Green Book, ¿justificación del racismo? I

Vitral

Alfonso Franco Tiscareño

  · miércoles 13 de marzo de 2019

“You never win with violence”, Don Shirley

Cada quien habla de la feria según le va. Cada uno ve las cosas de acuerdo a perspectivas diferentes, según su contexto, origen, clase social y cultura. Dicen que todo se ve según el cristal con que se mire. Varios críticos han señalado que la ganadora del Oscar 2019 a la mejor película y al mejor guion original, Green Book, es una justificación del racismo, para otros, al contrario, es una crítica y es la demostración de que esa nefasta condición se puede superar.

La cinta está basada en una historia de la vida real. Los personajes más importantes son: el Doctor Don Shirley, pianista de color interpretado magistralmente por el actor Mahershala Ali, y el saca borrachos y posteriormente guardaespaldas y chofer del Dr., Tony Vallelonga, interpretado por Viggo Mortensen. La cinta está dirigida por Peter Farrelly, con un guion escrito por el hijo del verdadero Tony Vallelonga. La relación entre los personajes principales se da en el contexto del sur de Estados Unidos en 1962. El sur es conocido por su acendrado racismo, incluso hasta la fecha, y por aquellos tiempos aún más. No hay que olvidar que son las épocas en que las luchas eran muy violentas, y la represión por parte de las fuerzas policiacas era muchas veces criminal. Luther King, Angela Davis, Malcom X, el black power eran parte de las diversas expresiones del pueblo afroamericano por alcanzar el fin del racismo y el disfrute de sus plenos derechos humanos, jurídicos y políticos dentro de la sociedad estadounidense.

¿Acaso se cree que a un actor como Mahershala Ali se le va a engañar como a un niño al que se le da un caramelo? A un hombre que consciente de sus actos se ha cambiado de nombre para adquirir uno acorde a sus creencias como musulmán, no se le engatusa tan fácilmente como para enrolarlo en una película que justifique la discriminación contra los afroamericanos. El actor, citado por el periódico La Vanguardia, declaró lo siguiente en 2017: “Tenemos que estar despiertos en esta época, tenemos que ser muy conscientes de la dirección a la que se dirige el mundo (...). Todos somos igualmente humanos, nadie es más importante que nadie, y creo que el arte sirve para recordarnos esto”. Si alguien hubiera querido engañar a Mahershala para envolverlo en un proyecto racista disfrazado de comedia, él hubiera sido el primero en darse cuenta y rechazarlo desde la lectura del guion, y no fue así.

El título del film hace referencia a una guía turística elaborada por Víctor Hugo Green, cuyo título The Negro Motorist Green Book, señalaba los sitios, hoteles, bares en los que la gente de color podía estar segura. Una forma de apartheid, de segregación.

La historia básica trata de un italoestadounidense, mesero y sacaborrachos del antro llamado Copacabana que al verse sin empleo es contratado como chofer y guardaespaldas de un pianista afroamericano con el que hará una gira por todo el sur de los Estados Unidos. El viaje será de dos meses, y la temporada terminará justamente un día antes de Navidad. Aquí el punto es que varios críticos señalan que la cinta es una mera justificación del racismo, un enmascaramiento, una normalización. No compartimos esta opinión y diremos porqué.

Claro que se vale cuestionar la realidad, evaluarla, analizarla, pero el tema del que trata la película se refiere a hechos que ya sucedieron, y no podemos pretender que sean como nosotros hubiéramos querido que fueran. Verdad de perogrullo: los hechos son como son. La realidad no puede tomarse y adaptarse a las conveniencias políticas, ideológicas y culturales de cada quien. Y aunque el que narra un suceso lo recorta, idealiza o parcializa, en términos generales, el escritor de este guion, hijo en la realidad del personaje Tony Vallelonga, se atuvo a hechos que fueron realidad.

