Formar por el arte

Tinta para un Atabal

Ana Bertha Cruces | Colaboradora Diario de Querétaro

  · miércoles 4 de noviembre de 2020

Foto: Cortesía | Atabal


La educación y el arte son los medios por los cuales miles y miles de hombres pueden integrarse a los cambios, donde pretendemos que al arte le competa un papel importante como elemento formador.

Gaspar Galaz. Chile, 1941. Escultor e historiador del Arte


Soy actriz de teatro y me apasiona la literatura. Desde hace algunos años, tal vez 15, imparto clases de literatura en diversos planteles educativos a alumnos de nivel preparatoria y licenciatura. No es difícil encontrar vínculos entre el teatro y el arte de la escritura, ambos se nutren de la imaginación, ambos llevan implícita libertad y palabra, realidad y metáfora.

Los retos que debemos asumir los docentes frente a la virtualidad definitivamente son muchos y cada vez el espectro se abre más, en la medida en la que nos adentramos en la búsqueda de nuevos materiales, nuevas posibilidades de contacto, de interacción, de persuasión, entre otras necesidades que se van presentando de acuerdo a los diferentes contextos de los estudiantes.

Romper la barrera que impone una pantalla y los problemas que trae la conectividad, es algo con lo que está visto que debemos lidiar día con día; sin embargo, no nos está dado obviar estos problemas, estamos obligados a ser portadores de estrategias, de opciones alternas que no rompan el equilibrio, la ecuanimidad y el ambiente propicio para el aprendizaje de los estudiantes.

Creo que trabajar en este sistema virtual, aunque en un primer momento me causó una gran depresión, me ha obligado a echar mano de toda mi creatividad, a investigar, a trabajar, por supuesto, en el dominio de la herramienta tecnológica, a involucrarme en la búsqueda de nueva información y la depuración de otra, a configurar materiales cuyo origen es el teatro y otras disciplinas artísticas, para hacer más puntual y eficiente en el logro del manejo y procesamiento de la información para que los estudiantes busquen la construcción de su aprendizaje mediante un proceso divertido, ameno, que implique un reto y una transformación.

Pero no siempre coincidimos pues me he encontrado con situaciones en las que veo, con mucha tristeza, que el estudiante no quiere participar activamente en su proceso de aprendizaje y espera sólo a que se le diga qué hacer, cómo hacerlo, qué memorizar, qué resolver, qué debe aprender. En casos como estos, desafortunadamente no hay creatividad que salve. Y creo que, si con la presencia en las aulas, lograr que el joven se interesara por sus propios procesos, que se apasionara del querer saber, se tornaba un tanto complicado, ahora, habitando un espacio impalpable, se ha convertido en una misión imposible.

La comunicación presencial siempre será necesaria. El contacto humano sin la mediación de una pantalla, sobre todo en el caso particular de cuando se imparte una materia artística, siempre será esencial. Sin embargo, los límites de contacto en el estado actual de las cosas, los determinamos nosotros como docentes y no debe significar un obstáculo, porque no se presenta como una opción; por el contrario, debemos asumirla como una gran posibilidad para lograr la interacción humana que pese a la distancia, nos demanda nuestra profesión. Porque la distancia es obligada, pero lo que hacemos en las aulas, no. Enseñar, debe ser más que una obligación, por ello la lucha por conservar la pasión es necesaria.

Foto: Cortesía | Ill Cubo Estudio

Hoy, los docentes nos enfrentamos al rediseño o adecuación de los procesos de enseñanza-aprendizaje mediados por el uso de la tecnología y la virtualidad, percibidos cada vez con mayor naturalidad desde que nos vimos obligados a implementar las clases 100% en línea; poniendo en juego más que nunca, además de los conocimientos de la materia, la capacidad de adaptación, de invención, de reinvención, de resolución de problemas, de tolerancia, de empatía, de comprensión, de escucha, de resiliencia, de resistencia… En este sentido, qué afortunados quienes nos dedicamos a la educación y que, de alguna manera estamos ligados al arte, porque si alguien vive en carne propia el significado de estos conceptos, somos los artistas.

El teatro ha estado presente de muchas maneras en todos los ámbitos de la vida. Ahora, el teatro cobra una importancia mayor en la incidencia que puede llegar a tener en la educación, que hoy por hoy es una de las grandes preocupaciones de toda la sociedad; ya sea como herramienta didáctica en la impartición de la cátedra, como estrategia para el desarrollo de actividades lúdicas y creativas o bien, para fortalecer el crecimiento integral de los estudiantes mediante la observación de trabajos profesionales que, aún en la virtualidad, conservan la posibilidad de ser espacios de reflexión y crítica.

Tratándose de observar la parte positiva de la situación tan angustiante que estamos viviendo, así como también de la invasión tecnológica; puedo decir que el uso de las redes sociales y la gran cantidad de espectáculos, eventos y apertura de espacios virtuales con contenidos culturales y artísticos, han hecho posible que los docentes llevemos a cabo un trabajo de sensibilización hacia el arte que permite captar con mayor apertura, desde perspectivas amplias y diversas, el material de estudio que se presenta a los estudiantes.

Nunca el arte que habita un espacio virtual será tan poderoso como el arte de la presencia, que se respira, que cobra vida y se encarna en nuestros sentidos; pero nos toca enfrentar la realidad con inteligencia, con sensibilidad, para no perder la carrera. Nos toca abrir espacios, donde el teatro sea posible y las aulas de clase, virtuales o no, sean una bella posibilidad para resignificar su existencia.




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