Esta mañana he tocado la delicada red que teje al mundo
desperté percibiendo tu aliento junto al mío
sentí la saudade y una pequeña lágrima de asombro
asomó a la frontera de mis ojos.
El día de ayer, ahora, el eterno presente,
dentro de la sutil maraña de la vida
saludando a lo nuevo
rozando el fino mensaje de las historias personales.
Así amanecí hoy, buscando sensaciones dentro
de mi propio océano cariñoso,
haciendo pasar humo por mi cuerpo
danzando poderosamente en mis propias montañas.
Chico y Silvio me acompañan
también un breve delirio
y el reloj señala el norte de la puntualidad
con la que como a gusto.
La delicada red se llama amistad
y se apellida amor,
capaz de hacer aparecer de inmediato a las musas
y al brillo suave de la luna, al sol.
Cualquier tierra es buena para besar un rostro
y acariciar un cuerpo,
para pescar los pensamientos
que flotan en el aire místicamente.
Esta mañana cabalgué en un vientecillo suave
que me aconsejó decirte que te amo,
que no espere a nada, que te lo diga así
nada más porque sí.