Jackson Pollock, pintor

Vitral

Alfonso Franco Tiscareño | Colaborador Diario de Querétaro

  · miércoles 29 de enero de 2020

Como si los brazos no fueran de él,

colgando de su tronco, hipnotizados,

la vista perdida -para nosotros-,

pero mirando la revelación dentro de sí.


El lienzo enorme por delante, blanco, blanco,

y el abismo del ser más grande aún,

la sombra en proyección, el contraluz.

Del vacío infinito brota todo.


De pronto aquellos brazos comienzan a moverse,

las manos toman vida propia

y el maná adquiere aliento en forma de colores,

lo abstracto danza sobre la tela agradecido.


Han nacido a la vida, brincan eufóricos,

chorros de color sin formas concretas,

explosión de metrallas inconscientes,

Mandelbrot y sus fractales revelados.


La risa brota por todas partes,

el amanecer nos ha cogido pintando,

el plazo se ha cumplido y Peggy, la mecenas,

tendrá su cuadro en amarillos.


La ventana quedará abierta para siempre,

el Mural, del 43, estará destinado a hacer historia,

ya nada será igual, estos pasos se dan

cada que un ángel baila.


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