/ jueves 12 de septiembre de 2024

Abren primer Agromuseo en Querétaro

Ubicado en la Hacienda de Tlacote El Bajo, el espacio busca que los visitantes empaticen con la vida rural y el labradío, y recuerda la historia del agua curativa


Agromuseo Juan Tlacote, un destino ubicado al noroeste de Querétaro en lo que antes fue la Hacienda de Tlacote El Bajo, ofrece a la población una experiencia cultural a través de siete salas que reconstruyen la historia del reparto agrario en el estado desde la época prehispánica hasta la actualidad, a la par que muestra la propia historia del lugar.

Es impulsado por Arturo González de Cosío Frías, historiador cuya familia fue dueña del antiguo recinto hace un siglo. Su objetivo es que los visitantes conozcan más sobre la vida rural y el labradío.

Los recorridos se realizan principalmente los sábados a partir de las 9:00 horas y en formato de visita guiada con un cupo límite de 15 personas. Se brinda una atención personalizada a grupos a partir de 10 personas.

El paseo tiene una duración aproximada de dos horas y media y al final se ofrece una degustación de comida de la región, aprovechando los alimentos de temporada.

El costo de ingreso es de 400 pesos por persona y se aplica un 25 por ciento de descuento a estudiantes y usuarios INAPAM. Menores de 6 años pueden ingresar sin boleto. Para visitar el museo es necesario realizar una reservación a través del WhatsApp: 442 670 0230.

Más que una hacienda, un legado familiar

Concretar este proyecto llevó a Arturo González de Cosío Frías poco más de 16 años, sin embargo, dice que en realidad tuvieron que pasar casi 75 para que su familia volviera a tener posesión de la propiedad.

“En 1830 el abuelo de mi bisabuelo compró esta hacienda que perteneció a la familia hasta 1933. Mis abuelos fallecieron en 1925 cuando sus cuatro hijos todavía eran menores de edad, por lo que su ausencia, y la falta de alguien que pudiera administrar la propiedad, generó muchísimos problemas. Al final terminaron perdiendo la hacienda porque se debían impuestos y quien la compró, al mes se la otorgó al gobernador y así fue pasando de dueños”, relató don Arturo en entrevista con Barroco.

De acuerdo con la documentación que ha conseguido el historiador, el espacio se formalizó como hacienda hasta el 10 de octubre de 1631 cuando su primer estanciero, Juan Tlacote (de ahí el nombre), recibió el título. El lugar contó con 4 mil 760 hectáreas (seis mercedes de tierra que fueron otorgadas entre 1562 y 1617) en las que se mantenía un claro dominio sobre los recursos naturales de la zona.

Su producción agrícola se basó en el maíz y otros cultivos tanto para alimentos como para herramientas y materia prima, como los nopales, mezquites y el maguey. Dentro de las tierras también se practicó la crianza de borregos para la obtención de lana para la elaboración de prendas, y de ganado mayor con becerros, bueyes, caballos y cebúes.

Foto: Miguel Cruz / Diario de Querétaro

Por la zona geográfica, algunos investigadores han ubicado a la Hacienda de Tlacote El Bajo como comarca sostenedora de la plata, por lo que es considerada dentro del Camino Real de Tierra Adentro, a la cual su porción central se le llamó la Ruta de la Plata o Camino de la Plata.

Debido a que la administración del recinto era costosa y muy laboriosa, a lo largo del tiempo la Hacienda pasó a pertenecerle a diferentes familias, incluyendo a la Iglesia y al Gobierno en más de una ocasión.

“De los cuatro hijos que mis abuelos tuvieron, solamente hubo uno que pidió una propiedad y ese fue mi papá”, comentó el entrevistado. Don José González de Cosío de Vicente fue el papá de don Arturo, y aunque el reparto agrario ya había concluído para 1992, logró que el Estado Mexicano le reconociera una pequeña propiedad agrícola inafectable de la Ex Hacienda de Tlacote El Bajo, en la que formó la actual comunidad de Santo Niño de Praga.

