Los Creedence Clearwater Revival componían su música basándose en el folk, country y blues, y con sus clásicos hicieron frente a la brutal invasión musical inglesa de los Beatles, los Rolling Stones y otros grandes grupos de rock ya legendarios.
Las letras de las canciones del grupo californiano surgieron de los más profundo de la realidad, de la vida concreta de las clases trabajadoras y medias de los Estados Unidos. Letras que contrastaban con las del ambiente psicodélico, que estaban más ligadas a las flores, al amor y paz, al alucine. Éstas últimas eran críticas del sistema, pero en otro canal, en otras circunstancias, un tanto más evasivas. Los Creedence en cambio, estaban más apegados a vivencias reales, a los anhelos, miedos y experiencias diarias del pueblo trabajador. Revísese, por ejemplo, en mensaje de uno de sus más grandes éxitos: Cotton fields.
En cambio, el movimiento hippie era una especie de fuga de un mundo loco, neurótico, violento, invasor de países. Los hippies renegaban de ese modelo socio-político, y buscaba respuesta a la vida en el amor libre, la amistad, las flores, en la naturaleza y en la utilización evasiva de las drogas alucinógenas. No querían estar atados y manipulados por magnates y políticos corruptos. Estaban en contra de toda esa locura que sucedía en los Estados Unidos con la guerra de Vietnam, con las amenazas internas a su propia democracia y los asesinatos políticos. Los Creedence estaban más ligados al pueblo de abajo, y aterrizaban con letras más terrestres, más cotidianas, más de la vida real, con un lirismo básico, casi minimalista, a la contra de la música psicodélica que a veces se clavaba con florilegios interminables. De cualquier manera, y como en toda buena sociedad democrática, qué bueno que existían esas opciones para elegir libremente entre ellas, e incluso elegir las dos al mismo tiempo. Es decir, que te gustara la música psicodélica hippie de amor y paz, y que te gustara a la vez el folk, el country o el blues, representado por el sonido bayou de los Creedence.
No hay movimientos culturales puros, todo está interconectado de una u otra forma. El movimiento hippie y la música de Creedence eran dos variantes de un mismo modelo crítico que dio origen al rock como contracultura, críticos del sistema capitalista salvaje, imperialista, que defendía su modelo como podía, incluso con la guerra, obligando a miles y miles de jóvenes a partir a una confrontación en donde tenían que matar sin compasión y sin importar quiénes fueran los otros, sus enemigos.
Fue partir de 1963 que los movimientos de oposición contra la guerra de Vietnam crecieron y se radicalizaron con gran fuerza. Esta fue una guerra brutal, despiadada, ubicada en el contexto de la guerra fría, que confrontó a Vietnam del Norte y a Vietnam del sur. El Norte apoyado por la Unión Soviética y China, y el Sur apoyado por los Estados Unidos. Se calcula que murieron entre 1y 3 millones de vietnamitas y cerca de 60 mil norteamericanos. El asunto central era detener el avance rojo, impedir que Vietnam en su totalidad se convirtiera en un satélite más del comunismo internacional. Éste representaba una gran amenaza para el capitalismo.
Las posiciones antagónicas se radicalizaron demasiado dentro de los Estados Unidos en el contexto de una lucha despiadada en el terreno de lo político. Había los que apoyaban la guerra porque no había otra forma de detener al comunismo, y por otra parte, los que se oponían a ella, porque veían que sólo utilizaban la vida de sus hijos para una batalla injusta y perdida. Además, la gente se daba cuenta de que los que tenían poder e influencias evadían Vietnam. A los que mandaban por delante en las tropas era a los de clase media, a los pobres, las clases bajas y a los trabajadores. Esto provocó la rabia entre la gente consciente, por la injusticia que representaba.
En esos tiempos aciagos los integrantes del grupo cumplieron rigurosamente con su servicio militar en 1967. Y es aquí donde nos encontramos con los Creedence más politizados. La canción Fortunate son es una de las que más nos muestra esta radicalización social existente, ya que denunciaba esa injusticia abusiva de gente con poder que utilizaba sus influencias para evitar que sus hijos fueran a la guerra, o que al menos pudieran colocarlos en las áreas menos comprometidas de la confrontación bélica.
“Yo tenía la misma edad que los soldados que iban a Vietnam y pertenecía a la misma clase media baja que ellos. Era uno de cinco hijos de una madre soltera y me alistaron en el año 1965 cuando tenía veinte años y trabajaba en una estación de servicio. Yo ya tenía el sueño de ser músico. Luego pasé a la reserva y estuve en actividad por 6 meses en el año 1967”, cuenta John Fogerty en sus memorias Fortunate son: my life, my music (Little, Brown and Company, 2015).
Fortunate son era una canción con una letra a ras de tierra al igual que la tropa en el frente vietnamita, que no se tragaba el cuento idílico y patriótico, y planteaba una posición abiertamente anti bélica con todos los riesgos que eso implicaba en aquel momento tan polarizado. La pieza alude directamente a los que recurrieron a influencias para evitar ir. “No soy hijo de un senador”, desafiaban los Creedence.
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Las hostilidades duraron de 1955 a 1975. Cuando los Creedence estaban en su apogeo musical la confrontación ya llevaba 15 años y no se veía para cuándo finalizara. Una guerra finalmente perdida que dejó heridas enormes que aún siguen abiertas en los Estados Unidos. Fortunate son en una canción que fue cantada en los barrios, en todas las esquinas de la tierra yanqui, donde se juntaban los muchachos a rumiar su dolor, su tristeza, su miedo y su ira por ser tan sólo carne de cañón del belicismo. No, yo no soy hijo de un senador, no soy hijo de un millonario, no soy hijo de un militar, estos sí que podían evitar ir a Vietnam para no morir allá, regresar inválidos o locos. Todos los demás se van a la guerra porque no eres hijo afortunado, no hay quien te libre de tu destino.
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