/ miércoles 28 de agosto de 2024

El INAH en Querétaro

Recorrer el presente, re/imaginar el futuro


Como parte de la celebración del aniversario número 40 del nacimiento del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el estado de Querétaro, iniciamos la colaboración del personal del Centro INAH en este suplemento cultural Barroco, que nos abre sus puertas para dar a conocer la labor del instituto y la divulgación del conocimiento en los distintos campos que integran al instituto para investigar, proteger, conservar y divulgar nuestro patrimonio cultural.

En esta primera entrega, presentamos una de las facetas más visibles del INAH: sus museos. A través de una muy resumida historia del Museo Regional de Querétaro y las implicaciones que tuvo en este espacio la llegada del Centro INAH a la ciudad y un breve recuento de los seis años que han pasado desde la apertura del Museo de Sitio El Cerrito compartimos un relato que da cuenta no sólo de la presencia de los museos del INAH en Querétaro sino de la labor de cientos de personas que han permitido su existencia.

El Museo Regional de Querétaro

Así, a casi cincuenta años de la apertura del Museo Regional, cuando ya se había hecho el rescate de la colección y del edificio con Germán Patiño y Eduardo Loarca, la llegada del Centro INAH a Querétaro, en 1984 significó para este espacio profesionalización, fortalecimiento institucional y consolidación.

En las décadas posteriores a este 1984, fue posible fortalecer al equipo de del Museo Regional, de manera que a partir del 1997 el museo se vio con un equipo de poco más de 80 personas. Esto permitió la consolidación de todos los equipos.

Por ejemplo, el equipo de difusión, con personal especializado y un taller de serigrafía, permitía la emisión de carteles, invitaciones y materiales gráficos diversos producidos de manera interna. Esta área incluso logró la presencia permanente en la radio local a través del programa La Brújula, así como el desarrollo de un programa cultural nutrido y variado que atraía a todo tipo de públicos.

El gran equipo del museo permitió también que se llevaran a cabo dos restructuras museográficas – el discurso y museografía actuales son resultados de la última que, además de organizar los espacios, significaron fuertes trabajos de mantenimiento y la integración de equipos de trabajo técnico y museográfico que influenciaron profundamente el escenario local al convertirse en espacios de profesionalización y movimiento de personal dentro de la institución y de capacitación y profesionalización para personal externo al INAH.

Así, varios proyectos posteriores, consistentes en museos comunitarios y proyectos museales de otras dependencias, han seguido relacionados con las personas que formaron parte de los equipos de la reestructura del Museo Regional. Estos trabajos, además, permitieron la colaboración interdisciplinaria entre las distintas áreas del museo, la consolidación de los sistemas colectivos y el desarrollo de un proyecto de procuración de fondos a través de una Sociedad de Amigos del Museo Regional.

Otra área que se vio fortalecida con la llegada del Centro INAH a Querétaro fue la de restauración de bienes muebles. Para la apertura del Museo Regional, las obras que fueron rescatadas de conventos y otros espacios de la ciudad fueron exhibidas como fueron encontradas y es en 1984 que se incorpora la primera restauradora al INAH. La continuidad de los trabajos en este sentido, han permitido el ordenamiento y cuidado del patrimonio a través de procedimientos de protección técnica y legal y de la introducción de la noción de restauración preventiva.

Así, el Museo Regional, como otros museos de la red del INAH, ha sido el espacio de desarrollo para las áreas técnicas del INAH y de la ciudad y el crisol del crecimiento del instituto a nivel nacional y de los equipos que se han ido formando en los estados en donde operan.

Es a partir de finales de la primera década del 2000 que el Museo enfrenta un crisis importante: el cambio de administración y de políticas laborales y culturales traen un reordenamiento del personal y de los equipos. Esto, aunado a las primeras jubilaciones de todo ese personal que llegó desde los ochenta, dio inicio a un proceso de debilitamiento institucional. Sin embargo, esto ha dado pie a la gestión alianzas con la ciudadanía, la iniciativa privada y las autoridades locales que ha permitido la permanencia de este importante espacio.

No se puede omitir que la ciudad en la que el Museo Regional desarrolla sus actividades ha cambiado de manera extraordinaria. El más reciente censo, realizado en 2020, concluye que su población se ha triplicado en diez años y su capital registra una notable expansión urbana: Querétaro es 16 veces más extensa que hace 40 años.