“Fue gracias a él que pude apreciar la labor en el campo y que sentía muy cercano toda esta historia de la reforma agraria. Finalmente, en 2007 un agente inmobiliario me contactó y mostró interés en adquirir el predio que mi padre me había heredado. Yo no estaba dispuesto a vender, porque sabía qué era lo que querían hacer con mi terreno, pero era tanta la insistencia que le dije, ‘bueno, yo vendo pero si me consigues la Hacienda de Tlacote El Bajo. La propiedad no estaba a la venta en ese entonces y no pensé que lo fuera a conseguir, pero al final me consiguió el título de propiedad y así fue como volví a tener la Hacienda”, agregó.

Cuando don Arturo recibió el espacio, la estructura de la hacienda se encontraba intacta aunque de igual forma tuvieron que realizar algunos trabajos de mantenimiento y cambios en el tejado para favorecer su preservación.

Finalmente, el historiador decidió que la hacienda no tendría el mismo destino que otras en la entidad. No sería un recinto para bodas o eventos sociales, sino un espacio dedicado a la memoria.

Museo del agro

Acorde con la información del Agromuseo Juan Tlacote, este es el primer espacio dedicado totalmente a la agricultura en el estado de Querétaro. Su museografía integra una colección de objetos y herramientas que fueron utilizadas para las actividades agrícolas y ganaderas, así como datos e ilustraciones.

Abarca un período histórico de 500 años y busca generar una mirada empática sobre la agricultura, la tenencia de la tierra y el modelo social de las haciendas en México. Se compone de siete salas permanentes y una temporal.

El recorrido arranca por la historia contemporánea de la hacienda, y se centra en el fenómeno social del que fue protagonista en la década de los noventa. Gracias al descubrimiento de agua con “propiedades curativas” en su demarcación, personas de todas partes de Querétaro, México y el extranjero acudieron para llevarse su propia botella milagrosa. Ese furor atraería la atención mediática y a celebridades como Earvin “Magic” Johnson.

La sala que cuenta esta historia es la única que se encuentra en un edificio distinto, ya que fue construida durante las últimas décadas. En su interior, el público podrá visualizar la vieja embotelladora, placas de periódicos con titulares de la época y hasta expedientes de pacientes que fueron tratados con esta “agua milagrosa”.

Foto: Miguel Cruz / Diario de Querétaro

La sala del Gavillero, por otro lado, exhibe información sobre los actos de conquista que modificaron la tenencia de la tierra, la distribución en mercedes reales que dieron origen a las haciendas y cómo siglos después, éstas terminaron por ser repartidas entre los ejidatarios. La sala se encuentra dividida entre el contexto histórico nacional y local.

De ahí sigue la sala llamada Calpaneria en donde se muestra la evolución de los instrumentos agrícolas en la preparación de la tierra, siembra, cultivo, cosecha y desgrane, así como los materiales y métodos de construcción y manufactura de objetos que generaron la autosuficiencia de las haciendas.

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Luego se ingresa al Almacén donde se resguardan diversos modelos de transporte, tanto de carga, mercancías como de personas. En el exterior se encuentra el Patio de máquinas donde los visitantes podrán visualizar diferentes tipos de artefactos que han sido utilizados en el quehacer del campo, desde el arado tipo egipcio que era utilizado con el apoyo de animales de tiro, hasta la máquina de vapor y tractores mecánicos.

El trayecto por el museo conduce a la Sacristía, donde se encuentra información sobre la participación de la Iglesia en la materia del reparto de las tierras y muestra cómo su poderío económico se fue consolidando gracias a los diezmos y préstamos de los hacendados. Finalmente, la visita culmina en el Granero, donde se encuentra todo tipo de objetos, mapas, cartografías, documentos oficiales, fotografías e ilustraciones que hablan sobre el origen de la Hacienda de Tlacote El Bajo. Ese repaso histórico abarca desde mediados del siglo XVI hasta el XX.

