/ miércoles 26 de julio de 2023

Hilarión Frías y Soto, periodista, poeta y escritor

Cartografía del tiempo y la memoria

Yo no sé lo que es la vanidad del escritor, ni me atrae la publicidad, ni creo en la gloria, ni en nada.

Hilarión Frías y Soto. Artículo publicado el 31 de agosto de 1884 en el Diario del Hogar


Esta es la cuarta y última entrega de los literatos que asistieron al Sitio de Querétaro en 1867, toca el turno al médico queretano Hilarión Frías y Soto.

Breve semblanza: Hilarión Frías se graduó de la Escuela de Medicina en 1855-56. Entre su práctica profesional dedicó tiempo a las actividades literarias y políticas; fue jefe político de San Juan del Río, secretario del general Arteaga y diputado Federal. El periodismo lo ejerció en el Diario del Hogar, El Siglo XIX, Fra-Diávolo, El Pacto Federal, El Federalista, La Independencia Médica, El Boletín Republicano y El Seminario Ilustrado, entre otros.

Incursionó en diferentes géneros literarios; la poesía, la novela donde destaca Vulcano (1882). De las piezas teatrales: Flor y un relámpago, Una gota de sangre, Hallar lo que no se busca. Además del debate político y el periodismo. Los mexicanos pintados por sí mismos (1868) y El Álbum Fotográfico (1894) son catalogados como escritos costumbristas. Frías y Soto, fue autor de escritos históricos, entre ellos, sobre la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano. Denunció la visión peyorativa hacia los mexicanos en algunas obras impresas en Europa, que abordaban el tema del imperio del Habsburgo.

El médico conoció al archiduque austriaco, cuando éste estaba preso en el convento de San José de Gracia de Pobres Capuchinas. Semanas después los prisioneros –Maximiliano, Miramón y Mejía– saldrían de ese convento rumbo al Cerro de las Campanas donde fueron ejecutados. Hilarión intervino ante los altos mandos militares republicanos que ocupaban la plaza para solicitar el indulto, en favor de los imperialistas vencidos –entre ellos al archiduque Maximiliano–. Su formación humanista le despertó cierta simpatía por el austriaco misma que se percibe en sus primeros escritos relacionados con el periodo de 1861 a 1867. Entre otras cosas señala a Napoleón III como un manipulador de Maximiliano en la aventura mexicana. Por otra parte, menciona las condiciones y ofrecimientos engañosos de los conservadores.

Conocedor Hilarión de las circunstancias que le tocan vivir y ser protagonista de primera línea, rebatió diversos escritos relacionados con el imperio del Habsburgo, que circularon años después del triunfo de los republicanos. Junto con otros literatos buscaba la construcción de un incipiente nacionalismo, destacando los símbolos de identidad y los valores patrios; su obra Juárez glorificado y la intervención y el Imperio ante la verdad histórica es reveladora de su visión.

Participó como médico militar, su incorporación al Sitio de Querétaro fue cuando las acciones ya estaban avanzadas. Prestó sus servicios en el hospital militar, posiblemente el habilitado en la Hacienda de Alvarado.

En sus memorias relata que Samuel Basch, médico particular de Maximiliano, solicitó a sus colegas mexicanos, Hilarión Frías, José Siurob, Antonio Aguirre y José Arana dar fe de la enfermedad del emperador –disentería, dolor abdominal y fiebre–, la cual impedía a éste asistir al Teatro Iturbide y ser parte del proceso abierto en su contra. Una vez auscultado al archiduque, Hilarión remitió el certificado de convalecencia el 7 de junio de 1867. El médico queretano recordaba que redactó el acta en que se especificaba dar más aire, luz y espacio al archiduque. Más tarde escribiría sobre la personalidad y firmeza de Maximiliano ante la desgracia; hacia énfasis en la nobleza, dignidad y las finas maneras del europeo.

Hilarión Frías asistió al teatro cuando se había abierto el Consejo de Guerra que sentenciaría el 14 de junio a la pena capital a Fernando Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía. Con las notas escritas a vuela pluma dejó testimonio de los alegatos que se originaron en el estrado.

