La escritora Tania Tagle y la cineasta Michelle Garza tienen algo en común: ambas hablan de la maternidad pero no desde los lugares habituales; mientras que Tagle lo hace desde la monstruosidad, Garza lleva el tema al campo del horror, donde el miedo tiene que ver con los mitos sobre las mujeres.
Ambas artistas han abierto este año nuevas discusiones entorno a este tema, que por mucho tiempo ha sido acotado a lo femenino; muestran que se puede tomar como eje para reflexionar otros aspectos relacionados con los roles conyugales, la familia, e incluso, con la alteridad y el asombro como principio filosófico.
Huesera (2023) es la ópera prima de Garza. Se trata de una película de horror corporal en el que cuestiona la imposición social de la maternidad. La idea surgió cuando la directora estaba próxima a cumplir 30 años, y comenzó a sentir la presión social de tener “a fuerza” que embarazarse sino se la “iba a pasar el tren”.
El filme presenta a una mujer que experimenta un lado distinto de la maternidad mientras está en gestación; sus temores y vivencias son tan angustiantes que parece que cobran vida. “En el momento de crear la película estaba atravesando la pérdida de mi mamá y me llevó un proceso amplio y profundo para entender quién era ella separada de mí, su identidad, todos los sacrificios que tiene que llevar a cabo una mujer por cumplir con el rol de la maternidad. Nada de lo que está aquí es un reflejo exacto de lo que es mi familia, pero sí trajimos mucho de nuestras vidas personales, queríamos hacer una película de horror que cuestionara estos roles familiares y de género que existen”, compartió la directora con El Sol de México.
Tagle llevó el mismo tema a la literatura con Germinal (Lumen, 2023), su primer libro de ensayos en el que habla del embarazo, el parto y la crianza, desde el entendimiento de la angustia y la belleza.
El libro lo empezó a escribir hace tres años cuando estaba embarazada de su primer hijo, lo hizo como una bitácora sobre lo que experimentaba en ese proceso, y que temía compartir con otras personas.
“Lo empecé a escribir cuando estaba embarazada de él, después dejé ahí esas notas y pasó el tiempo. Siempre me habían interesado temas no relacionados con la maternidad, y que también se abordan en el libro. Me refiero a los milagros, los monstruos y el asombro como detonante de preguntas filosóficas. En algún momento me di cuenta que todo estaba imbricado y entonces surgió este libro con todos sus capítulos”, compartió la autora en entrevista con BARROCO.
Tal vez a mucha a gente la parezca extraño o hasta incómodo relacionar la maternidad con lo monstruoso, ¿en qué estriba esta vinculación y qué respuestas has recibido?
No ha habido una reacción negativa, pero sí podría. Más bien han sido mujeres que han vivido un proceso de embarazo quienes me han dicho: “claro que se siente así, entiendo perfectamente porqué estás haciendo esta relación”. La idea de monstruo o monstruosidad la tenemos asociada semánticamente a algo muy negativo, algo a lo que le huimos, y lo que a mi me interesa es cuestionar ¿por qué le huimos a un concepto que desafía las reglas, las formas, la estética…? ¿Porqué le tememos a los monstruos?
¿Y por qué relacionas este concepto con la maternidad?
Porque cuando estás embarazada sientes el proceso de transformación donde todos tus límites se expanden. Tu cuerpo se convierte en otra cosa y sientes el proceso de transformación, no tan dramático como con un hombre lobo, pero sí sabes que hay algo que te está pasando en el cuerpo y que estás viviendo y sintiendo.
Por otro lado, retomo el concepto porque al igual que los monstruos, las embarazadas en la sociedad están súper mitificadas. No sé si te has fijado, pero si una embarazada va en un vagón de metro, cruzando la calle o en cualquier sitio, la gente las cuida como si se fueran a romper. Hay un respeto reverencial como si la mujer diera miedo o impusiera una mezclada de fragilidad y fortaleza. Ese oxímoron que es una embarazada causa mucho respeto y pienso que lo mismo pasaría si conviviéramos con monstruos.
