/ miércoles 1 de junio de 2022

El funeral de un hombre solo II

Vitral

Con un tequilazo y fumando me pongo escribir de ti, carajo, ya para qué. ¡Qué güey es uno! Cuántas veces pensé en ir a verte para ponernos una borrachera en donde te diría que bla bla bla bla. ¡Bah!, puros cuentos, no lo hice. Sobre mi cabeza está la botella de tequila Viuda de Romero con la que deberíamos haberte enterrado. Desde hace tiempo el sentimiento de la muerte me mueve vivir. Mis ganas de llorar me vienen por lo que no te dije en vida, ojalá algunos de mis hechos te hayan demostrado cuánto te quería. Lo más importante, ¿te acuerdas? es que hicimos juntos un cortito de cine en 16 mm, a partir de un relato de Albert Camus. ¡Con lo que el cine significaba para ambos! Para ti, que siempre quisiste ser actor de cine; y para mí, que aprendi a amar al cine desde muy niño, gracias a mi mamá que siempre nos llevaba, y gracias a ti, que seguido nos invitabas a participar como extras en los Estudios Churubusco o en los América.

Revolución, tío, re-evolución, eso que no lograste a pesar de tener con qué, y ahora, veo que esto se convierte en la encrucijada de mi propia vida. Autoburla, nerviosismo, vejez, domesticación, falta de autocrítica. Al final, terminaste escribiendo acrósticos para Miguel de la Madrid, que él no leería. Hazme el favor.

Antes dudaba de quiénes estarían más muertos, si los que ya se fueron o los que están aquí. Hay muchos vivos muertos, y hay bastantes muertos que están muy vivos. El eterno retorno.

Tío, naciste en un rancho, en La Blanca, Zacatecas, por ahí de 1914. Un ranchito que bajo esa aparente sencillez y monotonía pueblerina, escondía toda la complejidad de las relaciones entre los seres humanos. Pueblo chico, infierno grande, reza la sabiduría popular. Ve tú a saber cuánto te marcarían esas tremendas historias que vivió tu familia en ese lugar. A tus doce años, siendo un niño, te tocó vivir ahí la Guerra Cristera, uno de cuyos principales epicentros fue Zacatecas. Esa terrible guerra civil comenzó en 1926 y terminó en 1929, con matanzas y crímenes abominables de ambos bandos: los pelones, del ejército mexicano, por un lado, contra el ejército cristero, por el otro. Estos últimos eran civiles que tomaron las armas para defender sus convicciones religiosas. Tuviste familiares que pelearon en esa guerra del lado cristero, porque toda nuestra familia era muy católica. Uno de esos cristeros fue tu primo, mi tío, al que le decían Juanantín, hombre solitario y católico hasta la médula. No santurrón, pero sí defensor de la Virgen y de su religión al grito de “¡Viva Cristo Rey!”.

Acabando la guerra nació tu hermana, mi madre, con la que viviste ya pocos años en Zacatecas.También ahí queda lo que le sucedió a tu familia en el rancho en qué vivían donde tenían una tienda y animales, donde producían quesos, vendían leche y carne. Por ahí de 1938, por alguna razón que ignoro, gente malvada, quizá envidiosa, les detonó tremendos bombazos que volaron la tienda y destrozaron el rancho. De ese susto murieron tus padres, mis abuelos. A mi abuelo Silvestre le dio una embolia, y de tanta pena después falleció mi abuela Teodosia, Tochita, para los amigos. Después salieron huyendo tú y tu hermana con rumbo a la ciudad de Aguascalientes, ya huérfanos de padre y madre. A mi madre la dejaste con su tía y con sus primas, y tú te metiste ignoro a qué negocios que te hacían viajar por Zacatecas, Agüitas, Jalisco y la Ciudad de México. Mi madre sentía que la hacían menos por estar arrimada en una casa que no era de ella, así que juntos huyeron rumbo al Distrito Federal, a la mera capital del país. Esa era toda una ilusión para los de provincia, como antes se les decía a los que habitaban en los estados del interior de la República, llegar a la mera capirucha. Era otro mundo, todo gigantesco, magnífico, asombroso. Otra forma de hablar, otro lenguaje y movimiento, mucho movimiento. El país se resumía en la quimera del progreso citadino. Llegaron a ese México por ahí de finales de los cuarentas y principios de los cincuentas. En la plena erupción volcánica de la capital mexicana, en pleno desarrollismo, en donde la ilusión del trabajo, la riqueza y la cultura, hicieron dar un salto cuántico a todo el país. Y alegría, mucha alegría, la radio, el cine de oro mexicano, el mambo, los salones de baile, la industria, los espacios urbanos, y una sociedad bastante más liberal que un rancho en la provincia. Eso sí, había que trabajar de lo que fuera, había pobreza, pero el dinero rendía muchísimo más que ahora. Todo era en centavos. De todas esas anécdotas se alimentó mi infancia en los sesentas. Desde finales de los cuarentas ese fue el modelo que se aplicó en Mexico, un modelo de desarrollo al estilo desde los United States. Ese deseo loco por dejar de ser un país atrasado y pasar a ser uno moderno que ya no podía volver a vestirse con taparrabo. Y bajo ese paraguas social llegaron ustedes al DF en plena efervescencia cincuentera.