Al principio de la película el personaje llamado Tony Vallelonga sí es un tanto racista, de hecho cuando dos trabajadores de color van a su casa a realizar una compostura, él ve cómo su esposa les sirve dos vasos con agua para que se refresquen. Después de que ellos se retiran, Vallelonga entra a la cocina y tira a la basura los vasos en donde bebieron los trabajadores. Luego, cuando la esposa -que tiene un papel clave en la película-, se da cuenta de que los vasos están en la basura los levanta y reintegra a sus trastes. Tony Lip (Vallelonga), es un tipo que se queda sin trabajo por composturas que deben hacer en el antro en donde trabaja, y por esas vueltas que da el destino le ofrecen un trabajo como chofer de un pianista negro. Al principio, se resiste, sobre todo cuando el pianista, llamado Don Shirley, le comenta que además de chofer tendrá que ser su asistente personal, planchar y bolear sus zapatos. El italiano se despide diciendo: “buena suerte, doctor”. O sea, ay nos vemos. Sin embargo, el Dr. Shirley insiste en contratarlo debido a los informes que tiene sobre las habilidades probadas de Vallelonga.

Hay críticos que señalan que el film aborda las tensiones raciales desde el punto de vista blanco, que la película viene a explicarle a los negros lo que es el racismo, que es una justificación. Cierto, el guion está escrito por un descendiente de italianos, pero de ninguna forma reduce la cuestión a un mero asunto personal. Al contrario, lo que se presenta en la cinta es una caso en donde a partir de una relación, en principio de trabajo, se llega a cuestionar el contexto del tremendo segregacionismo existente en la zona sur de los Estados Unidos en los años 60’s del siglo pasado. Los personajes enfrentan situaciones que van forjando una amistad que se va cultivando, que crece en medio de los problemas y vicisitudes de la gira musical. Una amistad entre un blanco emigrado descendiente de italianos y un hombre afroamericano descendientes de esclavos que aún sufre las consecuencias del racismo en cada lugar al que van.

O, a poco un hombre con la trayectoria de Viggo Mortensen, curtido en tantas batallas y que se ha generado un nombre a pulso a base de trabajo inteligente y profesional, iba a jugarse su prestigio en una película de corte racista. Analícelo el público. En una entrevista Viggo señala: “… es una historia con ecos de Preston Sturges, de Frank Capra o, ya que estamos aquí, de Berlanga: divertida, para un gran público y al tiempo con un importante mensaje social. Y al final, lo que queda es eso.” Mortensen reconoce la influencia de directores que estuvieron comprometidos políticamente con ideas de avanzada. En otra entrevista agrega Mortensen: “Pero nunca leí un guion que fuera tan sólido, tan entretenido, con una estructura tan clara y diálogos tan brillantes. Es un relato profundo que me hizo pensar sobre nuestra historia como país y sobre dónde estamos ahora. Uno de los puntos fuertes de la película es que no te ­dice cómo tienes que sentir o pensar; es simplemente una gran historia sobre dos personas que existieron y que te hace salir del cine sintiéndote de una manera diferente a cuando entraste. Eso es clave”

Insistimos, cada quien evalúa lo que ve de acuerdo a su parámetro cultural, ideológico y político. Desde nuestra óptica este trabajo es un canto a la amistad que deja atrás problemas de raza, incluso de condición social, pero no de una forma idílica. No pretende ocultar nada, simplemente plantea una situación que se dio de esa manera, y que en los hechos permitió engendrar una profunda y verdadera amistad entre un blanco y un afroamericano, amistad que duró mientras vivieron. Si se mira bien, la película incluso es una crítica severa en el mero corazón de una sociedad profundamente racista como es la parte sureña de los Estados Unidos. Invita a reflexionar para que nos demos cuenta de que finalmente todos somos seres humanos independientemente del color de piel que se tenga, y aunque parezca un lugar común todos tenemos un corazón del mismo color. El mismo título lo dice todo Green Book: una amistad sin fronteras.

Ahora bien, supongamos que Mahershala y Mortensen, por alguna extraña razón hipotética, hubieran tratado de ocultar sus verdaderos fines trabajando es una película que enmascara el racismo. En ese caso, tenemos que irnos a los hechos concretos planteados en el film. ¿Quién puede demostrar que en esta obra hay una sola escena que justifique la segregación ? Al contrario, en la cinta hay varias escenas clave en donde se ve que la marginación es cuestionada. Citemos algunas. (Continúa).

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