INAH entrega reconocimiento al Antonio González Orozco

Redacción

  · jueves 13 de julio de 2017

En el marco del 150 aniversario de la entrada triunfal del Benemérito de las Américas a la Ciudad de México y a 50 años del mural "Entrada triunfal de Benito Juárez al Palacio Nacional”.

México, (Notimex).-  En el marco del 150 aniversario de laentrada triunfal del Benemérito de las Américas a la Ciudad deMéxico y a 50 años del mural "Entrada triunfal de Benito Juárezal Palacio Nacional”, su creador Antonio González Orozco (1933)recibió un reconocimiento del Instituto Nacional de Antropologíae Historia (INAH).

El director general del Instituto Nacional de Antropología eHistoria (INAH), Diego Prieto, entregó al pintor y muralista undiploma y una réplica en plata del chapulín de carneolita,símbolo de Chapultepec.

“Es un  homenaje al artista y difusor de los emblemas de lanación, al gran muralista que es Antonio González Orozco, quientambién fue orgullosamente trabajador del INAH y sigue siendomiembro de esta gran comunidad”, expresó Prieto en el Alcázardel Castillo de Chapultepec.

En su oportunidad, González Orozco,  recordó que el proyectodel mural le fue encargado por el entonces director del recinto,Antonio Arriaga Ochoa, en 1967, como parte de las actividades paraconmemorar el centenario del Triunfo de la República.

El artista plástico, de 84 años de edad, quien fuerarestaurador en el MNH, y alumno de Diego Rivera en la AntiguaAcademia de San Carlos, mencionó que la obra (de 6 por 4.5 metros)consigna la presencia de la carroza de Juárez frente a PalacioNacional, de donde desciende acompañado de José María Iglesias ySebastián Lerdo de Tejada.

“Cuando trabajaba el rostro de Benito Juárez, al verlo desdeabajo, no me convencía como cuando lo veía desde arriba, se medesdibujaba por completo. Fue una verdadera lucha plasmar suexpresión facial. Subía, bajaba y así estuve hasta que meconvenció la imagen”, detalló el dibujante, grabador yescultor.

También recordó la ocasión cuando el grabador LeopoldoMéndez le preguntó por qué no empezaba a trabajar si ya teníatodo listo y él le respondió que le daba miedo. “Lo entiendo-dijo Méndez- porque sabe qué, a mí me pasa lo mismo. El únicoconsejo que le puedo dar es que se trepe al andamio ya, usted tienecon qué hacerlo y lo va a hacer, súbase y comience. Al díasiguiente empecé a trabajar”.

En ese mismo lugar, se realizó una jornada académica en la queel historiador Alejandro Rosas enfatizó que la entrada triunfal deBenito Juárez a la Ciudad de México, el 15 de julio de 1867, significó la victoria definitiva del pensamiento liberal y delproyecto de una República donde privaría el principio de igualdadante la ley.

El catedrático e investigador de la Universidad NacionalAutónoma de México (UNAM) comentó que el regreso de BenitoJuárez -quien dejó la capital durante cuatro años para lucharcontra la Intervención Francesa y el Segundo Imperio-, fue elcorolario de un periodo intenso de guerras, rebeliones, golpes deEstado y esfuerzos por establecer la República, etapa que inicioen 1858 con la Guerra de Reforma, y concluyó con la caída deMaximiliano en 1867.

“Su entrada es el triunfo de la Reforma, de la separaciónIglesia-Estado y, sobre todo, del principio básico de liberalismopolítico, de la igualdad ante la ley. Estamos celebrando lasegunda independencia de México, como lo repitió cientos de vecesen discursos, cartas y en cualquier mensaje que dio Juárez, desdeque abandonó la Ciudad de México, en 1863, para defender laRepública”, afirmó el historiador.

El autor de la trilogía “Érase una vez en México”,relató que ese día, el Benemérito de las Américas, antes deentrar al Centro Histórico, detuvo la caravana encabezada por sucarruaje (que se exhibe en el MNH) a la altura de la AlamedaCentral, donde esperó el momento propicio para ingresar a la PlazaMayor.

Desde ese momento, la avenida que conocemos como Juárez tomo sunombre. Un detalle interesante es que Porfirio Díaz, quien habíatomado la ciudad desde junio, no izó la bandera en PalacioNacional, esperó que fuera el presidente Juárez quien lohiciera.

En aquella época, en un Zócalo arbolado, el momento de suentrada triunfal fue de júbilo, apoteósica, era una victoria quequizá nadie esperaba. México demostró, con el fusilamiento deMaximiliano de Habsburgo, que no era terreno fértil paraambiciones de nadie, subrayó.

El historiador de la UNAM destacó que fue precisamente duranteeste acto cuando Benito Juárez dijo la famosa frase: “Entre losindividuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno esla paz”. Y aunque hay quienes dicen que no era original de él,se inspiró en la obra de Immanuel Kant, La paz perpetua, paradicho apotegma.

Sobre el mural de González Orozco, Rosas destacó su sobriedady sencillez, que lo alejan totalmente de ese nacionalismorevolucionario que ocupó toda la segunda mitad del siglo XX, y quenos pone en un momento íntimo para la patria, en un momento quefue fundamental para la república.