Green Book, ¿justificación del racismo? II

Vitral

Alfonso Franco Tiscareño

  · miércoles 20 de marzo de 2019

Lo que sí resulta repugnante es que a principios del siglo XXI todavía se sigan presentando episodios de racismo en el mundo entero. En México lo acabamos de ver con respecto a Yalitza Aparicio, actriz de la película Roma. En Estados Unidos el racismo sigue vigente, afortunadamente ya no existe la segregación, pero aún podemos enterarnos por medio de la prensa de ataques, persecuciones, e incluso asesinatos de corte racista. El poder de transformación de una película no llega a tanto como para promover o evitar este mal, pero una cinta sí es un espejo, un termómetro, del ambiente cultural y de lo que hay respecto a alguna temática. Green Book nos muestra que el tema sigue tristemente vigente. El film denuncia la situación existente a principios de los años sesentas del siglo pasado en USA, y nos deja ver, de manera magistral, un episodio que además fue real: la amistad entre un pianista negro y un italiano que está a su servicio como chofer.

A través de una serie de acciones cotidianas como comer, ir al baño, conversar, ambos individuos se van conociendo y dando cuenta de que independientemente del color de piel de cada uno, son tan seres humanos uno como el otro, exactamente iguales y distintos. Seres humanos. Por ningún lado, analizando estrictamente el discurso de la película, encontramos un solo hecho en donde se justifique la discriminación racial o se le intente hacer pasar como normal. Al contrario, en cuanto comienzan la gira musical de Don Shirley las contradicciones empiezan a surgir con fuerza. Paradójicamente, esto va acercando más a los dos hombres. Tony Vallelonga va conociendo, comprendiendo y apreciando poco a poco el gran arte del Dr. Shirley, y atestigua cómo es discriminado sin importar su nivel artístico. El Dr. Shirley es un pianista de enorme nivel, dueño de un currículum de gran valía, pero no tiene derecho a utilizar los baños ni los comedores de las casas y auditorios a los que va a tocar. No hay normalización del racismo, al contrario, la película es cruda al respecto. Sólo el valor supremo de la amistad, logra retar y superar los prejuicios.

Para colmo, la división y exclusión existe hasta entre los mismos blancos. Cuando en el transcurso de su gira pasan por Louisville, Kentucky, el Dr. Shirley decide ir a tomar una copa a un bar cercano al hotel donde se hospedan, un lugar exclusivamente for colored only. El pianista se pasa de copas y es agredido por unos hombres blancos que lo golpean. Uno de los músicos que tocan con él avisa a Tony, y éste corre en su auxilio. Cuando llega al bar amenaza con desenfundar una pistola que trae metida en la espalda y con esto amedrenta a los hombres. El cantinero y dueño del bar saca un rifle y les dice a todos que no permitirá que suceda ningún problema ahí. Los hombres blancos aceptan soltar al Dr. Shirley, mientras, con el rifle entre las manos, el cantinero dice que no quiere yanquis en su propiedad. Recordemos que la palabra yanki hace una clara alusión a las heridas que aún no cierran por la guerra de secesión.

Otro momento importante es cuando caen a la cárcel porque Tony golpea a un policía, que había detenido el auto para revisión. El policía pregunta y pregunta y después de no creer que sea el chofer del Dr. Shirley, lo insulta. Ya en la cárcel, el Dr. exige su derecho a realizar una llamada telefónica, llama e inmediatamente son liberados. Sucede que a quien habló, era nada menor que el Fiscal General de los Estados Unidos, Robert Kennedy, a quien Shirley conocía, y que al saber del acto racista propiciado por los policías ordenó la inmediata excarcelación de los detenidos. Un guiño de la película a la política del partido demócrata. El Dr. Shirley da gracias a los Kennedy, por intentar cambiar al país, según lo reconoce. Hay que recordar que uno de los logros más importantes de Robert Kennedy fue su contribución al Movimiento Afro-Estadounidense por los Derechos Civiles.

A través de sus diferentes peripecias el Dr. Shirley y Tony Vallelonga nos muestran que la fineza, la rudeza, la educación y la vulgaridad, las puede poseer como cualidad o defecto cualquiera persona, que no son características propias exclusivas de una raza o grupo social. El diseño de estos personajes no es plano, ambos tienen contradicciones profundas, que los retratan en una variada gama de grises, y no sólo en blanco o negro.