El médico Frías y Soto en la noche del 18 de junio se presentó en el cuartel general de los republicanos para presentar una carta autógrafa de Maximiliano en que solicitaba que su cadáver fuera entregado al barón Von Magnus y al doctor Basch. A solicitud expresa de Maximiliano –mediante sus abogados defensores–, los médicos queretanos Hilarión Frías, José Siurob y su doctor personal Samuel Basch fueron designados para embalsamar el cuerpo del archiduque. Solicitud que no fue atendida. Hilarión asegura haber estado en la mañana del 19 de junio en el Cerro de las Campanas, sin tener el valor de mirar las descargas de los fusileros. Siguiendo “ordenes superiores” el doctor Rivadeneira lo entregó a su colega Vicente Licea el cuerpo de Maximiliano para que embalsamara el cadáver, depositado posteriormente en un ataúd de zinc.

La Junta Patriótica se organizó en julio de 1867 con el objeto de celebrar la “segunda independencia” el 15 de septiembre de 1867. Una vez pasados los prolegómenos, el día señalado en la ceremonia cívica Hilarión Frías pronunció el discurso en representación del Club Arteaga. En ese mismo acto una orquesta acompañó a el coro que entonó el himno compuesto por Hilarión Frías.

“Con las uñas teñidas de sangre / de la Patria el pendón empuñad. / Y a la Europa decid, orgullosos, / no más reyes… ¡tiranos atrás!”. Hilarión Frías tenía la convicción que los liberales al servicio de Maximiliano fueron infieles a su Patria, pero leales al soberano.

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En 1867 regresó a la Ciudad de México. Vicente Riva Palacio le ofreció el cargo de redactor y jefe responsable del periódico La Orquesta. Colaboró con el periódico El Siglo Diez y Nueve, del cual llegó a ser jefe de redacción. En sus escritos periodísticos firmó con el seudónimo de Safir. Fue cofundador del Liceo Hidalgo y director del Instituto Científico y Literario del Estado de Hidalgo, fue miembro de La Academia Mexicana de Historia. Frías y Soto fue elegido diputado federal en diversas ocasiones. Fue una de las voces que se opusieron a la reelección de Benito Juárez como presidente de la Republica

En sus escritos sobre la Intervención Francesa, se refleja el tono conciliador. En escritos posteriores juzga débil a Maximiliano para conducir el destino de un “pueblo tempestuoso” como lo era México.

El médico, historiador, político, escritor nació en la ciudad de Querétaro en 1831 y falleció en la Ciudad de México en 1905.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Julio de MMXXIII.


Yo no sé lo que es la vanidad del escritor, ni me atrae la publicidad, ni creo en la gloria, ni en nada.

Hilarión Frías y Soto. Artículo publicado el 31 de agosto de 1884 en el Diario del Hogar


Esta es la cuarta y última entrega de los literatos que asistieron al Sitio de Querétaro en 1867, toca el turno al médico queretano Hilarión Frías y Soto.

Breve semblanza: Hilarión Frías se graduó de la Escuela de Medicina en 1855-56. Entre su práctica profesional dedicó tiempo a las actividades literarias y políticas; fue jefe político de San Juan del Río, secretario del general Arteaga y diputado Federal. El periodismo lo ejerció en el Diario del Hogar, El Siglo XIX, Fra-Diávolo, El Pacto Federal, El Federalista, La Independencia Médica, El Boletín Republicano y El Seminario Ilustrado, entre otros.

Incursionó en diferentes géneros literarios; la poesía, la novela donde destaca Vulcano (1882). De las piezas teatrales: Flor y un relámpago, Una gota de sangre, Hallar lo que no se busca. Además del debate político y el periodismo. Los mexicanos pintados por sí mismos (1868) y El Álbum Fotográfico (1894) son catalogados como escritos costumbristas. Frías y Soto, fue autor de escritos históricos, entre ellos, sobre la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano. Denunció la visión peyorativa hacia los mexicanos en algunas obras impresas en Europa, que abordaban el tema del imperio del Habsburgo.

El médico conoció al archiduque austriaco, cuando éste estaba preso en el convento de San José de Gracia de Pobres Capuchinas. Semanas después los prisioneros –Maximiliano, Miramón y Mejía– saldrían de ese convento rumbo al Cerro de las Campanas donde fueron ejecutados. Hilarión intervino ante los altos mandos militares republicanos que ocupaban la plaza para solicitar el indulto, en favor de los imperialistas vencidos –entre ellos al archiduque Maximiliano–. Su formación humanista le despertó cierta simpatía por el austriaco misma que se percibe en sus primeros escritos relacionados con el periodo de 1861 a 1867. Entre otras cosas señala a Napoleón III como un manipulador de Maximiliano en la aventura mexicana. Por otra parte, menciona las condiciones y ofrecimientos engañosos de los conservadores.

