/ viernes 13 de septiembre de 2019

Jardín Vicente Guerrero

Cartografía del tiempo

Ecos de la andanza

“[…] Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquel? Ya había supermercados pero no televisión, radio tan solo: Las aventuras de Carlos Lacroix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión de los Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Leyendas de las calles de México, Panseco, El Doctor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas" (Pacheco, J.E. 1981).

Realidades o subjetividades significativas

Parloteo de aves en los árboles y cables –cuando los había aéreos–, por las templadas tardes de verano y luminosas de otoño. El kiosco, la fuente y una explanada de cemento convertida más tarde en pista de patinaje, estos son los ecos que vienen a la mente y se agregan a otras sensaciones.

Días de sol y lluvia con aromas desprendidos de los arboles Laurel de la India y de las calles empedradas de personajes habituales, el carrito de las nieves y sus exquisitos barquillos decorados con cajeta y coco. El Sanatorio Margarita, la veterinaria envuelta en una esencia particular que resguardaba bloques de alimento para ganado, entre otros avíos y medicamentos agropecuarios. Paralelamente circundaba el trajín de soldados, oficiales y mandos situados en la XVII Zona Militar, en el edificio que fuera mesón y arzobispado (entre otros usos de los que ya platicaremos), los boleros y los recuerdos de otro Querétaro.

El espacio del jardín es distinto; cada generación ha dejado su huella plasmada a través de sus intervenciones y tendencias otorgadas para espacios públicos en cada época. Ahí se encuentra también la historia que cada cual fue urdiendo al paso del tiempo; de los amigos, los juegos, las charlas, los amores, entre lo agridulce del devenir y la memoria selectiva.

Plano de Santa Clara, de 1863 / Cortesía

Génesis

En 1633 tomaron posesión del convento las primeras monjas clarisas, en solemne procesión trasladaron el Santísimo y los restos del fundador Diego de Tapia –hijo del gobernador del pueblo de indios de Santiago de Querétaro–, quién financió la obra a instancias de los seráficos para que su hija tomará estado religioso. (La orden antes se encontraba en un recinto temporal desde 1607).

El conjunto conventual fue considerado el cuarto más grande de la Nueva España, constaba de 25 mil metros cuadrados, donde estaban situados:«el atrio, templo, sacristía, enfermería, capillas, casas - celdas, jardines, lavaderos, hornos y demás servicios».

El perímetro de esta pequeña villa intramuros comprendía cuatro manzanas: Francisco I. Madero (Santa Clara), Ignacio Allende (de los Locutorios), Miguel Hidalgo (Segunda de San Antonio) y Vicente Guerrero (de Capuchinas).

Apocalipsis

Gran parte del inmueble quedó en ruinas debido a la aplicación de las Leyes de Reforma, la ocupación francesa del edificio y por los estragos del Sitio de Querétaro en 1867. Otra área del predio fue vendido a particulares, por lo que desapareció el esplendor que tuvo durante la época virreinal.

El templo aún conserva retablos elaborados en los talleres de Francisco Martínez Gudiño y Pedro de Rojas. En la nave interior destacan las pinturas: La Aparición de Cristo a Sor María de la Antigua (obra anónima) y una imagen de la Virgen de Guadalupe, atribuida al artista Miguel Cabrera. Es de admirar la tribuna abacial y la celosía del coro alto, en la cual dos ángeles descorren los cortinajes en aéreos movimientos.

El Jardín Vicente Guerrero

En este sitio se encontraban las celdas de las claras urbanistas; algunas estaban conformadas de una estancia, “placer” (baño privado), huerta y gallinero, tenían personal destinado para su servicio particular. Una forma de vida que les trajo a las emparedadas, muchos disgustos con las autoridades eclesiásticas; toda vez que les recomendaban vivir en comunidad, comer en el refectorio de un solo caldero y abstenerse de las cinco criadas y esclavas que tenían en promedio a su servicio, a todo esto se sumaba la prohibición de usar medallas, pulseras y otros accesorios.

Al interior del espacio conventual se encontraban por lo menos una docena de capillas ornamentadas de imágenes, lienzos, retablos y demás objetos para celebrar la liturgia. Algunas contaban con cúpula y campanario.

Es un lugar para pensar y reflexionar de lo que se ha ido con el paso del tiempo; también para contrastar las costumbres y las nuevas apropiaciones que concedemos en los primeros lustros del siglo XXI.

Otras historias

Una vez que fueron exclaustradas las religiosas en 1864, el espacio conventual fue usado como cuartel y posteriormente fraccionado. En 1912 se colocó la primera piedra para levantar la catedral de estilo románico - gótico. En la próxima Cartografía abundaré al respecto; para contarte otras memorias.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Septiembre de MMXIX.