El PRI estaba en todo su esplendor. Primero como Partido Nacional Revolucionario, fundado por Plutarco Elías Calles en 1929, justo cuando nace mi madre; luego convertido en el Partido de la Revolución Mexicana, por Lázaro Cárdenas en 1938; y finalmente el Partido Revolucionario Institucional, refundado por Manuel Ávila Camacho en 1946. El partidazo partía y repartía todo el pastel llamado México. Mi tío votaba por el PRI -quién no-, y le tocó vivir etapas claves en la historia del país, sin embargo, nunca lo escuché hablar de ellas, ni de ningún héroe de la historia patria. No estaba politizado ni le interesaba. Ya en los sesentas me toco atestiguar que le gustaba más ver los toros en la televisión narrados por Pepe Alameda y Paco Malgesto, que qué sabor le metían a lo que sucedía en la Plaza de toros Mexico, “oiga usted”. Eso era lo único que le gustaba ver en la televisión a mi tío. Ya en los setentas, cuando las transmisiones en vivo de los toros iban decayendo y perdiendo vigor, no soportaba a las nuevas estrellas del televisor. Para el todo era de putos y puras payasadas, se burlaba mucho de Raúl Velasco quien en ese tiempo apenas comenzaba con el programa que sería un gran éxito: Siempre en Domingo.


https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com

Con un tequilazo y fumando me pongo escribir de ti, carajo, ya para qué. ¡Qué güey es uno! Cuántas veces pensé en ir a verte para ponernos una borrachera en donde te diría que bla bla bla bla. ¡Bah!, puros cuentos, no lo hice. Sobre mi cabeza está la botella de tequila Viuda de Romero con la que deberíamos haberte enterrado. Desde hace tiempo el sentimiento de la muerte me mueve vivir. Mis ganas de llorar me vienen por lo que no te dije en vida, ojalá algunos de mis hechos te hayan demostrado cuánto te quería. Lo más importante, ¿te acuerdas? es que hicimos juntos un cortito de cine en 16 mm, a partir de un relato de Albert Camus. ¡Con lo que el cine significaba para ambos! Para ti, que siempre quisiste ser actor de cine; y para mí, que aprendi a amar al cine desde muy niño, gracias a mi mamá que siempre nos llevaba, y gracias a ti, que seguido nos invitabas a participar como extras en los Estudios Churubusco o en los América.

Revolución, tío, re-evolución, eso que no lograste a pesar de tener con qué, y ahora, veo que esto se convierte en la encrucijada de mi propia vida. Autoburla, nerviosismo, vejez, domesticación, falta de autocrítica. Al final, terminaste escribiendo acrósticos para Miguel de la Madrid, que él no leería. Hazme el favor.

Antes dudaba de quiénes estarían más muertos, si los que ya se fueron o los que están aquí. Hay muchos vivos muertos, y hay bastantes muertos que están muy vivos. El eterno retorno.

Tío, naciste en un rancho, en La Blanca, Zacatecas, por ahí de 1914. Un ranchito que bajo esa aparente sencillez y monotonía pueblerina, escondía toda la complejidad de las relaciones entre los seres humanos. Pueblo chico, infierno grande, reza la sabiduría popular. Ve tú a saber cuánto te marcarían esas tremendas historias que vivió tu familia en ese lugar. A tus doce años, siendo un niño, te tocó vivir ahí la Guerra Cristera, uno de cuyos principales epicentros fue Zacatecas. Esa terrible guerra civil comenzó en 1926 y terminó en 1929, con matanzas y crímenes abominables de ambos bandos: los pelones, del ejército mexicano, por un lado, contra el ejército cristero, por el otro. Estos últimos eran civiles que tomaron las armas para defender sus convicciones religiosas. Tuviste familiares que pelearon en esa guerra del lado cristero, porque toda nuestra familia era muy católica. Uno de esos cristeros fue tu primo, mi tío, al que le decían Juanantín, hombre solitario y católico hasta la médula. No santurrón, pero sí defensor de la Virgen y de su religión al grito de “¡Viva Cristo Rey!”.

