Qué es un beso sino la expresión más pura, sincera, cariñosa y afectuosa de expresar el amor. Aunque también es verdad que puede haber besos que indiquen otras intenciones, como el tristemente famoso beso de Judas a Jesús, en general, los besos son una expresión de amor, y los hay extremadamente hermosos y bellos que uno agradece a la vida, con todo su corazón, por haberlos vivido. Por ejemplo, el beso que te regala un bebé cuando apenas empieza a tomar conciencia en el mundo y estampa su boquita en tu mejilla para expresarte cariño y simpatía. Cierto, uno se los enseña, pero también es cierto que ellos van captando absolutamente todo, no sólo el lenguaje, sino todas las señas corporales, las actitudes, los tonos de voz, las miradas, las maneras de ser. Así, hasta pasar a los besos entre parejas en donde también puede haber hipocresías, pero también puede haber momentos sublimes, únicos, irrepetibles. Como el primer beso que uno se da con el ser amado cuyo recuerdo no se borra jamás con nada y se convierte en alimento permanente para el alma. Ya lo dijo el gran poeta inglés Lord Byron, de quien me acordé en cierto momento apresurado y aciago que narraré enseguida, en su poema El primer beso de amor (The First Kiss of Love): Ausente con tus ficciones de endebles romances,/ Aquellos harapos de falsedad tejidos por la locura;/ Dadme el espíritu fugaz con su débil resplandor, / O el arrebato que habita en el primer beso de amor… Cuando los años hielen la sangre, cuando nuestros placeres pasen, / (Flotando durante años en las alas de una paloma) / El recuerdo más amado será siempre el último, / Nuestro monumento más dulce, el primer beso de amor.
Contaré la historia de una invitación que recibí para pasear por la zona central del país. Agradezco mucho a la chica que me invitó, ignoro los motivos que haya tenido, quiero pensar que le agradaba mi compañía, quizá también deseaba que tuviéramos otro tipo de relación, pero en lo personal lo vi como un paseo de aventura, de amistad. Fue así como nos embarcamos por varios de los estados de la república. Uno por donde paseamos fue el estado de Guanajuato en donde visitamos varios de sus lugares célebres, por ejemplo el Teatro Juárez, el Jardín de la Unión, la Alhóndiga de Granaditas, el Santuario de Cristo Rey, la Universidad y su hermosa fachada, el Monumento al Pípila, el Museo de las Momias, sus famosos y hermosos callejones donde se celebran las callejoneadas, y todo ese sabor colonial que caracteriza al estado. Y, por supuesto, quien va a Guanajuato no puede dejar de visitar el célebre Callejón del Beso.
Este callejón es un lugar donde tuvo lugar un evento que generó una leyenda que aún subsiste. Una pareja de enamorados, lo clásico: ella, Ana, de familia rica; él, Carlos, pobre. El padre de Ana quería casarla con un acaudalado anciano español, lo que redundaría en una fortuna mayor. Los enamorados buscaron la forma de defender su amor, y el joven amante, que vivía en una casa enfrente del balcón de su novia, ante la prohibición de poder verla, utilizó el balcón para poder encontrarse, verse y besarse. Don Emiliano, el padre de la chica, descubrió la estratagema y cegado por la ira le reclamó para luego matarla. Esto dio lugar a la famosa leyenda del Callejón del Beso. De aquel amor prohibido y trágico surgió la inspiradora y romántica costumbre de besarse en donde fue interrumpido tan fatalmente aquel amor. Todos los que visitan el sitio deben darse un beso. Algunos aseguran que si la pareja no lo hace tendrá siete años de mala suerte.
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En el rol por Guanajuato lógicamente fuimos a parar al famoso callejón. Ya estando en el viaje de todas maneras me seguía preguntando porqué me habría invitado esta chava, nunca supe explícitamente la razón. Sólo Dios la sabe, y ella. Muchas veces uno nunca dice sus intenciones, de cualquier manera le sigo agradeciendo, también quería proporcionarle un buen momento, una buena amistad, un buen viaje, diversión, aventuras. Eso fue lo que me condujo a aceptar, y ahora, estábamos parados justo ahí en el Callejón del Beso. No llevaba un plan de antemano, fue al llegar ahí que la situación me sorprendió y tuve que tener una respuesta madura, sensata, sincera, rápida y efectiva. Lo de menos hubiera sido haberme hecho pato y haberle dado un buen beso, porqué no, pero no quise hacerlo, sentí que era un engaño, ese beso se lo dan los enamorados, y la estimaba, la quería como amiga, pero no estaba enamorado de ella, la hubiera engañado si hubiera fingido darle un gran beso de amor. Mi verdadero amor –y que no me lo tome a mal– estaba en otro lado, lejos de ahí, y mi pensamiento y mi alma estaban con ella. Pensé que ese beso, en ese lugar, sin querer agraviarla ni ofenderla en absoluto, porque tenía mi estimación y cariño, debería ser para otra persona. No podía mentirle de esa manera. Creo que fue mucho mejor que haya sido honesto y no le haya dado un beso falso haciéndome el chistoso, o sin respetar la tradición de un beso que se da entre enamorados que se aman. Los besos que ahí se entregan son una ofrenda en honor de esa pareja, y sanan un poco la infausta situación en la que se vieron envueltos aquellos amantes. Fui fiel a la tradición, fui más congruente al comportarme de esa forma, y no tendría porqué recibir ningún castigo. Fui leal a mis sentimientos, pensamientos y convicciones al no fingir una situación en la que no estaba involucrado. Creo que se decepcionó mucho de mí, no lo sé bien, tampoco me lo dijo. La comprendo, pero no podía comportarme de otra manera.
Y ahora, pasado el tiempo, si en uno de tus viajes –porque sé cómo te gusta viajar–, encuentras en algún océano del ancho mundo, una botella flotando, fíjate si guarda un mensaje dentro. Es probable que sea una botella que yo aventé al mar. Contiene un texto que escribí para decirte que si acaso te ofendí me disculpes, no fue mi intención hacerte daño ni herirte ni despreciarte. Solamente quise salvaguardar mi verdadero amor, sin engañarte. Recibe mi cariño, el cual sigue persistiendo a través del tiempo.