Por mientras, es poco lo que la película Joker puede lograr en este aspecto, así que cuando menos a nivel de la opinión pública es deseable que la cinta mueva a reflexión al cinéfilo, que lo invite a tomar conciencia de que los problemas mentales no son sólo una cuestión de individuos, sino de la sociedad en su conjunto. Los problemas mentales se generan y agudizan en el entorno social, familiar, laboral, y están ligados a la desesperación, al fracaso, a la explotación laboral, a los fracasos sentimentales, a la depresión, tristeza, abandono, soledad. Todo ello en un contexto que va de lo individual a lo social y de lo social a lo individual.
Como señala el antropólogo británico-estadounidense Ashley Montagu, especialista en el tema de la violencia, en un artículo titulado El mito de la violencia humana, publicado en el periódico El país “Hay pruebas de que las tendencias humanas básicas están dirigidas hacia el desarrollo a través de la capacidad para relacionarse con los demás de manera cada vez más amplia y creativa, haciendo más fácil la supervivencia. Cuando estas tendencias básicas de comportamiento se frustran, los seres humanos tienden hacia el desorden y a convertirse en las víctimas de los otros humanos igualmente afectados por estos desajustes”. Esta situación la podemos distinguir claramente en la cinta en donde poco a poco se va narrando la situación de Arthur Fleck, nombre verdadero del Joker, y a lo que se va enfrentado. Todo va subiendo de tono hasta que resulta insoportable, ya para entonces, él y Ciudad Gótica están sumidos en el caos total. No sólo Joker parece haber perdido la razón, sino todo el mundo. Aquí cabe que nos preguntemos ¿son la violencia y la locura un problema individual? ¿Son innatas o tiene una génesis social? ¿Qué se ha argumentado al respecto? En el caso de esta película no quedan dudas, el director y el guionista se han inclinado por el lado del origen social y cultural de la violencia y la locura. Y el autor del artículo citado remata con estos párrafos contundentes: “Para amar hay que aprender a amar y sólo se aprende a hacerlo cuando se es amado. El afecto es una necesidad fundamental. Es la necesidad que nos hace humanos. De ahí que una persona que no haya sido así humanizada durante los seis primeros años de su vida padezca un proceso de deshumanización que les lleva hacia comportamientos destructivos, aprendidos en un intento desordenado y equivocado de adaptarse a un mundo también desordenado y provocador de tensiones. De estos desórdenes surgen toda la agresividad y los enfrentamientos violentos, tanto a escala individual como colectiva”. Exactamente todo lo que nuestro personaje ha padecido, de lo que ha carecido.
Arthur Fleck ha nacido y crecido rodeado de mentiras apabullantes e infames. Todo esto no justifica la conducta criminal de nuestro personaje, pero sí puede explicarla y quizá todos la hemos podido confirmar a nuestro alrededor, la gente que no es amada es conflictiva en mayor o menor grado. Y en la medida que explicamos, podemos comprender para prevenir. Fleck nace en Ciudad Gótica en medio de una inmensa soledad, se trata de un huérfano que es dado en adopción a una mujer que le hace creer que él es un hijo no reconocido del magnate Thomas Wayne, en cuya casa la mujer trabajó. Arthur sufrió abusos sexuales por un amante de su madre adoptiva, y maltrato de ella misma. La mujer padecía alucinaciones y estuvo internada en instituciones psiquiátricas.
Fleck crece en medio de una inmensa soledad y búsqueda de amor, ya de adulto es un hombre maltratado por sus compañeros de trabajo, abandonado por las instituciones de salud pública, despreciado por quien supuestamente era su padre, buleado por niños y pasajeros del metro de Ciudad Gótica, es botín y objeto de burla por parte del conductor de tv, todas estas cargas se convierten en las grandes heridas de nuestro personaje, y ocupan un lugar preponderante en la génesis de la locura criminal Fleck, quien termina renegando de un nombre que nunca fue suyo, para construirse un verdadero yo, un nombre propio y representativo: el Joker. Ah, pero para la mayoría de las personas el loco es el culpable de todo, no es el sistema social, sino su desajuste personal, individual. Ya Michel Foucault ha hablado de esto es su Historia de la locura, donde podemos leer cómo ha sido considerada ésta desde tiempos muy antiguos y cómo ha sido su desarrollo histórico a través del tiempo. Encontramos que desde el principio casi siempre se reduce a la exclusión, el encierro, el abandono, el desprecio, la muerte del psicótico. Es cierto, en la película se señala que Fleck nació con una afección neurológica, que sumada a sus circunstancias genera un criminal muy peligroso, un hombre que ríe obsesiva e involuntariamente debido a una epilepsia gelástica. “ Todos somos culpable –dice Joaquin Phoenix en una entrevista–. Todos hemos pecado. Entonces, pensé, aquí está esta película y estos personajes, que no serán fáciles para la audiencia. A veces te sentirás conectado con él y lo apoyarás, pero a veces, te causará repulsión. Me gusta la idea de desafiar a los otros y a mí mismo de esa forma. Es raro explorar papeles así para cualquier película, más aún en el género de superhéroes”.
Una infinita tristeza y melancolía campea de principio a fin en toda la película, esa tristeza que alcanza a tocar al espectador a nivel consciente o inconsciente, o que recuerda las veces que hemos enfrentado un problema grave donde uno siente que roza la locura. Esa tristeza que nace en un hombre que por determinadas circunstancias no fue amado, ni querido, ni acariciado, y que, como una flor sin amor ni atención, se fue secando y endureciendo, hasta el punto del no retorno. El Joker lo señala amargamente: nunca ha tenido un día feliz en su vida. ¿Qué es lo que define que no rebasemos la línea roja, y porqué algunos no pueden detenerse, cruzan la línea y ya no vuelven a estar en su juicio?
El payaso que hace reír se convierte en la máxima expresión de la tristeza y el dolor, todo el teatro griego de la comedia y la tragedia, encarnan en un solo hombre del siglo XXI, en esa risa enfermiza, en esa sonrisa dibujada con sangre… Joker es una obra maestra de la cinematografía mundial.