¿Qué buscas aportar al tema de las maternidades con este libro?
Más que aportar, lo que me interesa es acompañar procesos de otras mujeres que a lo mejor han pensado o sentido lo mismo que he escrito ahí; y es que no hay mucho de donde agarrarse en la literatura.
Yo empecé a escribir este libro porque me sentía muy sola, había muchas cosas que no podía platicar con nadie porque sentía que no estaba bien preguntarme si quería o no a mi bebé, por ejemplo. O si quería o no tenerlo, sobre todo cuando todavía era tabú hablar de la interrupción del embarazo así tan abiertamente. Entonces una parte muy importante de este libro lo escribí para no sentirme sola, y que otras mujeres en mi posición tampoco se sintieran así.
También me parece muy importante que se piense en estos procesos del embarazo, el parto y la crianza como una oportunidad de generar pensamiento crítico. Me interesa demostrar que sí se puede llegar a reflexiones muy interesantes a partir de esos procesos físicos tan acotados a lo femenino.
En los últimos años han surgido nuevas perspectivas sobre la maternidad en la literatura, ¿qué tanta apertura editorial hay sobre el tema?
Lo que yo he percibido es que la gente lo ha recibido como “¡ah!, otro libro sobre maternidad”. Al parecer, como ya salieron dos o tres libros que tocan el tema, ya es un tema palomeado entonces hay que escribir otras cosas, ¿por qué otro libro sobre la maternidad? Como si fuera un tema que se agotara y como si las experiencias de todas las mujeres fueran iguales, como si todas viviéramos el mismo proceso de embarazo y parto.
Así que, lo que he sentido, es una resistencia a la publicación de más libros sobre el tema; es como si dijeran, ¿otro libro sobre el amor?, ¿Otro sobre la guerra? Para mí la maternidad es igual de universal, porque aunque no todas las mujeres van a maternar y muchas están ejerciendo su derecho a no hacerlo, todas y todos hemos sido maternados. Todos nos hemos relacionado con una figura materna de una u otra manera, y no se escribe tampoco de eso. No nos interesa leer sobre ello. Así como tampoco nos interesa saber qué están pensando o sintiendo nuestras mamás, o cómo vivieron el proceso de crianza. Sí creo que como sociedad tendríamos que cuestionar porqué no estamos escuchando a las madres, prácticamente parieron a toda la humanidad y no tienen un lugar entre las voces hasta muy recientemente, por eso pienso que deberían de haber muchos más libros sobre esta experiencia.
En Germinal también relacionas la maternidad con algunos mitos, culturas y hechos históricos…
Es un libro que empieza como un diario de maternidad pero después comienza a relacionarse con un cuaderno de apuntes sobre lo "monstruoso" y la "monstruosidad". A partir de ahí voy rastreando el término hasta los romanos que es de donde viene la palabra “Monstruo”, y muestro cómo se ha ido insertando en la cultura occidental, en la Edad Media y después con el Romanticismo. En la literatura con Frankenstein y hablo también de los monstruos de Víctor Hugo…. Digamos que es un rastreo histórico de este concepto en el que muestro cómo socialmente nos hemos relacionado con la idea de los monstruoso, y lo hilo con el diario de embarazo de una mujer que habla de su propia monstrificación; ese es el primer ensayo.
En el segundo, hablo del concepto “milagro” y rastreo su origen y en qué momento se convierte en un dogma cristiano. Al mismo tiempo presento un cuaderno de reflexiones sobre el momento específico del parto y cómo se relaciona este con el “milagro”. Los milagros son cosas sobrenaturales, y te dicen que un parto también lo es; entonces un parto es tanto natural como milagroso.
Por último, hablo del proceso de crianza y del asombro como detonante de preguntas filosóficas. Antes de hacernos cualquier cuestionamiento filosófico siempre hay un asombro primordial. Esta forma de hacer filosofía, que rescata María Zambrano, es la misma forma en que los niños aprenden sobre el mundo.