I miss you, I'm not gonna crack: 30 años sin Kurt Cobain

El libro de cabecera

Carlos Campos / Colaborador Diario de Queréatro

  · jueves 11 de abril de 2024

Nirvana fue una banda de rock estadounidense formada en Washington , en 1987. Foto: EFE


El 24 de septiembre de 1991, un álbum llamado Nevermind emergió de las sombras de Seattle para cambiar el curso del rock para siempre. Con su mezcla de furia y melodía, Nirvana no solo conquistó las listas de éxitos, sino que también se convirtió en el estandarte de una generación desencantada. A medida que el disco alcanzaba el estatus de oro y desbancaba a Michael Jackson de la cima de las listas, la banda se convertía en un fenómeno cultural sin precedentes.

Recuerdo que el disco lo compré en Galery Disco, una tienda de música que se ubicaba en el costado norte de Plaza de las Américas. En aquel local, un intento modesto de emular Tower Records, se podía comprar desde elepés hasta los exóticos y endebles Laserdiscs, pasando por los insustituibles casetes, discos compactos (aún estaban carísimos, por aquel entonces), playeras, stickers y memorabilia. Lo adquirí a finales de octubre de aquel año, tras rogar a mi padre que erogara un nuevo gasto, después de que ya me había patrocinado los Use Your Illusion I y II. Tanto el nombre, «Nirvana», como la arriesgada portada (un bebé sumergido en una alberca, tratando de alcanzar con sus brazos extendidos un dólar prendido a un anzuelo), irrumpían con la furia del declive al que nos había llevado el glam.

Foto: Cortesía | @penguinlibros

Por cierto, el 25 de agosto de 2021, el ciudadano Spencer Elden, el bebé de la portada, demandó a Nirvana por “pornografía infantil” debido al uso de su imagen en la portada del álbum, alegando daños personales permanentes. La demanda fue desestimada por un juez el 3 de enero de 2022.

El periodista Michael Azerrad, autor de Come as you are: la historia de Nirvana (Contra, 2021) tuvo el privilegio de adentrarse en el mundo de Nirvana en su momento de mayor esplendor. A través de entrevistas íntimas con los miembros de la banda y aquellos cercanos a ellos, Azerrad ofrece una mirada sin filtros a la vida y el legado de una de las bandas más influyentes de todos los tiempos.

El libro es mucho más que un recuento de sus éxitos musicales. Es un retrato crudo y honesto de la mente atormentada de Kurt Cobain, el genio creativo detrás de la banda. Desde sus humildes comienzos en Aberdeen, Washington, hasta su trágico final en 1994, Azerrad nos lleva en un viaje emocional a través de la vida de Cobain, explorando sus luchas con el dolor físico, la depresión y la fama abrumadora.

El libro también arroja luz sobre la impactante influencia de Nirvana en la cultura popular. A través de entrevistas con músicos contemporáneos y fanáticos dedicados, Azerrad demuestra cómo la música de Nirvana trascendió las barreras del género y la edad, inspirando a una nueva generación de artistas a seguir sus propios impulsos creativos.

Paco Pérez Bryan, un periodista que siguió de cerca la carrera de Nirvana, y quien se atribuye el crédito de haber tocado por primera vez «Smells Like Teen Spirit» en España, recuerda la energía y la rebeldía que la banda irradiaba en el escenario. Para él, Nirvana no sólo era una banda de rock, sino un fenómeno cultural que desafió las normas establecidas y dio voz a una generación entera.

Así como Pérez Bryan, yo me atribuyo el crédito de haber pinchado por primera vez la misma canción en Querétaro, o por lo menos en la Escuela Secundaria Federal Núm. 3. Como era habitual, yo y mi grupo de amigos llevábamos una grabadora inmensa y pesada con bocinas desmontables y luces que titilaban al ritmo de la música. Yo llevaba además dos mochilas: una con mis útiles (con un compartimiento secreto para mis libros; leer en mi generación era una herejía); otra retacada de casetes originales (en su mayoría), grabados y vírgenes, por si a alguien se le antojaba picharse uno. También cargaba una pluma Bic.

Muchos de mis conocidos estaban acostumbrados a escuchar a El Tri, El Haragán, a lo mucho llegaban a Los Ángeles del Infierno o Luzbel, por lo que mi amistad se decantó también hacia la alfabetización musical para sacarlos de su inmundicia. En cuanto sonaron los primeros rasgueos toscos sobre Fa, Si bemol, Sol sostenido y Do sostenido, nuestros sentidos se transformaron (¿trastornaron?). Nuestros oídos vírgenes del grunge (salvo los míos, que ya venían fraguados al calor de Pixies, Dinosaur Jr, Sonic Youth…) fueron las puertas de entrada para que se liberaran nuestras ferómonas de manera violenta: olía a espíritu adolescente.

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La influencia de Nirvana también se hace evidente en la música contemporánea. Artistas como M.I.A., Lana del Rey y Radiohead han citado a Nirvana como una influencia importante en su trabajo, demostrando que el legado de la banda sigue vivo en la música de hoy en día. En Querétaro, por aquel entonces las colonias de casas de interés social, en donde no tenemos garage, se infestaron de bandas para quienes nos resultaba más fácil tocar Nirvana que Judas Priest. Bastaba un amplificador pequeño con distorsionador, una guitarra barata, una complicidad suicida y una voluntad de litio.

Aunque Kurt Cobain ya no esté entre nosotros, su espíritu sigue siendo una fuerza poderosa en el mundo de la música. Su legado perdura en las canciones atemporales de Nirvana, que continúan resonando con una nueva generación de oyentes que encuentran consuelo y conexión en su música. A casi treinta y tres años después de la publicación de Nevermind, y a treinta del fallecimiento de Kurt Cobain, el impacto de Nirvana sigue siendo tan relevante como siempre. Más que una simple banda de rock, Nirvana se ha convertido en un símbolo de rebelión, autenticidad y pasión en un mundo que a menudo parece carente de todo ello.