Foto: Miguel Cruz / Diario de Querétaro


Agromuseo Juan Tlacote, un destino ubicado al noroeste de Querétaro en lo que antes fue la Hacienda de Tlacote El Bajo, ofrece a la población una experiencia cultural a través de siete salas que reconstruyen la historia del reparto agrario en el estado desde la época prehispánica hasta la actualidad, a la par que muestra la propia historia del lugar.

Es impulsado por Arturo González de Cosío Frías, historiador cuya familia fue dueña del antiguo recinto hace un siglo. Su objetivo es que los visitantes conozcan más sobre la vida rural y el labradío.

Los recorridos se realizan principalmente los sábados a partir de las 9:00 horas y en formato de visita guiada con un cupo límite de 15 personas. Se brinda una atención personalizada a grupos a partir de 10 personas.

El paseo tiene una duración aproximada de dos horas y media y al final se ofrece una degustación de comida de la región, aprovechando los alimentos de temporada.

El costo de ingreso es de 400 pesos por persona y se aplica un 25 por ciento de descuento a estudiantes y usuarios INAPAM. Menores de 6 años pueden ingresar sin boleto. Para visitar el museo es necesario realizar una reservación a través del WhatsApp: 442 670 0230.

Más que una hacienda, un legado familiar

Concretar este proyecto llevó a Arturo González de Cosío Frías poco más de 16 años, sin embargo, dice que en realidad tuvieron que pasar casi 75 para que su familia volviera a tener posesión de la propiedad.

“En 1830 el abuelo de mi bisabuelo compró esta hacienda que perteneció a la familia hasta 1933. Mis abuelos fallecieron en 1925 cuando sus cuatro hijos todavía eran menores de edad, por lo que su ausencia, y la falta de alguien que pudiera administrar la propiedad, generó muchísimos problemas. Al final terminaron perdiendo la hacienda porque se debían impuestos y quien la compró, al mes se la otorgó al gobernador y así fue pasando de dueños”, relató don Arturo en entrevista con Barroco.

De acuerdo con la documentación que ha conseguido el historiador, el espacio se formalizó como hacienda hasta el 10 de octubre de 1631 cuando su primer estanciero, Juan Tlacote (de ahí el nombre), recibió el título. El lugar contó con 4 mil 760 hectáreas (seis mercedes de tierra que fueron otorgadas entre 1562 y 1617) en las que se mantenía un claro dominio sobre los recursos naturales de la zona.

Su producción agrícola se basó en el maíz y otros cultivos tanto para alimentos como para herramientas y materia prima, como los nopales, mezquites y el maguey. Dentro de las tierras también se practicó la crianza de borregos para la obtención de lana para la elaboración de prendas, y de ganado mayor con becerros, bueyes, caballos y cebúes.

Foto: Miguel Cruz / Diario de Querétaro

Por la zona geográfica, algunos investigadores han ubicado a la Hacienda de Tlacote El Bajo como comarca sostenedora de la plata, por lo que es considerada dentro del Camino Real de Tierra Adentro, a la cual su porción central se le llamó la Ruta de la Plata o Camino de la Plata.

Debido a que la administración del recinto era costosa y muy laboriosa, a lo largo del tiempo la Hacienda pasó a pertenecerle a diferentes familias, incluyendo a la Iglesia y al Gobierno en más de una ocasión.

“De los cuatro hijos que mis abuelos tuvieron, solamente hubo uno que pidió una propiedad y ese fue mi papá”, comentó el entrevistado. Don José González de Cosío de Vicente fue el papá de don Arturo, y aunque el reparto agrario ya había concluído para 1992, logró que el Estado Mexicano le reconociera una pequeña propiedad agrícola inafectable de la Ex Hacienda de Tlacote El Bajo, en la que formó la actual comunidad de Santo Niño de Praga.

