El discreto encanto de Yalitza Aparicio

Vitral

Alfonso Franco Tiscareño

  · miércoles 27 de febrero de 2019

Yalitza Aparicio, la indígena oaxaqueña nacida en Tlaxiaco, con orígenes mixtecos y triquis, es la protagonista principal de la película Roma (2018), de Alfonso Cuarón. Ella ha sido tema permanente de conversación en las últimas semanas, a grado tal que podríamos hablar de un efecto Yalitza. Todo tipo de comentarios se han desatado a partir de la presencia de esta joven en los medios de comunicación y en las redes sociales. Esto, a pesar de que nadie sabe bien a bien quién es, ni tampoco tenemos porqué saberlo. Tan sólo tenemos una imagen. Lo que mejor puede hablar de ella es su trabajo.

La distinción entre una persona común y corriente y alguien producto de la comunicación de masas es muy importante. La persona civil, con derecho a una vida propia y privada, es diferente del personaje creado por ella y por los medios, y cuya base de interpretación debe ser el trabajo profesional realizado por la persona en cuestión. Para analizar un fenómeno de masas como Yalitza, la actriz, tenemos herramientas como la semiótica que nos dice que el ser humano es un animal simbólico, y la cultura se caracteriza por utilizar símbolos, éstos dan sentido, significado, a todas las actividades que conforman la vida humana.

Yalitza se ha convertido en el terreno donde se manifiestan diversos conceptos culturales, tanto nacionales como internacionales. Es decir, Yalitza significa muchas cosas, y da pie a los más diversos comentarios y posturas políticas e ideológicas. Se trata de un fenómeno social de masas digno de análisis, en donde las preguntas guía son: ¿qué simboliza Yalitza?, ¿por qué ha causado tanta polémica su presencia?, ¿cuáles son las claves de su éxito en el cine como actriz?, ¿es tan sólo una pompa de jabón o su éxito y fama se mantendrán?

Todo empezó para ella con un casting para la película Roma, en el que resultó elegida de entre tres mil chicas. ¿Destino, suerte, azar? Después de ser escogida para representar al personaje de Cleo en la película, comenzó a trabajar. Según cuenta Cuarón, la primera semana estaba nerviosa, pero se adaptó muy pronto, y a la segunda semana ya estaba construyendo un personaje. Aquí ya estamos hablando de palabras mayores. Seguramente, la mano de Cuarón brilló con todo su esplendor para dicha construcción. Lo interesante es que Yalitza tuvo la capacidad y sensibilidad, el talento, para asimilar las enseñanzas del maestro, para ser capaz de dar vida propia a Cleo, la sirvienta. Construir un personaje implica vivir procesos complejos como la motivación, la observación, además de trabajar con la memoria emocional. A ellos respondió Yalitza de manera destacada, y esto se reflejó de manera sorprendente, según ha reconocido el mismo Alfonso Cuarón.

Y no es cualquier punto de vista, es la certera opinión de un director de cine reconocido mundialmente, multipremiado en los mejores festivales. Es la opinión de alguien que sabe de qué habla. Cuarón es el principal creador de este fenómeno social llamado Yalitza Aparicio, ha sido su mentor y guía, tanto en la cuestión actoral y cinematográfica, como en la asesoría para manejarse ante los medios. Y he aquí que la maestra de pueblo resultó un garbanzo de a libra, de oro.

Yalitza no era actriz, pero en el proceso de filmación se fue convirtiendo en ello. Novel, pero actriz, a fin de cuentas. Y son varios los actores y productores que así lo reconocen, gente profesional, de primer nivel como: Joaquín Cosío, Arcelia Ramírez, Marina de Tavira (“Yalitza está hecha de oro”), Eric del Castillo, Bruno Bichir (“Yalitza es una actriz natural”), Diego Luna (“¡…es una actriz fenomenal!”), José Alberto Castro.

Y de su camino como actriz, y por el éxito de la película Roma, Yalitza Aparicio saltó a otras pistas: pasarelas, modas, portadas de revistas internacionales, festivales de cine, entrevistas para radio y televisión, medios digitales, hasta llegar a una de las cumbres de la cinematografía mundial. Yalitza está nominada para el Oscar a la mejor actriz en la entrega del 24 de febrero del 2019. Está compitiendo por la estatuilla junto a actrices de talla internacional y de enorme prestigio como Glenn Close, por “The Wife"; Lady Gaga, por “A Star Is Born"; Olivia Colman, por “The Favourite"; y Melissa McCarthy, por “Can You Ever Forgive Me?". Algo sin duda sorprendente. ¿O hay quien piense que la Academia de Ciencias y Artes cinematográficas de los Estados Unidos está para hacerle el favor a alguien?

