La Etnohistoria es una de las disciplinas que conforman el quehacer antropológico. Sus orígenes, respecto a otras áreas de estudio, son recientes ya que aparecen a mediados del siglo XX. El ejercicio etnohistórico establece que cada grupo social tiene una historia única y se enfoca en la cultura popular por encima de los sectores de la élite. En general, es una forma diferente de aproximarse al pasado de las sociedades, mediante el empleo de conceptos de otras disciplinas, particularmente de la antropología. Entre sus objetivos han estado el análisis de los fenómenos culturales en un corte histórico, aunque también los procesos de cambio social y cultural a través del tiempo.
En México, algunos autores consideran que los orígenes de la Etnohistoria fueron las crónicas novohispanas y la denominada Historia Antigua de México en el siglo XIX. Sin embargo, fue a comienzos de la segunda mitad del siglo XX cuando tienen lugar los estudios etnohistóricos propiamente dichos, enfocándose en la historia prehispánica y época colonial. En las últimas décadas, la etnohistoria se ha interesado en estudiar el pasado de cualquier grupo social, sobre todo de aquellos que habían estado excluidos de la historia hegemónica. Actualmente, se puede hacer etnohistoria de cualquier grupo y de cualquier fenómeno social, aunque se suele elegir aquellos que son de difícil acceso a través de las fuentes tradiciones del historiador.
Una peculiaridad de la investigación etnohistórica es la conjunción de las propuestas de la historia y la de la antropología, por ende, detenta una naturaleza interdisciplinaria que se convierte en un atributo que le otorga gran flexibilidad. En este sentido, emplea fuentes históricas tradicionales, por ejemplo, para estudios del período novohispano las crónicas y demás documentación generada por la administración virreinal. Cabe precisar que, sobre un mismo documento, el etnohistoriador y el historiador realizarían preguntas diferentes pues su enfoque es distinto. El etnohistoriador se apoya más en preguntas y conceptos antropológicos (que el historiador tradicional no maneja) y se apoya más por encontrar la lógica del conquistado, que la del conquistador. Además, el etnohistoriador puede consultar muchas otras fuentes alternativas al documento escrito, como las tradiciones orales, códices, la pintura, la escultura, la arquitectura y las expresiones artísticas. Respecto a la antropología, se recurre a las técnicas de investigación de campo a fin de obtener información etnográfica. De esta forma, los estudios etnohistóricos se apoyan en registros musicales, fotográficos, gráficos y de la vida cotidiana (alimentación, residencia, parentesco).
Los temas de estudio son sumamente variados, abarca toda la gama de intereses de la antropología, de la historia y aún de todas las ciencias sociales. Podemos encontrar, por ejemplo, estudios sobre esclavitud, contacto colonial, criminalidad, locura, hechicería, cambio cultural, organización social, sistemas de parentesco, género, economía informal, crítica literaria, identidad étnica, memorial oral, relaciones entre el medio ambiente y los mitos.
Otro de los esfuerzos importantes y fructíferos del quehacer etnohistórico ha sido la búsqueda, la ubicación y la conformación de fuentes, así como identificar el contexto social que los genera o suprime. Ello ha permitido el acercamiento a la realidad cotidiana de diversos grupos sociales, a través de la información de primera mano y que tradicionalmente había sido omitida. En los años recientes, los documentos de archivo por su importancia y particularidad, en contraparte con las fuentes secundarias (principalmente las crónicas), han permitido avances considerables en la investigación.
En Querétaro, los trabajos etnohistóricos aún son mínimos y particularmente se han enfocado a la ciudad de Querétaro durante el período novohispano. A manera de ejemplo mencionamos algunos trabajos. Una de las investigaciones pioneras es el trabajo de Alejandra Mediana (Querétaro: pueblo de indios en el siglo XVI, 1988) quien establece el origen de la ciudad como pueblo de indios, siendo una propuesta novedosa frente a la historiografía tradicional que determinaba la fundación de una “noble y leal ciudad”. Entre los mínimos estudios del pensamiento prehispánico, está la investigación de Francisco Granados (Importancia de los cerros en la orientación calendárico-astronómica de la zona arqueológica de El Cerrito, Querétaro, 2005) quien aborda el conocimiento astronómico de quienes construyeron y habitaron la actual zona arqueológica de El Cerrito (municipio de Corregidora). La obra de Juan Ricardo Jiménez (2006) La república de indios en Querétaro puede considerarse un parte aguas en la historiografía queretana. El trabajo, desde una perspectiva jurídica, muestra la organización política administrativa de la República de naturales del pueblo de Querétaro, así como de los pueblos vecinos que conformaban el distrito. María Cristina Quintanar (Pames, otomíes y españoles en el iztacchichimecapan: época prehispánica y principios de la época novohispana, 2012), a partir de documentos fechados en las décadas de 1530 y 1540, realiza una investigación donde inserta en la historia queretana a las sociedades de cazadores recolectores frente a la invasión hispana, asimismo contribuye a reconfigurar la narrativa tradicional de la conquista de Querétaro. En años recientes, a través de los títulos Indios y la multiculturalidad en Querétaro en los albores del Estado-nación (2014) y La dinámica social y económica del pueblo de Querétaro en los siglos XVIII y XIX vista desde las cofradías de indios (2018) he disertado sobre varios elementos sociales y culturales de la población india en la ciudad, particularmente aspectos demográficos, de residencia, de parentesco y prácticas religiosas.
Las investigaciones de población afrodescendiente son todavía una gran veta a explotar. El trabajo de Juan Manuel de la Serna (De esclavos a ciudadanos. Negros y mulatos en Querétaro a finales del siglo XVIII, 1998), todavía inédito y de difícil consulta, pone sobre la mesa la historia de la población esclava en el Querétaro novohispano. En los últimos años se conoció la investigación de Patricia Pérez (Negros y castas de Querétaro, 1726-1804. La disputa por el espacio social con naturales y españoles, 2011) que, a partir de documentos judiciales, vislumbra la convivencia de la población negra con el resto de los sectores sociales. La obra de Amanda Hernández (Apuntes sobre la esclavitud femenina a través de la documentación notarial y judicial en Querétaro 1700-1706, 2018) muestra las posibilidades de investigación con el estudio de la mujer negra esclava.
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Como se ha expuesto, el quehacer etnohistórico se ha ampliado al “rescate” de fuentes y conformación de archivos. Un trabajo en proceso es la salvaguarda de los acervos documentales comunitarios de la Sierra Gorda. La publicación de mi autoría (Resguardo y conservación del patrimonio documental. Los archivos comunitarios de la Sierra Gorda de Querétaro, 2019) ejecuta una propuesta de clasificación y descripción archivística de los testimonios documentales de Agua Zarca y Tilaco, comunidades del municipio serrano de Landa de Matamoros y establece que estos cuerpos documentales permitirán a futuros investigadores adentrarse en la historia de la Sierra Gorda que ha sido desplazada por las narrativas de la obra misionera franciscana.
Si bien la Etnohistoria en Querétaro es una disciplina con una trayectoria incipiente, los estudios hasta ahora realizados muestran el alcance y las posibilidades de investigación, restando sólo dar tiempo al desarrollo de futuros trabajos.
*INAH Querétaro