Conocedor Hilarión de las circunstancias que le tocan vivir y ser protagonista de primera línea, rebatió diversos escritos relacionados con el imperio del Habsburgo, que circularon años después del triunfo de los republicanos. Junto con otros literatos buscaba la construcción de un incipiente nacionalismo, destacando los símbolos de identidad y los valores patrios; su obra Juárez glorificado y la intervención y el Imperio ante la verdad histórica es reveladora de su visión.

Participó como médico militar, su incorporación al Sitio de Querétaro fue cuando las acciones ya estaban avanzadas. Prestó sus servicios en el hospital militar, posiblemente el habilitado en la Hacienda de Alvarado.

En sus memorias relata que Samuel Basch, médico particular de Maximiliano, solicitó a sus colegas mexicanos, Hilarión Frías, José Siurob, Antonio Aguirre y José Arana dar fe de la enfermedad del emperador –disentería, dolor abdominal y fiebre–, la cual impedía a éste asistir al Teatro Iturbide y ser parte del proceso abierto en su contra. Una vez auscultado al archiduque, Hilarión remitió el certificado de convalecencia el 7 de junio de 1867. El médico queretano recordaba que redactó el acta en que se especificaba dar más aire, luz y espacio al archiduque. Más tarde escribiría sobre la personalidad y firmeza de Maximiliano ante la desgracia; hacia énfasis en la nobleza, dignidad y las finas maneras del europeo.

Hilarión Frías asistió al teatro cuando se había abierto el Consejo de Guerra que sentenciaría el 14 de junio a la pena capital a Fernando Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía. Con las notas escritas a vuela pluma dejó testimonio de los alegatos que se originaron en el estrado.

El médico Frías y Soto en la noche del 18 de junio se presentó en el cuartel general de los republicanos para presentar una carta autógrafa de Maximiliano en que solicitaba que su cadáver fuera entregado al barón Von Magnus y al doctor Basch. A solicitud expresa de Maximiliano –mediante sus abogados defensores–, los médicos queretanos Hilarión Frías, José Siurob y su doctor personal Samuel Basch fueron designados para embalsamar el cuerpo del archiduque. Solicitud que no fue atendida. Hilarión asegura haber estado en la mañana del 19 de junio en el Cerro de las Campanas, sin tener el valor de mirar las descargas de los fusileros. Siguiendo “ordenes superiores” el doctor Rivadeneira lo entregó a su colega Vicente Licea el cuerpo de Maximiliano para que embalsamara el cadáver, depositado posteriormente en un ataúd de zinc.

La Junta Patriótica se organizó en julio de 1867 con el objeto de celebrar la “segunda independencia” el 15 de septiembre de 1867. Una vez pasados los prolegómenos, el día señalado en la ceremonia cívica Hilarión Frías pronunció el discurso en representación del Club Arteaga. En ese mismo acto una orquesta acompañó a el coro que entonó el himno compuesto por Hilarión Frías.

“Con las uñas teñidas de sangre / de la Patria el pendón empuñad. / Y a la Europa decid, orgullosos, / no más reyes… ¡tiranos atrás!”. Hilarión Frías tenía la convicción que los liberales al servicio de Maximiliano fueron infieles a su Patria, pero leales al soberano.

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En 1867 regresó a la Ciudad de México. Vicente Riva Palacio le ofreció el cargo de redactor y jefe responsable del periódico La Orquesta. Colaboró con el periódico El Siglo Diez y Nueve, del cual llegó a ser jefe de redacción. En sus escritos periodísticos firmó con el seudónimo de Safir. Fue cofundador del Liceo Hidalgo y director del Instituto Científico y Literario del Estado de Hidalgo, fue miembro de La Academia Mexicana de Historia. Frías y Soto fue elegido diputado federal en diversas ocasiones. Fue una de las voces que se opusieron a la reelección de Benito Juárez como presidente de la Republica

En sus escritos sobre la Intervención Francesa, se refleja el tono conciliador. En escritos posteriores juzga débil a Maximiliano para conducir el destino de un “pueblo tempestuoso” como lo era México.

El médico, historiador, político, escritor nació en la ciudad de Querétaro en 1831 y falleció en la Ciudad de México en 1905.


Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Julio de MMXXIII.


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