Tras una larga trayectoria como promotor cultural, analista político y funcionario público, Juan Antonio Isla supo que era momento de aflojarse la corbata y comenzar a bocetar las líneas de su primera novela. Así, tras publicar “Bajo los almendros. Estampas de amor y muerte”, el autor comenzó a escribir las páginas de su segunda novela: “Las notas prohibidas de Tito Livio. Una historia no autorizada del imperio romano”; misma que será presentada el próximo 31 de octubre, a las 19:00 horas, en el Museo Regional de Querétaro.
Haciendo uso de diversos recursos narrativos, por más de un año, el autor dedicó todo su tiempo a la investigación de la vida y obra de personajes como Nerón, Calígula, Trajano, Adriano, Julio César y diversos pontífices, buscando reunir en este nuevo proyecto, las historias sobre la fundación de Roma, su esplendor y caída, así como diversos relatos sobre los papas más importantes de la historia.
Esta idea –platica Isla–, surgió tras una visita al museo del vaticano: “vi una gran cantidad de torsos desnudos con el pene mutilado, y me llamó mucho la atención; tras investigar supe que el pontífice Pío IX, jerarca de la iglesia de 1846 a 1878, mandó a cortarles los miembros a las esculturas bajo el argumento de que representaban una provocación de lujuria en los recintos sagrados del Vaticano. ‘¿Qué le pasó al papa?’, me pregunté y entonces se me ocurrió la idea de hacer un relato que tuviera como tema una desviación del pontífice, y que así como había ordenado tal mutilación, podría haber instruido que los penes se adosaran a un muro para contemplarlos”.
Inspirado en la figura del primer historiador de Roma, Tito Livio, Isla entretejió los diferentes relatos con el personaje ficticio de Giancarlo Colombini, un joven bibliotecario a quien el cardenal Ratzinger –un apasionado de la historia de Roma–, le encomendó realizar notas relevantes y sinópticas sobre la vida y obra de los emperadores romanos y papas. Sin ninguna condición o criterio editorial, el cardenal le pide que no haga públicas sus indagaciones, hasta que no sean aprobadas por el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, “pero cuando muere Juan Pablo II, el joven intuye que Ratzinger será quien ocupe la silla pontificia, por lo que decide no entregar los documentos al cardenal; en su lugar, se los da a un compañero de habitación y le dice antes de desaparecer: ‘se los puedes entregar o puedes hacer lo que quieres con ellos’”, adelanta el escritor, quien a lo largo de las casi 300 páginas explora la visión política de los estadistas romanos, la deslealtad de los enloquecidos por el poder, así como temas escabrosos sobre las redes internas de complicidad y silencio, en torno a la pederastia y abusos sexuales a niños y religiosas por algunos miembros de la iglesia.
Historia-relato
“Aunque la literatura te da posibilidades amplísimas, y la imaginación no tiene límites, la realidad siempre supera a la ficción; por eso me dediqué a investigar y traté de ser lo más leal, o lo más apegado a la información histórica, pese a que este no es un libro de historia. Es más bien un ejercicio literario, y una invitación a que otros se acerquen a este tema en particular, que es apasionante. A mí me apasionó”, confiesa.
En este mismo sentido, Isla aclara que aunque incluye información documentada, su libro no es una novela histórica, “porque una novela histórica tiene como base un hilo conductor que es un hecho histórico o un personaje histórico, aquí son varios personajes históricos y aborda a la civilización a partir de la visión del mundo latino: cómo se construye, toda la participación que tuvo Roma en su expansión y por otro lado, la gran influencia que tuvo la iglesia católica en el mundo desde su fundación, que se calcula fue en el año 48 con la fundación simbólica de la iglesia por parte de San Pedro. Entonces, podríamos decir que se trata de una novela que mezcla dos géneros: la novela y el relato”, explica el autor, señalando que el estudio de ambos imperios, pero especialmente el romano, es fundamental para comprender el mundo contemporáneo.
