Es sobre todo el hombre ambicioso
el que bebe respetar la etiqueta
más que cualquier otro.
La etiqueta, Yukio Mishima
Me gané su respeto y
por eso pude hacer locuras.
Respeté la etiqueta
y me eché a la bolsa su confianza.
Destapé la botella
para que ellos bebieran primero,
cedí el paso
con una palmada varonil.
Te pregunté
qué canción querías que interpretara.
Después escuché hasta
que impuse las palabras,
brindé tres veces por ti
y por los tuyos
para luego azotar
la botella contra la pared.
En seguida dancé
como derviche,
te tomé en mis brazos
y besé tu boca por sorpresa.
Todo lo había ganado
porque mi ética beoda
había cosechado
tu cariño y confianza.
De mí no ibas a recibir
una transa, una chapuza,
una insinuación,
un mal entendido aprovechado.
No te iba a dormir
para después violarte,
te quería con los ojos abiertos
para que atestiguaras mi lujuria.
Pude bailar desnudo
ante tus ojos
y equivocarme
Pero antes regué el suelo
de modales afortunados
y por eso abriste tu
cuerpo sin recodos.
Tú misma me pediste
tomarte,
tú misma recorriste
mi cuerpo ya incendiado.
Nos entregamos uno a otro
sin contrato y sin reglas,
tan sólo la confianza
fue nuestro tapete.
Te respeté y dijiste:
fáltame al respeto,
te contemplé desnuda
y me ordenaste: poséeme.
Luego, nos fuimos
tomados de la mano,
platicando de
cualquier cosa simple.