Este 2023 se cumplen 100 años de que se publicara por primera vez el libro titulado El Profeta, de Gibrán Jalil Gibrán, esta es una efeméride que hay que celebrar por todo lo que este trabajo significó en su momento y aún ahora. Gibrán Jalil nació el 6 de enero de 1883 en Líbano, fue poeta, pintor, novelista y ensayista. Vivió en Boston, Estados Unidos, y también en París, Francia.
Qué otro don se le puede pedir a la vida si se tiene uno de los más grandes para un escritor que es el de manejar la prosa poética, es decir, la elocuencia, el buen decir, la belleza, la profundidad conceptual y filosófica, atributos propios que podemos apreciar y gozar en la obra de Gibrán Jalil. Es un poeta que escribe prosa, su visión del mundo es poética. Son textos que si nos dejamos seducir nos abren nuevas fronteras a los sentidos, despiertan facultades, revelan otras caras de nuestro ser, posibilitan la capacidad de maravillarnos, asombrarnos, sentir y amar con una profundidad no conocida, y, además, delectarse en la belleza. Gibrán posibilita la capacidad de sentir y encarnar la poesía en nosotros mismos y descubrir lo que es indefinible.
El Profeta, se publicó en el año 1923, y ha sobrevivido al paso del tiempo alumbrando la mente y el corazón de miles y miles de lectores. El personaje principal es un profeta llamado Almustafá, un hombre que, como Ulises, retorna a su tierra, a su isla natal, pero las aventuras del Profeta a su regreso son discursivas y son previas al viaje de partida. A través de ese viaje nos encontramos escuchando una serie de discursos que están a disposición de todos los humanos que quieran despertar, ser conscientes, abrir los ojos. Son discursos parecidos a oraciones, vienen desde el silencio del alma, desde el corazón, desde la cámara secreta –como le llamó Cristo–, donde habita el silencio creador, el Yo Superior.
Una mujer llamada Almitra, la adivinadora del pueblo de Orfalís, es la que le pide a Almustafá “antes de que nos dejes, háblanos, expresa tu verdad, instrúyenos … así que tu palabra no habrá de morir … Ahora te pedimos que descubras lo que hay en nosotros, lo que se te ha revelado respecto de lo que existe entre el nacer y el morir”. Y así, Almustafá, desde su conocimiento profundo de lo que es el alma humana, abordará todos los temas que constituyen la vida de los hombres, mujeres, niños, ancianos, es decir, del amor, del matrimonio, de los alimentos, la alegría y la tristeza, la casa, la vestimenta, el crimen, las leyes, la libertad, el dolor, la amistad, el bien y el mal, las plegarias, la belleza, la muerte, la despedida, y todo lo que es el principio y el fin, de la a la z, de la vida humana.
En El Profeta encontramos el tema del amor una y otra vez. De hecho es con el que abre sus discursos. Dice Almustafá: “Aunque los senderos del amor sean tortuosos y escarpados, cuando se siente su llamado hay que seguirlo … El amor te cosechará como se recogen las mazorcas de maíz. El amor te desgranará hasta desnudarte por completo. El amor te quitará el bagazo. Te molerá hasta la máxima fineza. Te amasará hasta que te vuelvas dócil… Cuando amas no puedes decir: es Dios el que está en mi corazón; más bien debes decir soy yo el que está en el corazón de Dios”.
El tema del amor siempre estará vigente. Actualmente lo encontramos a menudo en los libros de autoayuda. Muchos se burlan de este tipo de textos en los que recomiendan el amor como medicina para sanar cuerpo y alma. El tema es viejo. Gibrán escribe del amor, y también los que escriben autoayuda. Estos últimos viene a ser el equivalente de los divulgadores científicos que se dedican a difundir a nivel masivo el conocimiento denso de la ciencia haciéndolo más asequible. Los libros de autoayuda hacen exactamente lo mismo con la gran filosofía, con la filosofía perenne, con el conocimiento de las sabidurías antiguas, con la psicología, lo vuelven popular, lo presentan al alcance del lector medio y de todo el que se quiera acercar al tema.
Lamentablemente estamos llenos de prejuicios. Si un escritor de autoayuda propone el amor como fundamento de la vida, de la salud física y mental, nos burlamos; pero no fuera un filósofo o escritor reconocido internacionalmente al que incluso quizá ni siquiera hayamos leído, porque vemos una frase de él respecto al amor y decimos: qué grande es, maravilloso, y lo citamos en las reuniones con los amigos, como tiene renombre lo presumimos. Nos vendría bien un poco de empatía y humildad tanto para reconocer al buen autor de autoayuda, como para acercarse verdaderamente al filósofo citado.
Para llegar a la humildad y dejar el ego atrás hay que conocerse mucho a sí mismo. No deberíamos pretender imponer a los demás nuestros prejuicios y puntos de vista. Dice Almustafá: “El manantial profundo de nuestra alma tiene que brotar y fluir murmurando hasta llegar al mar, para descubrir los tesoros de origen recóndito que se revelarán ante nuestros ojos. Pero no debemos permitir que nuestro tesoro sea pesado en alguna balanza. No intentemos investigar en nuestras profundidades con la ayuda del bastón o la sonda. Porque lo personal es un mar sin orillas, ilimitado e inconmensurable. Nadie podría decir: “encontré la verdad”, es mejor decir:”encontré una verdad”.
Hay que tomar en cuenta que Gibrán Jalil se influyó de diversas filosofías que van desde el sufismo, el cristianismo, el islam, el bahaísmo, y literariamente de estilos como el de los Evangelios. Además, se nutre de la personalidad de Cristo. También se percibe un aroma de Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche. Obras todas que se ven reflejadas en su obra literaria. El primer discurso sobre el amor señala que a pesar de cualquier vicisitud que se presente hay que acercarse al amor, hay que dejarse llevar por el amor, hay que ser amor. El tema cruza de principio a fin el libro de El Profeta, el amor como centro de la vida, presente en todo lo que sea benéfico para el ser humano. Dice Almustafá: “Despertar amaneciendo con las alas abiertas en el corazón, dando gracias al sol por otro día de amor.”