“Ellos crearon formas, estilos y aportaron conocimientos fundamentales para el desarrollo de la cultura universal; desde la forma de construir carreteras o murallas, su modo de vivir... pero también con el derecho romano, vigente hasta nuestros días, y aún cuando han pasado dos mil años. Roma se fundó entre el siglo X y el siglo VII antes de Cristo, entonces han pasado cerca de tres mil años y muchos de los conceptos de ese pueblo siguen estando presentes en nuestros días (...) Son el gran pilar de la cultura moderna, de tal forma que voltear a ver su historia, es voltear a ver el gran pilar de nuestra civilización”.
El futuro de las editoriales
Perteneciente a la generación de escritores e intelectuales queretanos de la segunda mitad del siglo XX, al lado de Hugo Gutiérrez Vega, Paula de Allende, Salvador Alcocer, Florentino Chávez, Edmundo Valadez y Gloria del Carmen Cepeda, Juan Antonio Isla formó parte activa en la renovación de la gestión cultural en el estado, así como en los procesos y salidas editoriales.
“No soy un caso de generación espontánea, ni un mero diletante. Tuve el privilegio de ser influenciado por un entorno favorable, por personalidades importantes como fueron Paula y Hugo”, dijo en septiembre pasado a BARROCO el también abogado y columnista queretano, sobre su trayectoria profesional.
Además de director de la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Querétaro, el escritor fue secretario de Cultura durante la gubernatura de Mariano Palacios Alcocer; y en 2011, el entonces gobernador de Querétaro, José Calzada Rovirosa, lo nombró coordinador de Asesores; tiempo en el que, destaca, hubo gran apoyo a la producción editorial, pues tan solo en esa gestión fueron impresos “800 títulos, gracias al creado Fondo Editorial del Poder Ejecutivo, una cantidad inusitada”, refirió Isla.
Lamentando la situación actual de las editoriales comerciales y públicas, asegura que el futuro de los proyectos editoriales está en las plataformas digitales, a través de las cuales es posible publicar y difundir una gran diversidad de temas.
Al tocar este punto, el escritor frunce el ceño recordando la desconfianza que mostraron los editores a quienes entregó el dummy de su libro.
Son “editoriales convencionales e institucionales que ponen peros, que son recelosos, que son desconfiados, que son escépticos; a uno de esos editores institucionales, cuando le llevé mi novela, me dijo: ‘esta no es una novela, ¿cómo la vamos a publicar?’ Le dije que creara un nicho nuevo que se llamara transgénero, ¡está de moda ese concepto!, hasta de cierto modo un poco manoseado. Ahora encontramos el transversalismo en las políticas públicas, en el conocimiento, en las religiones, en el modo de hacer y operar la religión, la psicología... digamos que ya no hay formas o patrones estrictos, rígidos, absolutos. Ahora hay que tomarse de aquí y de allá; eso se llama transgénero”, suelta el autor con una ligera sonrisa, y explica que su proyecto es producto de un ejercicio escritural poco comprendido, “y menos por editores que no se atreven a incursionar en un transgénero poco usual”, agrega refiriéndose a la fusión de relatos históricos y ficticios.
De acuerdo con Isla, su libro presenta una nueva visión histórica de los hechos y los personajes, pero con un toque de ficción, “aquí no hay solo literatura, ni historia, ni historiografía; más bien es una suerte de reescritura para asomarnos a un fenómeno histórico y cultural que definió el curso de occidente, y que ha influido en la evolución de la humanidad. En otras palabras, es un ejercicio de intertextualidad, que no es otra cosa más que escribir sobre otros textos”.
Tras las negativas recibidas sobre la publicación de su material, el escritor echó mano de su experiencia como fundador del semanario independiente Nuevo Milenio, y como ex presidente del consejo editorial de un periódico local, editando y publicando su libro a través de Amazon.
“Amazon es la gran solución de los escritores de hoy, porque no te cuesta un centavo subir tus libros, y los puedes tener vía digital en lo que se llama ebook, o kindle (...) Lo solicitas a través de su página y te llega en tres días, ¡es una maravilla!”, celebra.