Acabando la guerra nació tu hermana, mi madre, con la que viviste ya pocos años en Zacatecas.También ahí queda lo que le sucedió a tu familia en el rancho en qué vivían donde tenían una tienda y animales, donde producían quesos, vendían leche y carne. Por ahí de 1938, por alguna razón que ignoro, gente malvada, quizá envidiosa, les detonó tremendos bombazos que volaron la tienda y destrozaron el rancho. De ese susto murieron tus padres, mis abuelos. A mi abuelo Silvestre le dio una embolia, y de tanta pena después falleció mi abuela Teodosia, Tochita, para los amigos. Después salieron huyendo tú y tu hermana con rumbo a la ciudad de Aguascalientes, ya huérfanos de padre y madre. A mi madre la dejaste con su tía y con sus primas, y tú te metiste ignoro a qué negocios que te hacían viajar por Zacatecas, Agüitas, Jalisco y la Ciudad de México. Mi madre sentía que la hacían menos por estar arrimada en una casa que no era de ella, así que juntos huyeron rumbo al Distrito Federal, a la mera capital del país. Esa era toda una ilusión para los de provincia, como antes se les decía a los que habitaban en los estados del interior de la República, llegar a la mera capirucha. Era otro mundo, todo gigantesco, magnífico, asombroso. Otra forma de hablar, otro lenguaje y movimiento, mucho movimiento. El país se resumía en la quimera del progreso citadino. Llegaron a ese México por ahí de finales de los cuarentas y principios de los cincuentas. En la plena erupción volcánica de la capital mexicana, en pleno desarrollismo, en donde la ilusión del trabajo, la riqueza y la cultura, hicieron dar un salto cuántico a todo el país. Y alegría, mucha alegría, la radio, el cine de oro mexicano, el mambo, los salones de baile, la industria, los espacios urbanos, y una sociedad bastante más liberal que un rancho en la provincia. Eso sí, había que trabajar de lo que fuera, había pobreza, pero el dinero rendía muchísimo más que ahora. Todo era en centavos. De todas esas anécdotas se alimentó mi infancia en los sesentas. Desde finales de los cuarentas ese fue el modelo que se aplicó en Mexico, un modelo de desarrollo al estilo desde los United States. Ese deseo loco por dejar de ser un país atrasado y pasar a ser uno moderno que ya no podía volver a vestirse con taparrabo. Y bajo ese paraguas social llegaron ustedes al DF en plena efervescencia cincuentera.

El PRI estaba en todo su esplendor. Primero como Partido Nacional Revolucionario, fundado por Plutarco Elías Calles en 1929, justo cuando nace mi madre; luego convertido en el Partido de la Revolución Mexicana, por Lázaro Cárdenas en 1938; y finalmente el Partido Revolucionario Institucional, refundado por Manuel Ávila Camacho en 1946. El partidazo partía y repartía todo el pastel llamado México. Mi tío votaba por el PRI -quién no-, y le tocó vivir etapas claves en la historia del país, sin embargo, nunca lo escuché hablar de ellas, ni de ningún héroe de la historia patria. No estaba politizado ni le interesaba. Ya en los sesentas me toco atestiguar que le gustaba más ver los toros en la televisión narrados por Pepe Alameda y Paco Malgesto, que qué sabor le metían a lo que sucedía en la Plaza de toros Mexico, “oiga usted”. Eso era lo único que le gustaba ver en la televisión a mi tío. Ya en los setentas, cuando las transmisiones en vivo de los toros iban decayendo y perdiendo vigor, no soportaba a las nuevas estrellas del televisor. Para el todo era de putos y puras payasadas, se burlaba mucho de Raúl Velasco quien en ese tiempo apenas comenzaba con el programa que sería un gran éxito: Siempre en Domingo.


https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com

Local

Elección de jueces en 2027: Braulio Guerra

Ya se tuvo contacto con abogados penalistas y colegios de abogados para socializar la reforma

Local

Urgen a antreros a cumplir con trámites

Secretario general de Gobierno dijo que hay un marco legal que debe ser afianzado y supervisado de manera constante

Local

Presupuesta Jalpan 278 mdp para 2025

Prioridades estarán enfocadas en seguridad, restauración del tejido social, educación, deporte y salud

Local

Esterilizarán mascotas en Paseos del Marqués

Costos para la esterilización han sido establecidos en $170 para hembras y $85 para machos

Finanzas

Favorece al comercio clase media robusta

Pequeños comercios tienen más impacto las clase media-baja, que representa el 47.1% de la población

Cultura

Queretana busca prevenir la pérdida de la memoria a través de la música

Natalia Matehuala, estudiante de la UAQ, trabaja para que su proyecto pueda ser implementado dentro de asilos del estado