“Esta novela [Te di ojos y miraste las tinieblas] habla mucho de las relaciones familiares, y hasta cierto punto del reproche de un padre hacia su hijo: ‘yo te di vida, yo te di todo, yo te di una moralidad y valores y tú, tú hiciste lo que quisiste con ellos, no hiciste lo que yo esperaba’; y, de alguna forma, quiero dar a entender que la oscuridad no necesariamente es mala”, expresó Irene Solà, poeta, narradora y artista plástica española, en entrevista para DIARIO DE QUERÉTARO.
El título de la novela, “Te di ojos y miraste las tinieblas”, proviene de una frase que es utilizada dentro de la historia; no obstante, también hace referencia al proceso creativo de la propia escritora. En contraste con su trabajo más aclamado, “Canto yo y la montaña baila”, Solà retoma el folclore con un tinte mucho más oscuro, profundo e irreverente. “Los ojos humanos no podemos ver la oscuridad, pero las tinieblas en realidad no son un mal lugar, son un sitio de libertad, de posibilidades, y de alguna manera hace referencia a mirar lo que se te apetezca, y siento que así fue cómo yo escribí este libro, miré la oscuridad en el sentido de que me dejé escribir sobre lo que observaba y me interesaba”.
La escritora ha encontrado en la literatura una vía donde la magia de las leyendas, fábulas, canciones e historias populares cobran vida. Para ella el folclore con el que abraza a sus narrativas integra el ADN de quienes han estado antes de ella, de quienes integran el presente y de quienes llegarán en el futuro.
“Son anécdotas orales que han ido viajando de generación en generación dentro de estos cuentos, dentro de estas historias y carga nuestras virtudes, faltas, etcétera. A mí me fascina trabajar con elementos del folclore porque al analizarlas podemos entender el cómo se miraba el mundo hace algunas generaciones atrás y nos damos cuenta de la ‘mochila’ que hemos venido cargando, las preconcepciones, ideas que hemos heredado de nuestro entorno y contexto”, añadió.
La historia introduce a tres mujeres, de las cuales una de ellas, Johana, realiza un pacto con el diablo, vende su alma a cambio de un hombre entero. “La figura del diablo es muy típica dentro del folclore catalán y hay demasiadas historias que hablan de un pacto con éste ser, solo que no es el diablo que se conoce como Satanás, sino que es uno más pequeñito, uno heredero de las figuras paganas, digamos de los genios o duendes del bosque”, explicó.
Desde su primera novela, “Los diques”, Solà ha jugado con elementos fantásticos, mágicos y de la naturaleza; lo que ha posicionado sus novelas en un ejemplo bello del arte del storytelling. “Otra de las cosas que me gustan del hecho de narrar historias es el pacto que se hace con el lector, ese ‘pacto’ secreto que se establece entre aquel que cuenta una historia y aquel que recibe una historia, es esa dinámica la que me interesa de sobremanera. Pensemos en los libros que leemos, en las películas, series, incluso las obras de teatro, es como un acuerdo no escrito que durante un rato la persona que recibe la historia, aquel que se toma el tiempo de escucharnos o leernos, apagan sus sensores de la incredulidad y sólo por un instante lo imposible se convierte en posible, lo imaginario se vuelve visible y todo tipo de reglas se vuelven borrosas”, finalizó.
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Durante el primer día del Hay Festival Querétaro conversó con María José Vázquez y Melissa Sánchez González sobre su más reciente trabajo literario. Y hoy se presentó en el Teatro de la Ciudad en conversación con Yásnaya Elena Aguilar para continuar el diálogo sobre “Te di ojos y miraste las tinieblas”.