Un aquelarre renovado, marcado por la percepción de artistas visuales situados desde la disidencia y las diversidades, quienes han creado contranarrativas que desafían al patriarcado, la heterosexualidad obligatoria, así como sus mecanismos de discriminación y violencia incrustados en la cultura visual dominante que ha condenado históricamente lo diferente y lo extraño como una obra del demonio, es como se define a la exposición Hadas y Brujas.
La colección se encuentra actualmente en el Museo de la Ciudad, y fue inaugurada como parte del Festival Chupasangre 2022 que también se llevó a cabo en dicho recinto.
Participan 32 artistas locales y también de la Ciudad de México, Guanajuato y Zacatecas; con esculturas en cerámica, fotografías, diseño gráfico, pintura así como registros de performances y arte instalación.
La curaduría estuvo a cargo de Lechedevirgen, Sorshamn Lara y Salvador Banda, quien refiere que el objetivo de la muestra es generar una memoria colectiva, además de hacer de estos temas un motivo constante de próximas exposiciones y expresiones artísticas.
"Toda la exposición gira en torno al terror queer y sus diferentes aproximaciones, vemos registros de acciones que en su momento han sido consideradas polémicas. Es importante mencionar que en Querétaro hay bastante censura, por eso es necesario que tengamos espacios dentro de las instituciones culturales donde se realicen este tipo de eventos como el Museo de la Ciudad (…) es importante que de ello quede un registro y que sea algo constante”, señala el curador.
La exposición ocupa tres salas, la primera se titula Sala Ayuntamiento y exhibe piezas en torno al aquelarre; con ellas se busca dignificar el significado de las brujas.
"Se trata de reivindicar la figura de la bruja en la actualidad, ir en contra de la criminalización de las prácticas trans feministas y agarrar el poder de la colectividad para presentarlo de una manera contestataria; también es una forma de explorar la sexualidad en los aquelarres, así como los cuerpos pero no desde la relación binaria, sino llevar el cuerpo más allá”.
La segunda sala, conocida como la Sala de las paredes blancas, se encuentran piezas relacionadas con el tema del antropozoomorfismo, ligado fuertemente a la supuesta habilidad que tienen las hadas y las brujas para convertirse en animales; es también un llamado a conectarse con la naturaleza.
“Es un enfoque hacia los cuerpos por las prácticas de la su antropomorfismo, la habilidad que tienen de volverse animales. También se plantea como una manera ritual de conectar con la naturaleza y revalorar nuestra relación con las especies que habitan el mismo planeta que nosotros”.
Por último, la tercera sala conocida como la de las Paredes rojas, se centra en el tema de los conjuros, por lo que muchas de las piezas pueden entenderse también como amuletos de protección e incluso algunas fueron creadas con materiales utilizados en estos rituales, como polvo de gallina negra.
Salvador Banda reitera que esta es la segunda ocasión en la que una exposición colectiva se realiza dentro del Festival Chupasangre, por lo que también se refuerzan los lazos de cooperación entre los artistas de la comunidad LGBT+, no sólo a nivel local, sino también a nivel nacional.