Mucho se ha discutido no sólo si Yalitza es buena actriz, sino si tan siquiera es actriz. La cualidad principal de un artista, en este caso de un actor, es su capacidad de expresar, y Yalitza expresa. Posee un talento difícil de encontrar en un actor: naturalidad. Ese es su principal valor. Aparte, su sonrisa diáfana, clara, rotunda, sencilla, sincera, es la que le ha abierto las puertas en los más variados ámbitos. No es una chica afectada, pose o con un enorme ego que quiera estar dando conferencias todos los días, o acaparando reflectores. Sus ganas de triunfar no están sustentadas en aplastar a otros. Esta actitud es rara en un medio tan competido y en donde abundan los golpes bajos. Ella sabe que llegó catapultada por un golpe de suerte y lo aprovecha, lo vive sin afectaciones, con sencillez.

Toda persona que está en la palestra, que es mirada -y más cuando llega a la meca del cine, a codearse con las super stars-, arranca un sinnúmero de opiniones a favor, en contra, envidias, apoyos, admiración sincera, habladurías. Y en el medio se sabe, es un hecho público, que existe el acoso, los favores sexuales para conseguir papeles en películas importantes. En cambio, Yalitza llegó de la mano de Cuarón, del brazo de un director de talla mundial. No tuvo que pasar por ninguno de esos tortuosos caminos. De pronto estaba ahí, y es importante saber cómo moverse en esos medios. Hay que saber cómo presentarse, de qué hablar. Es casi seguro que Cuarón, o un asistente, la asesoraron respecto al medio al que iba a entrar, de las situaciones a las que se iba a enfrentar, para que supiera manejarse y no la fuera a regar, y no la regó. No la ha regado hasta ahora.

Y esto a pesar de enfrentar momentos verdaderamente complicadas en donde ha padecido envidias, habladas, machismo, clasismo, racismo y discriminación, y no de parte de medios internacionales, sino de personas de su propio país que no ven en ella más que una “pinche india”, mala actriz, fea, con cuerpo y cara de sirvienta, prieta, y un sin fin de tonterías más. Yalitza ha sabido permanecer ecuánime, sabia, lúcida, ante tales despropósitos. Su reciedumbre indígena, y la cultura ancestral que la alimenta, le han permitido salir airosa de todos los ataques. Y con la frente en alto, orgullosa de su origen, se pasea en todos los foros siendo quien es, luciendo su belleza nativa, portando los vestidos más exclusivos de diseñadores nacionales e internacionales.

Y el grueso del público se le ha entregado, la aclaman, la siguen, les intriga, los motiva: sí se puede. Yalitza representa el sueño de muchos. El anhelo de los que tienen ganas de triunfar y salir adelante, de ser reconocidos, sobre todo en un país tan golpeado por el crimen y la delincuencia. Un país con enormes problemas en donde es difícil sobresalir de forma honesta. En cambio, ella ha logrado llegar a la cumbre por medio de un golpe de suerte, sí, pero también a base de talento y esfuerzo propios, de mucho trabajo y aprendizaje. Su triunfo simboliza el anhelo legítimo de muchos que tienen derecho a salir adelante y que sin embargo se ven amenazados ante tanta impunidad e injusticia. Yalitza, en cierta forma, le da una bofetada a todo este sistema podrido que no permite triunfar a miles y miles de trabajadores y artistas honrados. Ella representa también lo que el símbolo de lo mexicano puede hacer por sí mismo, con su valor esencial, con su piel morena, mestiza o blanca, con su color, su raza, su origen, su entorno, su gente.

Su prueba de fuego vendrá cuando le toque representar como actriz otro papel, si es que no la encasillan como empleada doméstica. En ese momento se verá si está preparada, si es capaz o no, pero la fantasía de Cenicienta que ha pasado en las últimas semanas muchos quisieran haberla vivido. Sus críticos discuten incluso si ellos son los verdaderos dueños de la zapatilla extraviada, pero la auténtica dueña es Yalitza Aparicio Martínez, que con sus zapatillas relumbrantes se pasea por todas las pasarelas y alfombras rojas del mundo. Es una auténtica musa que saltó las trancas de todo límite, lo que venga después ya es ganancia. La noche de la entrega de los premios Oscar 2019, la veremos radiante, indígena, mujer, aposentada con sencillez entre gigantes, luciendo su discreto encanto.

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