El Universo Novohispano: la ciudad de Querétaro en el siglo XVIII

Cartografía del tiempo y la memoria

  · jueves 22 de febrero de 2024

Plaza Mayor en 1790. Fragmento. Plaza Mayor - 1790. Fragmento. BNP., colección P. Angrand. Foto: Cortesía / Edgardo Moreno

“La cultura como identidad y la identidad como cultura”. Gilberto Giménez


En las próximas entregas les compartiré rasgos de la vida cotidiana en la ciudad de Santiago de Querétaro en el periodo finisecular del siglo de las luces. Festejos, procesiones, usos del espacio público y privado. Las cosmovisiones, manipulación del espacio, su repercusiones ambientales, las estructuras de su ordenamiento urbano, entre otras. Es una propuesta para la construcción simbólica y física de la ciudad que habitamos en el siglo XXI. El uso y la distribución del espacio que refleja, su organización y características que nos refiere las transformaciones y las continuidades sociales.

Cartografía para visualizar la ciudad de Querétaro. Dispuesta por una traza vieja y otra nueva. Se agregan al espacio urbano zonas periféricas y conurbadas, donde se pierden los límites geopolíticos. El desarrollo inmobiliario que asola desde las cumbres aledañas, con su característica propuesta de vivienda vertical y plazas de servicios y centros de negocios. Pasado y presente entrelazados. Avenidas modernas abiertas tan solo para el automóvil, calles con ciclovías y líneas de cebra para los peatones. Ciudad antigua con equipamiento del siglo XXI. Callejas, portales, viejas casas -algunas en escombros-, en espera de una buena venta para demoler el interior y convertir el inmueble en un hotel boutique, o en algún otro uso de servicios para el turismo.

Ciudad latente, que se transforma continuamente., permanencia transformación. Una sociedad ubicada en tiempo y espacio nos expresa sus significados y códigos. La forma de reinventar los relatos fundacionales para crear la identidad de un territorio cada vez más orientado a la cultura industrial y los fenómenos de migración y creación de nuevos poblamientos. Se explica el retorno a las historias del espacio construido por los antepasados. Porque nos da certidumbre en un ambiente de cambios y transformaciones vertiginosas.

De aquí surgen algunas preguntas: ¿Cómo era el espacio urbano al concluir el siglo XVIII? ¿Cuáles eran algunas características de esa sociedad novohispana? ¿Cómo era su ambiente? ¿Cuáles sus lugares simbólicos? ¿Cuáles son los rasgos culturales y de identidad?

Como indicadores del tiempo que pasa y del imaginario que sobrevive Starobinski le denominó marche de basse, - “bajo continuo”-, para referirse a los lugares y los ritmos antiguos. De tal manera que éstos permanecen en un segundo plano y la modernidad no los excluye en sus vertiginosos cambios. En la ciudad de Querétaro se encuentran en ese bajo continuo, las expresiones arquitectónicas, artísticas, urbanas, las prácticas y creencias que nos dan testimonio de sus temporalidades. La ciudad como lugar de identidad relacional o histórico. Augé definió el “no lugar” como el espacio que carece de estos elementos. Así tenemos que la modernidad y los nuevos desarrollos originan no lugares. Dentro de estas hipótesis de la antropología urbana tenemos lugares de memoria, aquellos que tienen y tuvieron un uso para diferentes generaciones de habitantes. Michel Certeau ha dicho que más bien son palimpsestos donde se reinscribe sin cesar el juego intrincado de la identidad y de la relación.

En la Cañada. Banquete del pueblo de Querétaro. Foto: Cortesía | @mediateca.inah

Identidad – cultura. La cultura y la identidad son dos conceptos íntimamente relacionados y que la segunda no es más que la parte subjetiva de la primera. (Gilberto Giménez), toda vez que la identidad, se construye a partir de los materiales que proporciona la cultura. Geertz, sostiene que es un entramado de relaciones simbólicas, compartidas, que son perpetuadas por un determinado grupo. La cultura nos distingue de otros y proporciona identidades que no son estáticas, pero si históricas. Es un proceso dialéctico en el que se entrecruzan los acervos de prácticas y saberes de manera consciente o inconsciente, prácticas, manifestaciones, ideas, creencias, sentimientos y comportamientos relacionados con el desarrollo especifico de la sociedad por un espacio de tiempo históricamente determinado. En la cotidianidad es donde usamos, construimos, producimos, conservamos o desechamos ideas y objetos, que reputamos como patrimonio. Cada época deja su huella en la forma de percibir la vida y la muerte y de satisfacer sus necesidades.

Universo Novohispano. En el recorrido encontramos dicotomías: el orden impuesto por la Metrópoli, severo pero flexible, disposiciones reales que las autoridades eclesiales y virreinales adaptaron a sus circunstancias: “obedézcase, pero no se cumpla”. Los estancos de naipes, pulque, pólvora entre la prohibición de introducir artículos y productos de ultramar, desencadenó un tráfico de mercancías a través del contrabando. Los comerciantes encontraban sus acomodos para convertirse en autoridades -o al revés-, de tal manera que los caminos, licencias, garitas y aduanas eran administradas por servidores dispuestos a ser cooptados.

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De igual manera proliferaron en los caminos reales de Tierra Adentro las gavillas de bandoleros, por tratarse de un paso de metales argentíferos y objetos de lujo traídos de las Filipinas. Para esas prácticas delictivas se organizó la Santa Hermandad, que al parecer tuvo éxito en los primeros años. Al finalizar el siglo XVIII eran otros destacamentos y regimientos -entre ellos los dragones de la reina-, que además de proteger los poblados, batían de vez en cuando a los asaltantes y plagiarios. En 1765 fue organizado el Regimiento Provincial de Caballería de Querétaro y Celaya sostenido por un gravamen que cubría la población por medio de contribuciones.

Continuamos en la próxima entrega.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Febrero de MMXXIV