Ecos de la andanza

“[…] Me acuerdo, no me acuerdo: ¿qué año era aquel? Ya había supermercados pero no televisión, radio tan solo: Las aventuras de Carlos Lacroix, Tarzán, El Llanero Solitario, La Legión de los Madrugadores, Los Niños Catedráticos, Leyendas de las calles de México, Panseco, El Doctor I.Q., La Doctora Corazón desde su Clínica de Almas" (Pacheco, J.E. 1981).

Realidades o subjetividades significativas

Parloteo de aves en los árboles y cables –cuando los había aéreos–, por las templadas tardes de verano y luminosas de otoño. El kiosco, la fuente y una explanada de cemento convertida más tarde en pista de patinaje, estos son los ecos que vienen a la mente y se agregan a otras sensaciones.

Días de sol y lluvia con aromas desprendidos de los arboles Laurel de la India y de las calles empedradas de personajes habituales, el carrito de las nieves y sus exquisitos barquillos decorados con cajeta y coco. El Sanatorio Margarita, la veterinaria envuelta en una esencia particular que resguardaba bloques de alimento para ganado, entre otros avíos y medicamentos agropecuarios. Paralelamente circundaba el trajín de soldados, oficiales y mandos situados en la XVII Zona Militar, en el edificio que fuera mesón y arzobispado (entre otros usos de los que ya platicaremos), los boleros y los recuerdos de otro Querétaro.

El espacio del jardín es distinto; cada generación ha dejado su huella plasmada a través de sus intervenciones y tendencias otorgadas para espacios públicos en cada época. Ahí se encuentra también la historia que cada cual fue urdiendo al paso del tiempo; de los amigos, los juegos, las charlas, los amores, entre lo agridulce del devenir y la memoria selectiva.

Plano de Santa Clara, de 1863 / Cortesía

Génesis

En 1633 tomaron posesión del convento las primeras monjas clarisas, en solemne procesión trasladaron el Santísimo y los restos del fundador Diego de Tapia –hijo del gobernador del pueblo de indios de Santiago de Querétaro–, quién financió la obra a instancias de los seráficos para que su hija tomará estado religioso. (La orden antes se encontraba en un recinto temporal desde 1607).

El conjunto conventual fue considerado el cuarto más grande de la Nueva España, constaba de 25 mil metros cuadrados, donde estaban situados:«el atrio, templo, sacristía, enfermería, capillas, casas - celdas, jardines, lavaderos, hornos y demás servicios».

El perímetro de esta pequeña villa intramuros comprendía cuatro manzanas: Francisco I. Madero (Santa Clara), Ignacio Allende (de los Locutorios), Miguel Hidalgo (Segunda de San Antonio) y Vicente Guerrero (de Capuchinas).

Apocalipsis

Gran parte del inmueble quedó en ruinas debido a la aplicación de las Leyes de Reforma, la ocupación francesa del edificio y por los estragos del Sitio de Querétaro en 1867. Otra área del predio fue vendido a particulares, por lo que desapareció el esplendor que tuvo durante la época virreinal.

El templo aún conserva retablos elaborados en los talleres de Francisco Martínez Gudiño y Pedro de Rojas. En la nave interior destacan las pinturas: La Aparición de Cristo a Sor María de la Antigua (obra anónima) y una imagen de la Virgen de Guadalupe, atribuida al artista Miguel Cabrera. Es de admirar la tribuna abacial y la celosía del coro alto, en la cual dos ángeles descorren los cortinajes en aéreos movimientos.

El Jardín Vicente Guerrero

En este sitio se encontraban las celdas de las claras urbanistas; algunas estaban conformadas de una estancia, “placer” (baño privado), huerta y gallinero, tenían personal destinado para su servicio particular. Una forma de vida que les trajo a las emparedadas, muchos disgustos con las autoridades eclesiásticas; toda vez que les recomendaban vivir en comunidad, comer en el refectorio de un solo caldero y abstenerse de las cinco criadas y esclavas que tenían en promedio a su servicio, a todo esto se sumaba la prohibición de usar medallas, pulseras y otros accesorios.

Al interior del espacio conventual se encontraban por lo menos una docena de capillas ornamentadas de imágenes, lienzos, retablos y demás objetos para celebrar la liturgia. Algunas contaban con cúpula y campanario.

Es un lugar para pensar y reflexionar de lo que se ha ido con el paso del tiempo; también para contrastar las costumbres y las nuevas apropiaciones que concedemos en los primeros lustros del siglo XXI.

Otras historias

Una vez que fueron exclaustradas las religiosas en 1864, el espacio conventual fue usado como cuartel y posteriormente fraccionado. En 1912 se colocó la primera piedra para levantar la catedral de estilo románico - gótico. En la próxima Cartografía abundaré al respecto; para contarte otras memorias.

Desde Anbanica - Teocalhueyacan. Septiembre de MMXIX.

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