/ miércoles 1 de marzo de 2023

God. John Lennon. Remix

Vitral


Una canción como God, de John Lennon, puede ser muy hermosa, pero … cuidado, puede equivaler también a los cantos de las sirenas que quiso escuchar Ulises, y que amenazaron con tragarlo para siempre.

¿En serio? ¿No exageras? No, si solamente fuera una canción anodina qué fácil sería todo, pero no se puede cantar cualquier cosa sin una mínima revisión crítica de lo que se dice, o mejor dicho, sí se puede, pero no se debería, porque cada palabra es poderosa, guarda un sentido profundo que es capaz de desdoblarse en cientos de significados. Todas las culturas saben del poder que la palabra tiene. Hablar, cantar, no es un simple acto sin trascendencia, todo lo contrario, cada palabra tiene un sinfín de conexiones que van mucho más allá de lo que captamos en un primer encuentro. Aceptar a ciegas el mensaje que una canción contiene trae muchas consecuencias que en apariencia no generarían problemas mayores, pero que en otras circunstancias pueden llevar a perturbaciones, sino es que hasta acciones equivocadas en el plano de la acción individual y/o social

Lennon no cree en la Biblia. Todas las culturas de todos los tiempos saben la importancia que la palabra tiene. Por ejemplo, en la cultura judeocristiana este texto sagrado, en su primer libro, el Génesis, dice que Dios habló. Más allá de una cuestión religiosa tomémoslo como una cuestión simbólico-cultural. Dios habla y con su palabra las cosas se crean, lo cual tiene un significado metafórico que indica que la palabra es creadora de vida, de formas de ser y de comportamiento. “1. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. 6. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. 8.Y llamó Dios a la expansión Cielos.” En las expresiones de estos versículos podemos constatar el poder creativo, generador de mundos, que se atribuye a la palabra.

No podemos basarnos solamente a lo que uno buena o malamente piensa, porque eso nos deja en una limitación extraordinaria. ¿Qué garantiza que un simple ser, sometido a un montón de experiencias de todo tipo, pueda tener un criterio sólido, maduro, sabio, para enfrentar las problemáticas que existen en la vida? Pretender, como Lennon, que puedo creer solo en mí mismo, es un marco muy limitado. Por mucho que pienses que en el fondo de tu alma radica la verdad absoluta y pura, aún así estarías expuesto a regarla, porque en esa expresión de “sólo creo en mí”, puede esconderse una soledad profundamente egocéntrica, que puede derivar incluso en un egoísmo enfermizo, autoritario, en una cerrazón absoluta a los dilemas de los otros, cuando son precisamente los otros los que nos enriquecen, los que en la contrastación de las ideas nos permiten tener marcos más amplios para evaluar las situaciones que vivimos. Son los otros, sus vidas, relatos, narrativas, experiencias, y el intercambio en el diálogo, los que nos permiten conformar criterios más amplios para ubicar los eventos en la dimensión y complejidad que merecen, y desde donde se pueden abordar con más sapiencia y posibilidades de resolución.

En cuanto al Bhagavad Gītā, otro de los libros sagrados en los que no cree John Lennon, según canta en su canción, es un texto que reivindica también la fuerza creadora de la palabra, la importancia que tiene lo que hablamos, el pensamiento que se transforma en palabra: “En el verso 15 del capítulo XVII de la Bhagavad Gītā dice en que consiste la palabra refinada, sáttvica, exponiendo cuatro factores: Satyam, verdadera (Para que el habla sea verdadera tienes que decir la verdad). Anudvegakaram, que no dañe ( Que no sea dañina, puede que lo que digas sea verdadero pero seguro que va a hacer daño a muchas personas. Seguro que conoces a alguien que presume de decir siempre la verdad, de decir lo que piensa, esa persona es adhármica, no tiene una conducta acorde con unos valores firmemente establecidos. Una persona que no tiene pelos en la lengua, dice verdades como puños pero que causan daño a otras personas, no tiene habla refinada, es un habla brusca, daña a los demás, se sienten atacados). Priya, amorosa, compasiva (Que te importe la persona. No solo es lo que dices, sino el tono, la manera de decirlo, los decibelios, aunque digas una cosa, el tono o la actitud quiere decir otra, no hay una comunicación amorosa, compasiva, la actitud, como habla el cuerpo, si te importa como puede afectar a la otra persona). Hitam, beneficiosa para la persona a la que va dirigida (La persona ha de ganar algo con lo que le dices, es para su propio beneficio. Muchas veces hablamos sin pensar en si lo que estamos diciendo tiene algún interés o beneficio para la persona o personas que escuchan, si hacemos esa reflexión, tal vez aprendamos a dar más valor al silencio, a una simple pero expresiva mirada o a una sonrisa que siempre alegra y anima.)”

Para cerrar el tema expuesto aquí, en donde hemos hecho una crítica a la canción God, de John Lennon, en donde él señala que no cree en varios textos considerados mundialmente como muy importantes para la historia cultural humana, hemos evaluado solo dos: la Biblia y el Bhagavad Guita. Aunque podríamos seguir retomando algunos de los puntos que el exbeatle señala en su canción, baste por hoy los que aquí se han tocado someramente, para subrayar que se puede afirmar “yo no creo en esto, o en esto otro”, pero de ahí a tener razón es otro tema. Seguramente nadie va a dejar de leer la Biblia, el I Ching, el Tarot, el Bhagavad, y otros, porque Lennon no cree en ellos. God es una canción vieja y quizá ya ni se escucha, pero aún así, la propuesta central de este artículo es afirmar la necesidad de someter siempre a juicio las letras que se cantan, porque la palabra es poderosa, genera mundos, ideas, pensamientos que se convierten en acciones.

https://escritosdealfonsofrancotiscareno.blogspot.com



Una canción como God, de John Lennon, puede ser muy hermosa, pero … cuidado, puede equivaler también a los cantos de las sirenas que quiso escuchar Ulises, y que amenazaron con tragarlo para siempre.

