¿Qué hizo que un médico costarricense, proveniente de un contexto sin armas nucleares, se interesara en esta problemática? Carlos Umaña cuenta que fueron las pinturas y dibujos de sobrevivientes de la bomba nuclear en Hiroshima los que lo hicieron ahondar en este tema y sus consecuencias humanitarias. Lo importante, subraya, es no perder de vista el rostro de las víctimas, y las consecuencias que una bomba nuclear puede generar a largo plazo.
En su visita a Querétaro, como parte de la octava edición de Hay Festival, el premio Nobel de la Paz (2017) habló del peligro aún latente de las armas nucleares, que se ha acentuado en los últimos años con la “retórica peligrosa” de gobiernos en conflicto.
“Hoy en día el riesgo está más alto que nunca”, lamentó el especialista, en conversación con la abogada especializada en derechos humanos Alexandra Haas. Y refirió que hay tres razones que podrían desencadenar una nueva crisis, la primera es la retórica incendiaria de líderes de estados nucleares que hacen “amenazas a la ligera sobre utilizar armas nucleares”; la segunda es la amenaza existencial de una crisis climática que tiene el potencial de generar y acabar en conflictos peligrosos, y la tercera, es el potencial de detonaciones nucleares accidentales.
“Sabemos que el mundo ha estado en seis ocasiones a punto de una guerra nuclear a gran escala por accidentes (…) Las posibilidades de malos cálculos o malas interpretaciones son bastante altas, eso podría derivar en una guerra nuclear a gran escala, el riesgo es altísimo”, asintió, y refirió que con la tecnología actual el impacto podría ser mil veces peor que lo ocurrido en 1945 en Hiroshima.
¿La solución? Carlos Umaña subrayó la importancia de los tratados multilaterales que generan una normativa y una presión moral en los países que incluso no firman el acuerdo.
“Hay una gran diferencia entre un tratado bilateral que es entre dos partes y un tratado multilateral entre varios países. Un tratado bilateral tiene la vulnerabilidad de que uno de los dos países cambie de opinión y traiga abajo décadas de arduo trabajo diplomático como lo han hecho líderes irresponsables. Un tratado multilateral, en cambio, lo que hace es generar una normativa, generar una presión moral que termina convirtiéndose en un comportamiento internacional que termina siguiendo toda la comunidad global, incluso los países que no hayan firmado el tratado y que no estén obligados contractualmente a seguirlo”.
Lo anterior, agregó, alimenta una contraretórica que genera un clima de condena moral, por lo que los productores de armas nucleares se quedan pronto sin inversores y compradores.
“Hace que sea políticamente desfavorable producir estas armas y venderlas (…) Por eso no hay ningún país que se jacte de ser una potencia química, una potencia biológica, por esa estigmatización”.
Carlos Umaña pertenece a la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear y es impulsor de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares, por el que fue premio Nobel en 2017.
“Concienciar a todo el mundo sobre el riesgo en el que estamos es importante, pero también lo es empoderarnos y ver qué es lo que podemos hacer”, asintió.
En sentido, aplaudió los esfuerzos que ha realizado México desde 1967 con el Tratado de Tlatelolco.
“Los mexicanos deben estar muy orgullosos sobre el papel que ha tenido México en el desarme nuclear a nivel mundial, no solamente como proponentes de la primera zona libre de armas nucleares en el mundo, sino también para procurar este tratado (…) Entró en vigor en el año 2021, y ahora estamos en la fase de universalización, es decir, que más países lo firmen”.
Trabajar en el desarme, añadió Carlos Umaña, permitiría además enfocar todos los recursos económicos, sociales y políticos en el tema de la crisis climática.
“Actualmente se están gastando unos 116 mil millones de dólares al año en armas nucleares. Entonces, si trabajamos con el desarme, todos los recursos –financieros, políticos y científicos que se utilizan actualmente para el desarme nuclear– se podrían abocar para la solución climática, pero también en el multilateralismo, en el trabajar por una paz”.
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