Claro, de ninguna manera es suficiente para nadie quedarse solamente en el discurso de la autoayuda, siempre será necesario profundizar hasta la raíz, leer los libros clave de las filosofías conocidas, de las religiones establecidas, de los grandes avatares, guías, profetas, filósofos. Leer, profundizar en ellos, participar en círculos de discusión, revisar ensayos a propósito de su pensamiento. La denominada autoayuda es sólo una pequeña puerta de entrada a la complejidad del pensamiento amoroso, solidario, compasivo, salutífero para el ser.
El profeta es un compendio de sabiduría producto de las lecturas, vivencias, experiencias y formación cultural de Gibrán Jalil. Sabiduría que podemos llevar al plano de lo cotidiano, de lo personal y lo social, para continuar compartiendo un conocimiento que ayuda a vivir mejor a quien se lo tome en serio y lo lleve a la práctica.
Muchos creen que este tipo de libros son mera literatura juvenil, y, en efecto, en qué mejor época se pueden leer estos temas, pero de ninguna manera se restringen sólo a la juventud, son libros que en cualquier época de la vida pueden aportar luz al camino, a las acciones, a la resolución de los problemas. Abres una página de El Profeta y cualquiera de sus temas puede, aparte de deleitarte por esa prosa poética tan bien escrita, iluminar tu ser, tu corazón, tus ideas, tu concepción del mundo.
Un libro como este puede llegar a ser un manual de ayuda para resolver nuestros problemas. Lo abrimos y buscamos un tema que venga a propósito de nuestra situación, y Gibrán nos proporcionará una visión deslumbrante, diferente, basada en la sabiduría ancestral y en el amor, para enfrentar lo que nos inquiete.
Cargué bajo el brazo, durante mucho tiempo, mi libro de El Profeta. Fue mi compañero, amigo, consejero en una etapa muy difícil de mi primera juventud, cuando padecía dolores de amor y familiares combinados con la incertidumbre propia de la vida. El Profeta fue mi bastión en momentos de alegría y de tristeza, de lucidez y de confusión. Siempre estuvo ahí para fortalecerme, aportarme calidez, luz y sabiduría. Ese es el poder del arte, de la literatura y de un artista: cooperar a la armonía del mundo y de la vida.
Gibrán es capaz de sacar del agujero de la depresión, de la zona oscura del odio, de los celos, de la envidia, del ego, de la enfermedad, a quien se deje, a quien acepte que tiene un problema. Ahí es donde aparece Gibrán, que con sus reflexiones poético-filosóficas ofrece herramientas para enfrentar las situaciones angustiantes, herramientas viables, lógicas, posibles, con los pies en la Tierra. Dice Almustafá: “El manantial del que brota nuestra risa se alimenta a veces con nuestras lágrimas… Cuando se rebose de alegría, es prudente mirar en el fondo de nuestro corazón y ahí encontraremos que nuestra alegría procede de algún acto de tristeza … ambas son inseparables.”
Si te falta un amigo, un consejero, los libros de Gibrán pueden tomar ese papel. Y en ese sentido, no importa la edad que tengas. ¿A quién no le hace falta un buen consejo en lugar de un chisme o palabras de odio, rencor, venganza, resentimiento, envidia? ¿A quién no le hace falta una buena palabra en los momentos dolorosos, tristes, incluso en los alegres?
En Gibrán hay filosofía profunda, raíces acerca de las cuales hay que indagar. Sus palabras son perlas que provienen de fuentes como los Evangelios, de Jesús, del bahaísmo. También abrevan en manantiales filosóficos y religiosos como Así habló Zaratustra, de Friedrich Nietzsche, el sufismo, el Corán.
Entre los muchos artistas, escritores, poetas y filósofos que admiraron a Gibrán y que fueron influidos por su poderoso pensamiento estuvieron: August Rodin -quien fue su amigo-, Jiddu Krishnamurti, Gabriela Mistral, Eugenio D'Ors, José Juan Tablada, John Lennon, David Bowie, Elvis Presley. De este último, por ejemplo, se dice que “Elvis Presley quedó profundamente impresionado por El profeta después de recibir su primer ejemplar en 1956. Según se cuenta, leyó pasajes a su madre y a lo largo de los años regaló copias de El profeta a sus amigos y colegas. Las fotografías de sus notas manuscritas bajo ciertos pasajes a lo largo de su ejemplar están disponibles en varios sitios web de museos. Una de sus frases más destacables está tomada de Arena y Espuma (1926): «La mitad de lo que digo no tiene sentido, pero lo digo para que la otra mitad pueda alcanzarlos». Esta frase fue tomada por John Lennon y empleada, aunque ligeramente modificada, en la canción «Julia» de The Beatles…”
La espiritualidad es un tema central, vital, en el trabajo literario, poético y pictórico de Gibrán Jalil. Todo lo que guía su acción está referido siempre el espíritu. Su infancia, su formación, sus influencias más importantes están en el cristianismo maronita. Más que como religión como espiritualidad, para ser más exacto. Él lo señala explícitamente en su texto titulado De los discursos, que está incluido en El Profeta en donde textualmente dice: “y también hay quien conoce la verdad; pero no la expresa en palabras. El espíritu habita en el corazón de ellos como en un rítmico silencio. Cuando encuentres a un amigo en el camino o en la plaza del mercado, deja que sea el espíritu el que mueva tus labios y dirija tu lengua. Deja que la voz de tu voz llegue al oído de su oído porque su alma entenderá y guardará la verdad que emana de tu corazón, como se recuerda el sabor de un vino generoso; aunque hayamos olvidado su color o la forma de la copa que lo contenía.”. También escribe en el capítulo titulado en De la religión que: “el vivir cotidiano es religión y es templo… si realmente conociéramos a Dios, no habría enigmas que descifrar. Es mejor mirar a nuestro alrededor y ahí lo veremos jugar con los niños. Hay que mirar al espacio, ahí veremos a Dios caminando sobre las nubes, extender su brazo con el relámpago y caer en forma de lluvia. Lo veremos sonreír en las flores, y luego agitar sus manos entre los árboles.”