Garbanzo de a libra

Carlos Contreras

  · sábado 18 de agosto de 2018

Cierre del taller "Mandela 100. Dosce, la compañía. Foto: Especial

Seguramente les ha pasado que después de buscar respuestas a sus preguntas, éstas llegan con el tiempo, a pesar de que, en su momento, con fervor hayan intentado encontrarlas. Pues bien, el presente artículo responde a inquietudes que planteé anteriormente en esta misma columna pero de fecha 3 de junio de 2018 que, dicho sea de paso, pueden encontrar en: atabalteatro.com, junto con las otras escritas por los integrantes de Atabal y publicadas en este Diario.

En aquel artículo, planteaba preguntas desde la realidad de los alumnos que egresan de las licenciaturas en Arte Dramático del país, tales como: ¿qué hago con lo que aprendí? ¿quién me invitará a trabajar en su compañía? y ¿qué proyecto debo emprender?

Hoy, después de haber estado en Tampico, Tamaulipas, regreso con la esperanza devuelta y no es que la haya perdido, pero por colectivos como “Dosce, la compañía. Artes y oficios” que guía nuestra querida Sandra Muñoz, directora escénica, uno entiende lo maravilloso que es el teatro y es que, como lo que no existe se crea o se reinventa, han sabido -ella y su equipo- aprovechar favorablemente la falta de oferta educativa en lo que a artes se refiere.

Si bien la columna vertebral es el teatro, a Dosce llegan personas con diversos talentos que explotan y desarrollan llenando de buena vibra la casa que los alberga; personas que cantan, que bailan, que escriben porque así les ha nacido, viven el proceso hasta convertir ese hobbie en un hecho profesional que se transforma hasta generar, en quienes se acercan, una pertenencia.

Tal es el caso de los chicos cuyo trabajo tuve la oportunidad de apreciar en el cierre de talleres de verano para adultos que dio como resultado un ejercicio-homenaje a Nelson Mandela, una celebración a las diversidades, que se logró construir en una semana y que, gracias a los procesos de la maestra Sandra Muñoz, se volvió una especie de retiro espiritual para actores. En una semana lograron un trabajo tan sólido a nivel vocal, de conexión y energético que no había tenido oportunidad de ver en muchos ejercicios de final de semestre e incluso montajes de nivel licenciatura. La entrega de los participantes se veía minuto a minuto, no había duda porque su mirada se transformaba en el escenario. Quise explicarme cómo lo habían logrado, ¿qué cosa maravillosa trabajaron para que sucediera? ¿qué no se hace en las licenciaturas que aquí, sí?

Hasta ahora no lo sé, dejaré que el tiempo me siga sorprendiendo, pero algunas de las respuestas que pude formular fueron: en primer lugar, está el equipo tan generoso con el que Sandra trabaja, por mencionar algunos integrantes: Víctor Zavala, vestuarista no sólo de Dosce sino de múltiples trabajos de impacto nacional e internacional y un guía también en cuanto a procesos actorales se refiere; Sergio Aguirre, quien con una gran trayectoria se posiciona como dramaturgo de la escena nacional e Isaac Martínez, maestro de actuación.

Todos ellos, más quienes tienen otros roles en la compañía y los actores de sus distintos elencos, son personas que tuve la fortuna de conocer y a quienes agradecimos su generosidad y nobleza, indispensables en cualquier proceso creativo, más aún cuando de unificar visiones se trata, cosa igualmente indispensable para el logro de objetivos y la obtención de resultados como el que vimos específicamente en el ejercicio-homenaje.

Después de mencionar al equipo de trabajo y la unificación de visiones, otro factor a considerar es el rigor y la disciplina que sólo da el trabajo y la necesidad de crear aquello que no existe, porque Dosce no sólo imparte talleres a niños, jóvenes y adultos, su labor va siempre más allá, como la gestión permanente que toda compañía debe tener para alcanzar metas más altas y es que si uno no puede contra la burocracia debe unirse a ella, lo que implica una labor proporcionalmente titánica a la de los talleres y a la de sostener un espacio con los recursos que la compañía genera. Y por si esto fuera poco, también llevan a cabo temporadas de las distintas puestas en escena que tienen, más los proyectos a los que son convocados cada integrante como hacedores de arte.

Todo ello hace a Dosce, una gran compañía que en su contexto abre la brecha para los artistas de Tampico. Su labor es fundamental en su contexto, un pequeño oasis ante la falta de ofertas culturales en la ciudad. La compañía devuelve la fe en la vieja escuela, ésa en la que se formaron grandes artistas absolutamente convencidos de su quehacer. Todo ello debería hacernos cuestionar a los egresados de las licenciaturas y a los coordinadores de las mismas, qué está pasando cuando las cosas no suceden.

Así es que si usted, amigo lector, anda por el puerto de Tampico y desea acercarse a un evento cultural de calidad, no deje de visitar “Dosce la compañía. Artes y oficios” porque, como pocos en el país, éste es un garbanzo de a libra. Larga vida a quienes la conforman.

*"Este artículo se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Programa México en Escena 2016”.