“Fue gracias a él que pude apreciar la labor en el campo y que sentía muy cercano toda esta historia de la reforma agraria. Finalmente, en 2007 un agente inmobiliario me contactó y mostró interés en adquirir el predio que mi padre me había heredado. Yo no estaba dispuesto a vender, porque sabía qué era lo que querían hacer con mi terreno, pero era tanta la insistencia que le dije, ‘bueno, yo vendo pero si me consigues la Hacienda de Tlacote El Bajo. La propiedad no estaba a la venta en ese entonces y no pensé que lo fuera a conseguir, pero al final me consiguió el título de propiedad y así fue como volví a tener la Hacienda”, agregó.

Cuando don Arturo recibió el espacio, la estructura de la hacienda se encontraba intacta aunque de igual forma tuvieron que realizar algunos trabajos de mantenimiento y cambios en el tejado para favorecer su preservación.

Finalmente, el historiador decidió que la hacienda no tendría el mismo destino que otras en la entidad. No sería un recinto para bodas o eventos sociales, sino un espacio dedicado a la memoria.

Museo del agro

Acorde con la información del Agromuseo Juan Tlacote, este es el primer espacio dedicado totalmente a la agricultura en el estado de Querétaro. Su museografía integra una colección de objetos y herramientas que fueron utilizadas para las actividades agrícolas y ganaderas, así como datos e ilustraciones.

Abarca un período histórico de 500 años y busca generar una mirada empática sobre la agricultura, la tenencia de la tierra y el modelo social de las haciendas en México. Se compone de siete salas permanentes y una temporal.

El recorrido arranca por la historia contemporánea de la hacienda, y se centra en el fenómeno social del que fue protagonista en la década de los noventa. Gracias al descubrimiento de agua con “propiedades curativas” en su demarcación, personas de todas partes de Querétaro, México y el extranjero acudieron para llevarse su propia botella milagrosa. Ese furor atraería la atención mediática y a celebridades como Earvin “Magic” Johnson.

La sala que cuenta esta historia es la única que se encuentra en un edificio distinto, ya que fue construida durante las últimas décadas. En su interior, el público podrá visualizar la vieja embotelladora, placas de periódicos con titulares de la época y hasta expedientes de pacientes que fueron tratados con esta “agua milagrosa”.

Foto: Miguel Cruz / Diario de Querétaro

La sala del Gavillero, por otro lado, exhibe información sobre los actos de conquista que modificaron la tenencia de la tierra, la distribución en mercedes reales que dieron origen a las haciendas y cómo siglos después, éstas terminaron por ser repartidas entre los ejidatarios. La sala se encuentra dividida entre el contexto histórico nacional y local.

De ahí sigue la sala llamada Calpaneria en donde se muestra la evolución de los instrumentos agrícolas en la preparación de la tierra, siembra, cultivo, cosecha y desgrane, así como los materiales y métodos de construcción y manufactura de objetos que generaron la autosuficiencia de las haciendas.

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Luego se ingresa al Almacén donde se resguardan diversos modelos de transporte, tanto de carga, mercancías como de personas. En el exterior se encuentra el Patio de máquinas donde los visitantes podrán visualizar diferentes tipos de artefactos que han sido utilizados en el quehacer del campo, desde el arado tipo egipcio que era utilizado con el apoyo de animales de tiro, hasta la máquina de vapor y tractores mecánicos.

El trayecto por el museo conduce a la Sacristía, donde se encuentra información sobre la participación de la Iglesia en la materia del reparto de las tierras y muestra cómo su poderío económico se fue consolidando gracias a los diezmos y préstamos de los hacendados. Finalmente, la visita culmina en el Granero, donde se encuentra todo tipo de objetos, mapas, cartografías, documentos oficiales, fotografías e ilustraciones que hablan sobre el origen de la Hacienda de Tlacote El Bajo. Ese repaso histórico abarca desde mediados del siglo XVI hasta el XX.

Foto: Miguel Cruz / Diario de Querétaro

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