De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, la palabra cambiar implica dejar una cosa o situación para tomar otra; convertir o mudar en otra cosa, frecuentemente su contraria. Otra acepción reza “dar o tomar algo por otra cosa que se considera del mismo análogo o valor”. Y quizás esta definición sea la más interesante por inquietante.
Nos hemos acostumbrado tanto a la palabra cambio que rara vez nos hacemos un alto en el camino para reparar en su significado, no tanto a nivel nominal sino a cómo lo estamos experimentando a nivel social y personal.
El pasado martes 9 de junio, Carlos Urzúa, uno de los funcionarios de primer nivel del gabinete central de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presentó su renuncia a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a través de una carta plagada de fuertes críticas al gobierno de la llamada Cuarta Transformación (4T). No obstante, esta no es la primera ocasión que Urzúa le renuncia a AMLO. El 13 de julio de 2003 Urzúa renunció a la Secretaria de Finanzas cuando el hoy presidente fungía como Jefe de Gobierno del entonces llamado Distrito Federal, hoy denominada Ciudad de México. Un cambio nominal que en lo operativo no ha significado más que un galimatías burocrático y administrativo.
En aquél entonces, tanto los motivos como el recibimiento de la renuncia de Urzúa por parte del jefe de gobierno fueron tersas. El ex secretario dejaba el servicio público para dedicarse a actividades académicas. En contraste, con la carta presentada el martes pasado, el hoy ex secretario recibió un fuerte cuestionamiento y exabruptos maquillados con metáforas por parte del presidente: Estas conmigo o estás contra mí.
En dicha carta, y sin dar nombres, el ex funcionario califica de “inaceptable […] la imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública”. Se sabe que uno de los nombres es el de Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, quien impuso a Eugenio Nájera como director general de Nafin y Bancomext, instituciones cuyo consejo presidía Urzúa, y que tienen la consigna de fusionarse en un solo organismo a pesar del rechazo de trabajadores, ex directivos, académicos y ex funcionarios, quienes han opinado que esta fusión, tal y como lo intentaron en su momento Vicente Fox y Felipe Calderón, no es correcta, ya que tienen objetivos diferentes.
Lo esencial del cambio es la manera en la que los individuos nos enfrentamos a la realidad que implica dicho cambio, subestimamos negligentemente aquello que definimos como cambio y los elementos y procesos que lo representan, esto sin agregar la frívola y oportunista ideologización de las que se valen los precursores del cambio.
Todo cambio, así sea voluntario o impuesto, implica pérdida, ansiedad y lucha. La renuencia a reconocer lo anterior significa cegarnos a importantes aspectos del cambio y malinterpretar otros. De esta renuncia se alimenta la demagogia y el autoritarismo.
Al principio de su libro Loss and Change (Routledge, 2016, publicado originalmente en 1975), Peter Marris establece que “Una vez que se entendieron las ansiedades de la pérdida, se volvieron más claras, tanto la tenacidad del conservadurismo como la ambivalencia de las instituciones transicionales”. Es decir, ya sea que el cambio se proponga con denuedo o se le resista, y suceda por casualidad o designio; ya sea que lo consideremos como una necesidad desde el punto de vista de los reformadores o de aquellos a quienes manipulan, de individuos o instituciones, la respuesta a dicho cambio tiene indefectiblemente un carácter ambivalente.
Reiteradamente, en su saturado repertorio de despectivos, AMLO recurre al apelativo “conservador” para anteponer su propuesta de cambio. No obstante, concediendo que exista un impulso conservador, éste no es necesariamente incompatible con el cambio. Urzúa, ahora estigmatizado como conservador y continuador del modelo neoliberal, acusó asimismo conflicto de intereses, o sea, corrupción, a pesar de que una de las principales banderas de cambio de AMLO, versión campaña, era eliminar la corrupción.
¿Cambio? A la renuncia de Urzúa se agrega el despido de Gualberto Ramírez, titular de la Unidad Antisecuestros de la SEIDO, a quien se le conocía como el “Hombre Maravillas” ya que en plena guerra contra el narcotráfico, había logrado mantenerse por tres sexenios como el titular de dicha Unidad. Su salida de la Estrategia de Seguridad Nacional se suma a la de Patricia Bugarín, quien renunció prematuramente a la Subsecretaría de Seguridad de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Ramírez, el máximo experto en combate al secuestro, no renunció, lo conminaron a renunciar en plena crisis de secuestros en el país.
¿Cambio? En un nuevo arranque, Donald Trump sube el arancel al acero, mientras el presidente López pelea agresivamente con la Policía Federal (corporación que había mantenido los más altos niveles de confianza y efectividad), y descalifica moralmente a la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
¿Cambio? La calificadora Moody’s vuelve a bajar el pronóstico de crecimiento para México (de 1.5 a 1.2 %)
¿Cambio? A pesar de las recurrentes promesas de regresar al Ejército a los cuárteles, la puesta en marcha de la Guardia Nacional (ese cuerpo improvisado de soldados actuando como policías y policías con facultades de soldados) no es más que un caos.
¿Cambio? Miles de inmigrantes expulsados por el gobierno de EEUU se instalan en la frontera norte, lo que ya constituye el inicio de una crisis humanitaria.
¿Cambio? Notimex, la otrora agencia de noticias del Estado Mexicano, se ha convertido en el brazo ideológico encargado de linchar y acosar mediáticamente a los críticos de la 4T, mientras con más torpeza que sagacidad, el cuerpo ideológico de la opinocracia oficialista convierte a Felipe Calderón en blanco de ataques, pero dándole foco en el espectro político internacional.
¿Cambio? Finalmente, y tras haberlo negado con más necedad que evidencias, AMLO ha reconocido que sufre de hipertensión arterial. Paralelamente, la más reciente encuesta de la plataforma “México Elige” mostró que la popularidad del presidente cayó a un 47%, mientras que 11 mil burócratas despedidos salen a buscar empleos cada vez más escasos y mal pagados, a la vez que el Gobierno Mexicano enfrenta una oleada de demandas y pagos de indemnizaciones millonarias.
El significado del cambio rara vez será claro al principio, aunque la posterior ambivalencia saturará el largo y sinuoso camino de toda transición.
@doctorsimulacro