Es así como en los 40 años que han pasado desde la llegada del Centro INAH a esta entidad, el Museo Regional se ha convertido en un espacio de referencia con un discurso situado en el territorio y un espacio museal con personal especializado y procedimientos para la protección técnica y legal de la colección que resguardamos: 13 mil 816 volúmenes en la Biblioteca Conventual, más 6 mil 36 piezas inventariadas y el propio edificio, una joya arquitectónica virreinal.

El contexto local y la coyuntura nacional nos posiciona en un momento de transición. Con una ciudad que creció de manera vertiginosa en los últimos quince años el Museo Regional busca retomar su posición de liderazgo y referencia en el ámbito cultural local; se suma con proyectos transversales a las discusiones públicas de una sociedad queretana diversa, participativa y multicultural, proyecta exposiciones que representen las muchas identidades que constituyen lo queretano; se esfuerza en buscar redes de vinculación interinstitucional para reforzar sus equipos, diversificar sus fuentes de financiamiento y atraer a nuevos públicos; y se apoya en INAH para fortalecer su plantilla de colaboradores, para desarrollar proyectos de mantenimiento que conserven al edificio que lo alberga alberga y para que dé sustento institucional para realizar proyectos profesionales de gran valor.

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El museo de sitio de la zona arqueológica del Cerrito

En 2019, la apertura del Museo de sitio de la Zona Arqueológica del Cerrito significó la materialización de casi 30 años de trabajo sostenido. Ese primer año se recibieron 78 mil 854 visitantes al museo. Desde las primeras excavaciones iniciadas en 1985 se han invertido casi 80 millones de pesos en el proyecto arqueológico y se ha logrado la posesión de 12 mil de las 15 mil hectáreas que se encuentran bajo la protección del INAH. La apertura del museo, además, significó un crecimiento anual de visitantes a la zona del 35% así como la conformación de un equipo interdisciplinario y multidisciplinario de colaboradores.

La gestión de la Zona Arqueológica el Cerrito y su museo de sitio es, además, ejemplo de trabajo interinstitucional, ya que su mantenimiento y operación se ha llevado de la mano del Gobierno del Estado y el municipio de Corregidora, interesados desde hace varios años en estrategias turísticas e identitarias apalancadas en la Zona Arqueológica de El Cerrito.


Como parte de la celebración del aniversario número 40 del nacimiento del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el estado de Querétaro, iniciamos la colaboración del personal del Centro INAH en este suplemento cultural Barroco, que nos abre sus puertas para dar a conocer la labor del instituto y la divulgación del conocimiento en los distintos campos que integran al instituto para investigar, proteger, conservar y divulgar nuestro patrimonio cultural.

En esta primera entrega, presentamos una de las facetas más visibles del INAH: sus museos. A través de una muy resumida historia del Museo Regional de Querétaro y las implicaciones que tuvo en este espacio la llegada del Centro INAH a la ciudad y un breve recuento de los seis años que han pasado desde la apertura del Museo de Sitio El Cerrito compartimos un relato que da cuenta no sólo de la presencia de los museos del INAH en Querétaro sino de la labor de cientos de personas que han permitido su existencia.

El Museo Regional de Querétaro

Así, a casi cincuenta años de la apertura del Museo Regional, cuando ya se había hecho el rescate de la colección y del edificio con Germán Patiño y Eduardo Loarca, la llegada del Centro INAH a Querétaro, en 1984 significó para este espacio profesionalización, fortalecimiento institucional y consolidación.

En las décadas posteriores a este 1984, fue posible fortalecer al equipo de del Museo Regional, de manera que a partir del 1997 el museo se vio con un equipo de poco más de 80 personas. Esto permitió la consolidación de todos los equipos.

Por ejemplo, el equipo de difusión, con personal especializado y un taller de serigrafía, permitía la emisión de carteles, invitaciones y materiales gráficos diversos producidos de manera interna. Esta área incluso logró la presencia permanente en la radio local a través del programa La Brújula, así como el desarrollo de un programa cultural nutrido y variado que atraía a todo tipo de públicos.

El gran equipo del museo permitió también que se llevaran a cabo dos restructuras museográficas – el discurso y museografía actuales son resultados de la última que, además de organizar los espacios, significaron fuertes trabajos de mantenimiento y la integración de equipos de trabajo técnico y museográfico que influenciaron profundamente el escenario local al convertirse en espacios de profesionalización y movimiento de personal dentro de la institución y de capacitación y profesionalización para personal externo al INAH.