A veces, los enfrentamientos entre el ítaloestadounidense y el afroamericano son muy fuertes, como en la escena en donde ya habiendo librado la cárcel van por la carretera en medio de una lluvia torrencial. Tony, el chofer, le da a entender al pianista que no es muy congruente con la gente de su raza. El Dr. Shirley entra en crisis, pide detener el auto y se baja decidido a irse a pie. Tony también se baja, lo alcanza y el Dr., llorando y gritando, le dice a Tony que él ha quedado en medio de los dos bandos, en donde un hombre negro “no es lo suficientemente blanco, ni -tampoco- lo suficientemente negro”, entonces pregunta con desesperación, tristeza y amargura: “¿qué soy?”. Tremenda escena, duelo de actuación que permite constatar porqué fueron nominados al Oscar y porqué Mahershala Alí se ha hecho acreedor a otros premios, pero que además permite asegurar que no hay tal defensa, cobertura o enmascaramiento del racismo en la película. Lo que muestra es el dolor, la desesperación, de siglos de discriminación, segregación y explotación que no se transforman de un día para otro. Sólo el contacto, las vivencias, el constatar y confrontar la posición de uno y otro, va logrando que entre estos dos hombres el monstruo inasible de la discriminación racial vaya cediendo terreno a una amistad entre un descendiente de emigrados italianos, y un descendiente de esclavos negros.

Algunos críticos quisieran ver en la cinta una rebelión organizada por afroamericanos para luchar contra el racismo, pero los hechos narrados fueron así, y es como se decidió contarlos. Muchos quisieran ver un Malcom X en el Dr. Shirley, y lo que encontramos es un Martin Luther King. El filme apuesta por el cambio pacifico, no violento. Luchar por sus derechos, pero con la razón. No en vano el pianista señala en un momento álgido que: “Jamás ganarás con violencia. Sólo ganas cuando mantienes tu dignidad.”

El texto está calibradamente bien escrito, por eso se llevó el Oscar al mejor guion original. Tiene elementos muy significativos respecto a diversos temas. Por ejemplo, el personaje de Dolores (Linda Cardellini), esposa de Toni “Lip” Vallelonga es la clásica madre italiana con gran poder en medio de una sociedad tan machista. Es ella a quien el Dr. Shirley tiene que convencer para que Vallelonga acepte el trabajo. También es Dolores la que le pide a Tony que a través de su viaje le escriba cartas, y aunque éste al principio se niega, Dolores comienza a recibir las rudas y desangeladas cartas descriptivas de parte de Tony. El Dr. Shirley se da cuenta de lo descuidado que están las misivas, y se toma el trabajo de dictar a Tony cartas inspiradas, poéticas y correctamente escritas, que causan gran emoción a Dolores. Cuando ellos regresan de su travesía ella le reconoce al Dr., el haber redactado esas cartas tan emotivas. Siempre estuvo consciente que eran dictadas por él.

El soundtrack de la película es buenísimo, artistas de la talla de Aretha Franklin, Chubby Checker, Little Richard y Sonny “Boy” Williamson desfilan en la radio del auto. Piezas clásicas como Tired of hanging aroud, Pretty ‘Lil thing, A letter from my baby, ambientan en la época y nos conducen a profundizar empáticamente con cada situación.

El momento más libre y placentero para Tony y el Dr. es cuando abandonan el último concierto porque no quisieron servir de comer a Shirley en el comedor principal. Se van y luego entran a un bar de negros en donde invitan a Shirley a pasar al piano para mostrar sus habilidades. La gente se pone a bailar en una extraña conjunción de rock and roll, blues y soul. La negritud y la alegría pura de la música, sin la presencia del racismo, se conjugan. Ese es el verdadero Shirley, un hombre abierto, sereno, libre de prejuicios.

En la noche de Navidad Tony está muerto de cansancio, no puede manejar más, falta mucho y ya no llegarán. En un remate perfecto de la idea principal de la película, Don Shirley lo releva , se convierte en el chofer de Tony para que llegue a tiempo a celebrar en familia la Navidad. El abrazo que sella el encuentro entre ambos en la cena lo dice todo, han triunfado la tolerancia, la integración y la amistad.

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