¿En serio? ¿No exageras? No, si solamente fuera una canción anodina qué fácil sería todo, pero no se puede cantar cualquier cosa sin una mínima revisión crítica de lo que se dice, o mejor dicho, sí se puede, pero no se debería, porque cada palabra es poderosa, guarda un sentido profundo que es capaz de desdoblarse en cientos de significados. Todas las culturas saben del poder que la palabra tiene. Hablar, cantar, no es un simple acto sin trascendencia, todo lo contrario, cada palabra tiene un sinfín de conexiones que van mucho más allá de lo que captamos en un primer encuentro. Aceptar a ciegas el mensaje que una canción contiene trae muchas consecuencias que en apariencia no generarían problemas mayores, pero que en otras circunstancias pueden llevar a perturbaciones, sino es que hasta acciones equivocadas en el plano de la acción individual y/o social

Lennon no cree en la Biblia. Todas las culturas de todos los tiempos saben la importancia que la palabra tiene. Por ejemplo, en la cultura judeocristiana este texto sagrado, en su primer libro, el Génesis, dice que Dios habló. Más allá de una cuestión religiosa tomémoslo como una cuestión simbólico-cultural. Dios habla y con su palabra las cosas se crean, lo cual tiene un significado metafórico que indica que la palabra es creadora de vida, de formas de ser y de comportamiento. “1. En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 3. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. 6. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. 8.Y llamó Dios a la expansión Cielos.” En las expresiones de estos versículos podemos constatar el poder creativo, generador de mundos, que se atribuye a la palabra.

No podemos basarnos solamente a lo que uno buena o malamente piensa, porque eso nos deja en una limitación extraordinaria. ¿Qué garantiza que un simple ser, sometido a un montón de experiencias de todo tipo, pueda tener un criterio sólido, maduro, sabio, para enfrentar las problemáticas que existen en la vida? Pretender, como Lennon, que puedo creer solo en mí mismo, es un marco muy limitado. Por mucho que pienses que en el fondo de tu alma radica la verdad absoluta y pura, aún así estarías expuesto a regarla, porque en esa expresión de “sólo creo en mí”, puede esconderse una soledad profundamente egocéntrica, que puede derivar incluso en un egoísmo enfermizo, autoritario, en una cerrazón absoluta a los dilemas de los otros, cuando son precisamente los otros los que nos enriquecen, los que en la contrastación de las ideas nos permiten tener marcos más amplios para evaluar las situaciones que vivimos. Son los otros, sus vidas, relatos, narrativas, experiencias, y el intercambio en el diálogo, los que nos permiten conformar criterios más amplios para ubicar los eventos en la dimensión y complejidad que merecen, y desde donde se pueden abordar con más sapiencia y posibilidades de resolución.

En cuanto al Bhagavad Gītā, otro de los libros sagrados en los que no cree John Lennon, según canta en su canción, es un texto que reivindica también la fuerza creadora de la palabra, la importancia que tiene lo que hablamos, el pensamiento que se transforma en palabra: “En el verso 15 del capítulo XVII de la Bhagavad Gītā dice en que consiste la palabra refinada, sáttvica, exponiendo cuatro factores: Satyam, verdadera (Para que el habla sea verdadera tienes que decir la verdad). Anudvegakaram, que no dañe ( Que no sea dañina, puede que lo que digas sea verdadero pero seguro que va a hacer daño a muchas personas. Seguro que conoces a alguien que presume de decir siempre la verdad, de decir lo que piensa, esa persona es adhármica, no tiene una conducta acorde con unos valores firmemente establecidos. Una persona que no tiene pelos en la lengua, dice verdades como puños pero que causan daño a otras personas, no tiene habla refinada, es un habla brusca, daña a los demás, se sienten atacados). Priya, amorosa, compasiva (Que te importe la persona. No solo es lo que dices, sino el tono, la manera de decirlo, los decibelios, aunque digas una cosa, el tono o la actitud quiere decir otra, no hay una comunicación amorosa, compasiva, la actitud, como habla el cuerpo, si te importa como puede afectar a la otra persona). Hitam, beneficiosa para la persona a la que va dirigida (La persona ha de ganar algo con lo que le dices, es para su propio beneficio. Muchas veces hablamos sin pensar en si lo que estamos diciendo tiene algún interés o beneficio para la persona o personas que escuchan, si hacemos esa reflexión, tal vez aprendamos a dar más valor al silencio, a una simple pero expresiva mirada o a una sonrisa que siempre alegra y anima.)”

Para cerrar el tema expuesto aquí, en donde hemos hecho una crítica a la canción God, de John Lennon, en donde él señala que no cree en varios textos considerados mundialmente como muy importantes para la historia cultural humana, hemos evaluado solo dos: la Biblia y el Bhagavad Guita. Aunque podríamos seguir retomando algunos de los puntos que el exbeatle señala en su canción, baste por hoy los que aquí se han tocado someramente, para subrayar que se puede afirmar “yo no creo en esto, o en esto otro”, pero de ahí a tener razón es otro tema. Seguramente nadie va a dejar de leer la Biblia, el I Ching, el Tarot, el Bhagavad, y otros, porque Lennon no cree en ellos. God es una canción vieja y quizá ya ni se escucha, pero aún así, la propuesta central de este artículo es afirmar la necesidad de someter siempre a juicio las letras que se cantan, porque la palabra es poderosa, genera mundos, ideas, pensamientos que se convierten en acciones.

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