Así, varios proyectos posteriores, consistentes en museos comunitarios y proyectos museales de otras dependencias, han seguido relacionados con las personas que formaron parte de los equipos de la reestructura del Museo Regional. Estos trabajos, además, permitieron la colaboración interdisciplinaria entre las distintas áreas del museo, la consolidación de los sistemas colectivos y el desarrollo de un proyecto de procuración de fondos a través de una Sociedad de Amigos del Museo Regional.

Otra área que se vio fortalecida con la llegada del Centro INAH a Querétaro fue la de restauración de bienes muebles. Para la apertura del Museo Regional, las obras que fueron rescatadas de conventos y otros espacios de la ciudad fueron exhibidas como fueron encontradas y es en 1984 que se incorpora la primera restauradora al INAH. La continuidad de los trabajos en este sentido, han permitido el ordenamiento y cuidado del patrimonio a través de procedimientos de protección técnica y legal y de la introducción de la noción de restauración preventiva.

Así, el Museo Regional, como otros museos de la red del INAH, ha sido el espacio de desarrollo para las áreas técnicas del INAH y de la ciudad y el crisol del crecimiento del instituto a nivel nacional y de los equipos que se han ido formando en los estados en donde operan.

Es a partir de finales de la primera década del 2000 que el Museo enfrenta un crisis importante: el cambio de administración y de políticas laborales y culturales traen un reordenamiento del personal y de los equipos. Esto, aunado a las primeras jubilaciones de todo ese personal que llegó desde los ochenta, dio inicio a un proceso de debilitamiento institucional. Sin embargo, esto ha dado pie a la gestión alianzas con la ciudadanía, la iniciativa privada y las autoridades locales que ha permitido la permanencia de este importante espacio.

No se puede omitir que la ciudad en la que el Museo Regional desarrolla sus actividades ha cambiado de manera extraordinaria. El más reciente censo, realizado en 2020, concluye que su población se ha triplicado en diez años y su capital registra una notable expansión urbana: Querétaro es 16 veces más extensa que hace 40 años.

Es así como en los 40 años que han pasado desde la llegada del Centro INAH a esta entidad, el Museo Regional se ha convertido en un espacio de referencia con un discurso situado en el territorio y un espacio museal con personal especializado y procedimientos para la protección técnica y legal de la colección que resguardamos: 13 mil 816 volúmenes en la Biblioteca Conventual, más 6 mil 36 piezas inventariadas y el propio edificio, una joya arquitectónica virreinal.

El contexto local y la coyuntura nacional nos posiciona en un momento de transición. Con una ciudad que creció de manera vertiginosa en los últimos quince años el Museo Regional busca retomar su posición de liderazgo y referencia en el ámbito cultural local; se suma con proyectos transversales a las discusiones públicas de una sociedad queretana diversa, participativa y multicultural, proyecta exposiciones que representen las muchas identidades que constituyen lo queretano; se esfuerza en buscar redes de vinculación interinstitucional para reforzar sus equipos, diversificar sus fuentes de financiamiento y atraer a nuevos públicos; y se apoya en INAH para fortalecer su plantilla de colaboradores, para desarrollar proyectos de mantenimiento que conserven al edificio que lo alberga alberga y para que dé sustento institucional para realizar proyectos profesionales de gran valor.

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El museo de sitio de la zona arqueológica del Cerrito

En 2019, la apertura del Museo de sitio de la Zona Arqueológica del Cerrito significó la materialización de casi 30 años de trabajo sostenido. Ese primer año se recibieron 78 mil 854 visitantes al museo. Desde las primeras excavaciones iniciadas en 1985 se han invertido casi 80 millones de pesos en el proyecto arqueológico y se ha logrado la posesión de 12 mil de las 15 mil hectáreas que se encuentran bajo la protección del INAH. La apertura del museo, además, significó un crecimiento anual de visitantes a la zona del 35% así como la conformación de un equipo interdisciplinario y multidisciplinario de colaboradores.

La gestión de la Zona Arqueológica el Cerrito y su museo de sitio es, además, ejemplo de trabajo interinstitucional, ya que su mantenimiento y operación se ha llevado de la mano del Gobierno del Estado y el municipio de Corregidora, interesados desde hace varios años en estrategias turísticas e identitarias apalancadas en la Zona Arqueológica de El Cerrito.

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