Desde hace siglos, durante toda la Edad Media, los juglares se encargaban de llevar las noticias de aldea en aldea y de pueblo en pueblo, notificando de los acontecimientos más relevantes, curiosos, anecdóticos, así como de las tragedias y situaciones asombrosas dignas de permanecer en la memoria de los pueblos, ya fuera por las enseñanzas que aportaban, por cuestiones de control político, miedo o por aspectos preventivos en caso de epidemias. También cantaban acerca de historias ejemplares, de amor, traiciones, lealtad, en fin, los juglares iban por todos lados llevando las noticias. Aunque hay muchos tipos de juglares se les puede clasificar en general como herederos del antiguo teatro romano.
De hecho, el juglar es el antecedente más lejano de lo que ahora conocemos como corrido. Este género musical es heredero de los juglares, de los cantos prehispánicos, y del romance español, y toma forma más o menos definida en la época colonial aunque su conformación como lo conocemos ahora tiene lugar en el periodo de la Revolución Mexicana de 1910.
Sin duda, muchos corridos permanecen a través de los tiempos y son un fenómeno digno de analizarse. Muchos perviven incluso aunque contengan ideas bastante cuestionables. El corrido mexicano aborda todo género de temáticas, a veces con inteligencia, otras con vulgaridad, a veces documentando, otras en forma subjetiva, a veces manipulando la realidad, otras buscando respuestas. Es una expresión folclórica que ha calado, desde su origen, muy hondo en el pueblo mexicano, y es utilizado para expresar alegrías, penas, sufrimientos, historias, desencuentros, desgracias, crítica política y amor. El pueblo los canta alegremente, al parecer, sin la más mínima reflexión respecto a lo que dicen y a todo lo que podrían implicar las ideas cantadas. Tal es el caso del corrido llamado Juan charrasqueado compuesto por Víctor Cordero, el personaje es ficticio pero está inspirado en personas reales. “De acuerdo a Víctor Cordero … la noche de 1942 oyó a un coveador (sic) dando una noticia política y salió a escucharlo mejor y percibió un tinte trágico; al regresar a su casa, encontró al conocido Juan Silveti, quien tenía una herida en el rostro. Estos elementos inspiraron a Cordero para crear Juan Charrasqueado.”
Es la triste “historia de un ranchero enamorado, que fue borracho, parrandero y jugador”, pero que ya en la vida de personas concretas estas conductas conllevan consecuencias perniciosas para los seres humanos. Si bien el alcoholismo está considerado como una enfermedad, lo lamentable son las consecuencias que genera ese ambiente: soledad, enfermedad, desgracia, pobreza, enfermedad psíquica, emocional, corporal, social. Además, este borracho, Juan, presume y se le pinta como un héroe, parrandero y jugador. Ese es el modelo que el corrido expone ante la sociedad, incluidos niños, adolescentes y jóvenes. Actualmente son estos los que comienzan cada vez a edades más tempranas su carrera en el alcohol. Tristemente, debido al mal ejemplo que se les da, cada vez más jóvenes parecen ansiosos por comenzar a beber y vivir en el reventón. Y ¿cuál es la propuesta de Juan charrasqueado? la reivindicación, no explícita, pero sí gloriosa, del tipo borracho, pendenciero y violador. El juego como una adicción más, la pérdida de tiempo y dinero con la vana ilusión de divertirse y hacerse rico sin trabajar, sin ganárselo a pulso.
Lo hemos planteado otras veces y lo volvemos a señalar con insistencia: no se puede cantar lo que sea, no se debería cantar lo que fuera así como así, porque todas las letras de canciones, las que sean, no son inocentes, contienen ideas, conceptos que se reflejan en la vida concreta de las personas. Ya ha sido establecido por las principales teorías de comunicación que todo significa algo en un contexto determinado, que no hay nada sin significación, sin una concepción del mundo. Qué se puede esperar de una canción que expone sin el más mínimo cuestionamiento toda clase de vicios como si fueran una gracia, un acto simpático o heroico. Lo que uno decida cantar, leer o hablar debe pasar por un severo análisis crítico que valore si las ideas planteadas son buenas para la vida, para la persona, para el entorno. Y ¿qué es lo bueno? lo que no haga daño a los demás, lo que no les perturbe su paz, lo que no les robe, lo que no les meta ideas nocivas que hagan daño.
Juan Charrasqueado también muestra la nefasta violencia entre hombres –producto de la cual seguramente Juan salió charrasqueado–, y la violencia machista contra las mujeres a las cuales se les considera un objeto, pero a Juan se le presenta como arriesgado en el amor, un hombre que se llevaba contra su voluntad o seducidas mentirosamente a las mujeres más bonitas sin considerar su dignidad, simplemente porque a Juan le apetecía divertirse, poseer, dominar y abandonar a las más lindas de la región.
Y la violencia genera violencia. Seguramente producto de los agravios recibidos mucha gente ofendida decidió vengarse y matar a Juan. El Charrasqueado era un cóctel de inconsciencia: machista, narcisista, ególatra, caprichoso, criminal, todo subido de volumen por el alcoholismo, el vicio, el juego y la degradación.
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Ahora que está de moda cancelar lo que no nos gusta, vale la pena preguntarse si la censura o la cancelación son una opción para el corrido de Juan charrasqueado. Nuestra respuesta es: para nada, no estamos en favor de la censura en ningún espacio, por supuesto en el arte tampoco, ni en la música ni en la expresión de los sentimientos y las ideas. Lo que sí es válido, necesario y urgente es una crítica documentada, argumentada, amparada en el sentido común y en las leyes jurídicas para ejercer un cuestionamiento total contra este tipo de canciones, y preguntarse si deben seguir vigentes a pesar de que propaguen ideas nefandas para los individuos, para las mujeres y para la sociedad.