje es un auténtico viaje de transformación personal y del entorno. Y, además, está el plus de poder repasar la lectura posteriormente, parte fundamental del placer de leer.

Todo llamaba la atención de Carlos Monsiváis, los temas que aborda en Días de guardar son muy variados, relacionados con fechas importantes en la cultura mexicana, de ahí el título del libro. El cantante Raphael, el día del amor y la amistad, un mitin político del candidato del pri a la presidencia de la República y todas las fuerzas vivas, José Luis Cuevas, lo camp en el cine del “Indio” Fernández, la Zona Rosa, un eclipse total de sol en Oaxaca, los hipitecas, el 2 de octubre del 68, día de muertos, la Revolución Mexicana, los acarreados del PRI, la Virgen de Guadalupe y muchos más.

Como lo señala John Kraniauskas en su artículo Carlos Monsiváis :proximidad crítica: “La experiencia que le interesa particularmente a Monsiváis es el impacto que ejercen las industrias de la cultura y el aparato gubernamental sobre la vida cotidiana, al proporcionar diversas pedagogías de (y para) la modernidad y el nacionalismo en el contexto de una rápida urbanización.”

El compromiso político de Monsiváis lo sostuvo hasta sus últimos días. Fue solidario con todas las mejores causas, como lo narra Elena Poniatowska: “Recuerdo que uno de los últimos actos de su vida fue acompañar en Coyoacán a una madre cuya hija había desaparecido. Pálido, demacrado, visiblemente enfermo, Carlos, quien arrastraba de mala gana su tanque de oxígeno (que odiaba), no dudó en hacerse presente en la plaza pública para defender a la víctima con grandes dificultades respiratorias. Todas las víctimas recibieron su abrazo.”

Ese compromiso está asentado firmemente en su formación, muy temprana, dentro del cristianismo, que fue su guía de manera confesada o silenciosa en todos los actos de su vida. “Entre nosotros, –dice Monsiváis– la Biblia no solo era el fundamento religioso, sino el lazo de unidad, de la razón de ser de la familia. Su papel era muy preciso, la fuente del conocimiento y del comportamiento. Para mi madre, la Biblia era el objeto del cual nunca se desprendía. Era feliz cuando daba clases de Escuela Dominical. Era bibliocéntrica, y con frecuencia en una discusión respondía con versículos [bíblicos]”.

La mejor conclusión e invitación que podemos expresar es: hay que seguir leyendo a Carlos Monsiváis, disfrutar de su sarcasmo, sabiduría, ideas, talento, imaginación, alegría e inteligencia. Recorrer con él todas las vías y rutas que nos llevan a profundizar en el conocimiento y comprensión de este país llamado México. Sus crónicas y ensayos están más vivos que nunca.


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